De repente, vimos a un hombre atado en una silla con una capucha en la cabeza. Sus manos estaban aptretadas en puños y pataleaba. Junto a él había una mesa con uma gran cantidad de cuchillos y pequeños instrumentos de tortura. Al otro lado de la habitación había una puerta entreabierta de la que salía una tenue luz, y se oía la voz de la tía hablando con alguien. Supusimos que sería por teléfono porque no había nadie más.
Avanzamos lentamente por la habitación, dejando la trampilla entreabierta. Cuando llegamos a su lado, nos detuvimos y a mi hermano se le ocurrió la fantástica idea de quitarle la capucha, y lo vimos: era el alcalde. Tenía la cara llena de sangre y unos horribles cortes en la frente. Abrió los ojos y se puso a gritar. Todos nos sobresaltamos e intentamos correr hacia la trampilla, pero la tía ya estaba allí esperándonos. Ambos retrocedimos pasando junto al alcalde hasta que nos chocamos con los armarios del fondo.
Entonces, la tía se acercó a la mesa y cogió uno de los cuchillos y se lo puso al alcalde sobre el cuello. El alcalde le rogó que no le matara, pero ésta, apretó más el cuchillo. Un delgado hilo de sangre comenzó a caer por el cuello manchando la camisa. Jorge y to nos quedamos inmóviles aguantándo la respiración. Zoe apreró más el cuchillo y el alcalde comenzó a gritar. Ella, al ver que nos poníamos pálidos acabó con su tarea haciéndole un profundo corte en la yugular, y un gran brote de sangre salió de la herida empapando la ropa del alcalde, quién gritaba de forma macabra. La tía reía mientras Jorge lloraba abrazándome.
Cuando el hombre calló, solo se oían los sollozos de mi hermano. En ese momento la tía nos dejó salir bajo la amenaza de que si se lo contábamos a alguien nos mataba. Bajamos a mi habitación, y cogí el ordenador para hablar con una de mis mejores amugas de la ciudad en la que vivíamos cuando nuestros padres todavía estaban vivos, pero no funcionaba. Comprobé la conexión y me di cuenta de que habían cortado la línea. Jorge estaba muy asustado y quería irse de esta casa. Bajamos las escaleras silenciosamente hasta llegara la puerta de entrada, pero como suponía estaba cerrada. Intentamos salir por una de las ventanas más bajas, pero estaban tapiadas. Entonces me acordé de la ventana de la buhardilla. Nos fuimos a la habitación y esperamos a que Zoe se acostase. Cuando la oímos entrar en su habitación, deshicimos las camas y artesanos las sábanas. Guardamos en las mochilas lo imprescindible y subimos las escaleras en silencio. Enganchamos las sábanas a la cuerda de la persiana y descendimos por la fachada.
-------------- Créditos ---------------
Gracias a Nikkyhousepad por ayudarme en este capítulo.

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El Parque De Los Muertos
HororUna historia de terror y de suspense, que estoy segura que os gustará