Pasó una semana desde la llegada de Rhodey a la base. Nueve días desde que Tony dejó su piso huyendo de los recuerdos. Catorce días de no ver a Steve. Frente a él, un celular y una carta algo arrugada. La leyó en forma constante los tres últimos días, desde que le fue entregada.
Visión deambulada deprimido por los pasillos del ala sur de la base. Tony no tenía idea que una vida artificial como Visión fuera capaz de sentir depresión: algo nuevo que realmente lo desconcertaba. Rhodey inició la rehabilitación, y paulatinamente aprendió a utilizar las prótesis que Tony creó para él en cuestión de un par de días: podría estar embargado por el dolor, pero el trabajo hacía que el millonario saliera de ese estado.
Su mejor amigo no le preguntó, no había necesidad de detalles. Era intuitivo, sabía que las cosas entre la pareja no había salido bien. Y como siempre, le daría el espacio que Stark necesitaba hasta que decidiera hablar.
El millonario se levantaba tarde, iba a su taller y se encerraba hasta después de la medianoche. Esa era su rutina. Pero, en ocasiones, detenía su trajín y se encerraba en el estudio, a observar aquel celular y esa carta. Era extraño, quizás cruel: aquello que pudo decirle la última vez que estuvieron juntos, se lo tuvo que decir en una fría hoja de papel.
La tomó nuevamente entre sus manos, y la leyó, como tratando de descifrar lo que aquellas palabras podrían significar, como si de un misterioso documento se tratara:
"Tony: Me alegra que hayas regresado al complejo, no me gusta la idea de que deambules en una mansión. Necesitas una familia. Los Vengadores son la tuya, más que mía."
Si, necesitaba una familia, pero ya la tenía, se dijo con pesar. Tu eras mi familia, grandísimo tonto.
"Me he cuidado solo desde los dieciocho, la verdad nunca encajé en ningún lado, ni en el ejército. Mi fe se centra en la gente, supongo, individuos. Y me atrevería a decir que en su mayoría no me han decepcionado, y por eso tampoco los decepcionaré."
Claro, a él no lo decepcionaste, pero, ¿y yo? ¿Acaso no importaba? ¿No fui lo suficientemente importante, para que pensaras en mí?
"Las cerraduras se reemplazan pero tal vez no deberían. Sé que te lastime, Tony. Supongo que creí que al no decirte lo de tus padres te estaba protegiendo, pero ahora entiendo que yo me estaba protegiendo, y lo siento. Espero que algún día tú lo entiendas."
Te estabas protegiendo... porque sabías que no serías capaz de entregarlo. ¿Cómo entender algo así? No solo eras el flamante Capitán América, eras Steve, mi Steve...
"Que mal que no coincidimos con los acuerdos, me hubiera gustado. Sé que crees en lo que estás haciendo y es todo lo que puedes hacer, es lo que todos deberíamos hacer."
Tony siempre sonreía en esa parte. El capipaleta nunca entendió que más haya de los acuerdos, para el millonario lo más importante era la seguridad del equipo, pero sobre todo, la de él. No fue capaz de comprender que él buscó protegerlos... No era una cuestión ideológica para Tony... era algo personal. Pero el rubio no tuvo la capacidad de ver la diferencia.
"Sé que no importa que sea, te prometo que si nos necesitas, si me necesitas... Ahí estaré. Te ama, Steve."
¿Me ama? -se preguntó. Conforme pasaban los días, las dudas sobre esa última frase crecían. ¿Acaso fue amor lo que llegó a sentir Rogers por él?
Ya para ese momento, el millonario concluyó que no era así: su única experiencia con el amor era con Steve, pero gracias a ello, había entendido muchas cosas sobre ese extraño sentimiento.
El amor te vuelve loco, te parte en dos. Lo entregas todo sin pensarlo, y si eres herido, te destruye por completo. Tony sabía lo que era perder los sentidos, llorar hasta sentir que el corazón se salía a pedazos en cada lágrima. Encaminarse en el infierno, y no ver como salir de ahí.
Pero también había algo mágico: el amor te hace crecer, te convierte en mejor persona. Te vuelve fuerte, te levanta cuando caes, te llena de una felicidad inmensa. Te hace volar, perder el miedo a los límites. Te conviertes en otro, más maduro, más lleno. Te hace soñar y creer que, entre tanto mal, en medio de intrigas y odios, hay aún alguien por quien vale la pena luchar, esa persona que te hizo alcanzar el cielo con las manos.
Tony comprendió entonces: Steve Rogers lo lastimó profundamente. Le quitó la paz, si. Pero también le enseñó a amar. Lo que ganó con él fue más que cualquier dolor.
Lo hizo reír, lo llenó de placer y lo envolvió en un éxtasis sin límites, aunque fuese por un breve periodo de tiempo.
Ganó más de lo que perdió. Y fue en ese momento, y sin darse cuenta, que el interior de Tony fue sanándose poco a poco.
¿Olvidar? Tal vez nunca lo haría. ¿Perdonar? Eventualmente. No quería dejar que el sufrimiento lo amargara. "... te prometo que si nos necesitas, si me necesitas... Ahí estaré".
Tony guardó la carta en el sobre, tomó el celular y los dejó en el cajón. Sonrió, -"Y yo también, Steve. Cuando me necesites, estaré contigo."
El millonario se puso de pie y salió de esa habitación, decidido a no dejarse desangrar internamente, dispuesto a que ese hilo de sangre dejara de fluir.
El futuro era incierto. Quizás... volverían a encontrarse. ¿Cómo colegas? Probablemente. ¿Cómo amantes? Quien sabe. Pero como fuese, Tony le daría vuelta a esa página. Trabajaría en sí mismo, en sus emociones, hasta poder curarse por completo.
Agradeció para sus adentros al rubio por todo lo que le dio, y se decidió a perdonarle por lo que le quitó. Y sin más, lo dejó ir.
FIN
Muchas gracias por seguir la lectura de este corto fanfic. Inicialmente iba a ser un solo capítulo, pero quise prolongarlo un poco más. Quise explorar un poco el sentir de Tony, dejando un final abierto, aunque no tan negativo para él.
Espero que les haya gustado y si es así, que lo compartan con otros. Un abrazo y nos seguiremos leyendo.