Christopher

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Tamborilee los dedos en el manubrio con el ritmo de la canción.

Losing my religion había sido la canción que me había encantado de ellos la primera vez que los escuché junto a ella... y maldita sea, había terminado siendo mi grupo favorito.

Me bajé del auto con tranquilidad. Hernando se había alterado en su totalidad ¿Cómo era qué todavía no entendía que me podía cuidar yo sólo? Casi que había armado un lío más grande del que tenía.

El día de ayer no había podido porque el auto se había quedado sin batería. E iba a ir después de que fuera a ver a mis sobrinas y a mi hermano. Pero que interrumpieran en su casa sin respeto alguno asustando a las niñas y casi que empujándome a la salida a patadas.

Todavía me dolía el culo. Les haría pagar un poco.

Los cuarto idiotas se bajaron justo detrás mío antes de acercarse a mí.

-Vamos- me dijo él Polilla.

-Tranquilo -sonreí- que no me voy a escapar- le guiñe el ojo y deje que me llevaran.

Caminamos en silencio, pasando por las tumbas terrenales para llegar a las de pared, doblaron a la derecha en la primera esquina y se detuvieron ahí.

Eran tan idiotas que elegían el camino principal y las tumbas más cercanas a la salida, pero no querían que me escapara.

-Que originalidad muchachitos -sonreí y me apoyé con naturalidad en la pared- Ahora muéstrenme cual es su procedimiento-.

-Sabes lo que estamos haciendo aquí-.

-No sabes que no- negué con la cabeza.

-Le debes plata a Esteban-.

-Oh mira tú qué se me había olvidado- dije tratando de molestarlo.

-Le debías de pagar ayer- comentó Bruno o Bruto, lo que sea.

-Lo sé- rodé los ojos ¿Cómo no me iba a acordar de pagar? Yo no sé de donde sacaban sus palabras. Si de sus pelotas o de su cabeza.

-Ya es la segunda vez que te pasa esto-.

-Lo sé- sonreí.

-¿Te estás burlando de nosotros?- preguntó uno de ellos que me recordaba a Calamardo con esa nariz chata. No me acordaba de su nombre.

-Si es eso lo que crees- me encogí de hombros.

Se estaban empezando a cabrear y eso era lo que me gustaba.

-Haber me escuchas, te dije que queremos el dinero- habló él Polilla.

-Pero si yo no te debo nada de nada- bromeé.

-¿Te estás haciendo el pendejo?-.

Oh si. Unas palabras más y empezaba la pelea. Apreté mis puños.

-Christopher- pronunció una voz atrás mío.

¿Qué? Esto no podía ser cierto. Me enderecé de la pared y mire para atrás sorprendido.

No podía creer lo que veían mis ojos.

-¿Dulce?- pregunté queriendo asegurarme de que esto no era más que un sueño. Pero ella seguía aquí.

En otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora