Un reencuentro...

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Camine hacia ese lugar, podría haberme ido en un bus o auto pero siempre que venía aquí prefería hacerlo con todo el esfuerzo y dolor que fuera necesario. Un lugar casi desierto, con un césped que crecía en un suelo casi infértil y seco, unas rejas oscuras y oxidadas que rodeaban el lugar, la ausencia de un cuidador y un bosque de fondo le daban a este lugar el tono melancólico que debía tener. El atardecer le daba al lugar un sentimiento más cálido y reconfortante, camino junto a muchas personas que ahora estaban enterradas y una tumba sobre ellas les hacía recordar a sus parientes que ellos aun muertos deben seguir vivos en nuestro interior. Mis pies se movieron, caminando y leyendo los nombres de las tumbas a mi alrededor, muchos de estos estaban polvorientos o con flores marchitas, miraba con respeto hacia los difuntos a mi alrededor y una melancolía me inundo al ver como las personas podían ser tan estúpidas y egoístas como para olvidar a alguien que alguna vez significo y tuvo valor en sus vidas.

Llegue a una tumba que destaca entre las demás, no solo por ser la más limpia ni la que en mejores condiciones estaba, sino por ser la tumba más grande y la que aun poseía ramos de flores frescas puestas junto a esta. Me acerque y entre más lo hacía sentía mi corazón golpear mi pecho, mis manos temblar y mi respiración perder su ritmo normal.

Suspire y mire el nombre:

-Wayne Ledger, Camille Katie

Baje la mirada avergonzado, culpable y sintiendo tan estúpido e insensible el que sea capaz de estar aquí cuando me prohibieron todos sus familiares hacerlo. Pero ella también había sido parte de mí, también había valido mucho para mí, más de lo que ellos creen, y yo también sufrí cuando ella se fue, más aún porque yo fui el culpable de ello. Por mí ella se fue y todo ese tiempo en la cárcel sufrí por ello luego de enterarme, luego de que su hermano me lo dijera llorando y gritándome en una visita inesperada.

Supere la culpa de haberte matado, lo hice gracias a mi padre y a mi hermana, pero jamás superare el que hayas aparecido en mi vida, y nunca olvidare lo que significaste para mí.

Me arrodillo y dejo las flores junto al otro ramo que parecía haber sido dejado no hace mucho, con sus colores aún vivos en sus pétalos, y leo el nombre en la tumba unas cuantas veces más. Era inevitable recordarla: Esa joven chica de 17 años, con el cabello corto hasta los hombros de color rojizo, ojos grandes de un color celeste vivo....Tez blanca y con algunas pecas en las mejillas. Mas bajita que yo, siempre usando jeans y una camisa larga roja o purpura. Recuerdo cuando iba en las noches a mi casa o a nuestro lugar secreto, siempre sabía de alguna manera cuando estaba mal, algunas veces la mandaba a la mierda y le pedía que me dejara en paz, con lágrimas en los ojos, pero esta me obligaba a ir a un lugar donde pudiéramos estar solos. Sin decir nada, se sentaba a mi lado y movía las manos, nunca entendía todo lo que me decía, pero siempre estaba ahí, y cuando menos lo esperaba me abrazaba, me hacía recostar en su hombro mi cabeza y se aferraba a mi cuerpo. Sin evitarlo me rompía en sus pequeños y cálidos brazos. Nunca dijo nada, nunca pudo comunicarse conmigo, era muda y sorda, pero aprendí algunas señas con las manos por ella y entendía algunas cosas que decía y lo que siempre me decía al despedirse luego de que me acompañaba cada noche solitaria:

No te estoy dejando, solo me estoy yendo por un momento.

Apareció en mi vida cuando tenía 14, una noche que huí al bosque, nuestras casas quedaban tan solo a una cuadra de distancia....Recuerdo como corrí llorando de rabia. Había gritado a mi madre y esta me había dado una bofetada. Mi hermana, una niñita de tan solo 11 años, nos observaba temerosa, rogando que dejáramos de pelear por favor. Mi padre había llegado, le grite que mi madre era una idiota, se había gastado todo el dinero que él le había dado para nuestros estudios, la comida y la deuda con el banco en el casino del pueblo en alcohol. Mi papá me pidió que me calmara, pero ella siguió insultándome a mí y a mi hermana, diciendo que nunca nos quiso tener, que no debió haber rechazado esa opción de habernos abortado, que SOMOS el peor error que alguna vez pudo hacer. Que desearía poder deshacerse de nosotros cuanto antes. Espere, con toda la esperanza en mi pecho que mi papá nos defendiera, que hiciera algo...Que dijera que todo eso era mentira...Que mi hermana y yo éramos valiosos, que no éramos...Un desperdicio como ella decía, QUE NO ERAMOS UN ERROR...Realmente necesitaba oírlo...Pero mi padre solo callo cuando ella se lo ordeno y le grito que no se meta, siguiendo insultándome sin detenerse, mire a mi hermana y le grite que se vaya a su cuarto, ella llorando por la discusión, no por las palabras, porque no las entendía o no sabía bien lo que nuestra mamá decía, sino porque no le gustaba vernos discutir, obedeció y se fue. Yo ignore a mi padre y salí de la casa. Pero cuando llegue al frio bosque, negro por la noche, excepto por la gran luna iluminando la oscuridad en la que me metía, camine hacia el pequeño riachuelo donde el cielo despejado y los arboles pequeños permitían ver todo el cielo y las estrellas, ahí una chica, con los ojos rojos, dibujando algo en la tierra con una vara.

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⏰ Última actualización: Nov 27, 2017 ⏰

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