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Un par de meses después.

El chico de ojos verdes y cabello ruloso se encontraba dibujando en un pequeño cuaderno, sentado en su cama, con los pies cruzados, el ceño fruncido y su boca entreabierta por la concentración. En su mente estaba el dibujar un atardecer dominado por la noche y algunos edificios,  encima de estos una blanca y luna llena. En su mente parecía la mejor idea de todas, pero mientras avanzaba, se daba cuenta de que no estaba saliendo como quería, así que dio una mirada hacia fuera y dejó el dibujo a un lado. Se acercó al ventanal y se sentó frente a él para admirar la hermosa vista que la apenas conocida ciudad le regalaba.

Después de aquel innombrable suceso, llegó a un punto de depresión en el que tuvieron que internarlo a algún hospital de recuperación y lo dejaron ir hasta que estuvieron seguros de que regresaría a su vida normal. Decidió mudarse hacia algún otro lugar en el cual no pudiera recordar a Louis. Por lo menos no la mayoría del tiempo.

Era un día nublado y comenzaban a caer pequeñas gotas de lluvia. Sonrió inconscientemente al ver las pequeñas gotas resbalar por el cristal por fuera, y con su dedo siguió su recorrido hasta el suelo. Comenzó a tararear en voz baja una canción que llegó a su cabeza de repente y decidió salir a caminar.

Cuando estuvo afuera, observó a muchas personas que corrían, tratando de huir de el agua, a él en ningún momento le importó mojarse, al contrario, le encantaba. La idea de vivir en una ciudad que siempre esta humeda le parecía maravillosa. La mayoría del tiempo estaba nublado y llovía a cántaros, prácticamente era el mismísimo paraíso para Harry.

Comenzó a caminar por las solitarias calles, conociendo a el mundo, ahora mismo estarían escondidos en sus hogares, tomando una caliente taza de café cargado y viendo algún programa de televisión estupido solo para pasar el rato. Algo realmente aburrido.

Sonrió, mirando arriba, hacia las nubes con dificultad, causando que algunas gotas de lluvia cayeran en sus ojos, haciendo que los cierre inmediatamente y que bajara la cabeza y pusiera la vista al frente. Unas cuadras después,  del otro lado de la acera, se encontraba una heladería y sus ojos brillaron. El hombre dentro del local giró el cartel que estaba en la puerta, con la palabra "cerrado" puesta en ella. Hizo un puchero y metió sus manos a sus bolsillos, resignado.

Pensó que sería un buen día, y aunque comenzaba a dudar, sus esperanzas seguían ahí, es decir, un helado no cambiaría nada. La lluvia comenzaba a disminuir hasta acabarse por completo. Miró la hora en el amuleto-reloj que colgaba de su cuello, cinco de la tarde. Eso era bueno, significaba que aquel hombre solo fue a comer y luego volvería a abrir la heladería.

Esperaría hasta que abrieran de nuevo, no quería volver todavía a casa sin comer un helado y no tenía otro lugar a donde ir, llegó a un parque ubicado una calle después, el cual tampoco le quedaba muy lejos de casa. Se sentó en una de las bancas que se encontraban ahí a pesar de saber que estas estaban mojadas y miró hacia el otro lado del parque sin ningún propósito y pronto, la melancolía llegó a él y comenzó a sentirse sólo.

Como quería que Louis estuviera a su lado, abrazándolo con sus delgados y suaves brazos, repartiendo besos por toda su cara. Harry contándole algún estúpido chiste, mientras él se ríe a su lado aunque no sea para nada gracioso.

Negó con la cabeza, cerrando sus ojos momentáneamente intentando apartar esos pensamientos tan masoquistas y tomó su celular para jugar un momento y dejar pasar el tiempo para comprar su helado.

Pasó alrededor de media hora, pues no pensaba que el hombre tardaría tanto para comer, y se dirigió de nuevo a aquel local, que efectivamente, ya se encontraba abierto. Suspiró agradecido y entró con la ilusión de un niño pequeño brillando en sus ojos.

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⏰ Última actualización: May 09, 2019 ⏰

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Clothing, Makeup and Amnesia  || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora