Capítulo 1

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Laurent Delmonico, describirte de pies a cabeza me tomaría bastante entereza. Me temo que soy extremadamente celosa, celo hasta a los sintagmas que atolondrados chocan entre sí, perdiendo toda coherencia y su poca cordura tratando de si quiera rozar tu ser.
Ni te imaginas cuánta rabia le guardo a las palabras, pero por cuestiones caprichosas de la vida, me he visto obligada a recurrir a ellas como tal vez mi único medio de rozarte de pies a cabeza, admito, con muy poca entereza.
Querido, creo que te he escrito durante tanto tiempo que tengo a tu ser descuartizado en mis libretas.

Tengo exactamente cinco cosas más importantes qué hacer, pero estoy aquí, sentada en el sofá con la portátil, mirándote la cara de idiota que pones al dormir, viendo como tus brazos envuelven a Gigi, siempre la tienes encima, ¿no te cansas? A mí me cansa, parece poseer una fuente de energía inagotable, creo que la absorbe de los demás, eso explicaría el porqué cuando estoy a su lado me siento repentinamente más cansada.

—¿Sigues? —el sonido del teclado te despierta y yo te doy un gruñido en respuesta. La verdad es que no he avanzando ninguno de mis trabajos para la universidad. Tampoco le he dado de comer al gato, quién lleva mirándome desde la ventana con ojos amenazadores desde hace veinte minutos—. Oye —desenredas tus brazos de ella, te levantas con suavidad del sofá para no despertarla y te me acercas, te pones en cuclillas frente a mí y yo ruego para qué no sea lo que estoy pensando—, ¿qué le puedo regalar a Gigi mañana por nuestro aniversario?

«Un cerebro no sería mala idea.»

—Podrías llevarla a cenar. —con tus pupilas clavadas en las mías no puedo evitar sentir un escalofrío que me recorre el cuerpo.

—No tengo mucho dinero —chasqueas la lengua y apartas la mirada, con tus ojos mirando a cualquier otro lado me doy el gusto de observar tus largas y rizadas pestañas, también trazo tus labios y tu linda nariz en mi mente, me doy el gusto porque hace más de tres semanas no puedo verte de tan cerca, desde la vez que me encontraste revisando tu perfil de Facebook has estado huyendo de mí.

—Tus padres tienen un restaurante, Lau. Como en la primera cita. A mi me encanta el guisado que preparan, es exquisito, seguro le encantará. Y tus padres estarán felices de verla. Solo piénsalo. Si alguien hace eso por mí lo amaría, tú sabes cómo me encanta la comida, y la que preparan tus padres más. Pero cómo es Gigi tal vez no prefiera un guisado y solo quiera una ensalada, pero de igual manera la que preparan tus padres es la mejor ensalada del mundo, cuándo me llevó el otro día a almorzar la...

— Te quiero, pero hablas demasiado Icíar, de igual manera gracias, es una idea fantástica —me interrumpes, te incorporas del suelo y te vas no sin antes despeinarme el cabello. Haces eso siempre. Quisiera hacerlo siempre contigo. Me comienza a doler el estómago un poco porque sí le preguntas a Gigi a qué restaurante me llevó a comer ensalada el otro día te preguntará de qué rayos estás hablando. Ni siquiera sé si en el menú del restaurante de tus padres hay algún guisado.
Al parecer tú tampoco.

Gigi se despierta a los minutos y se estira, mira a su lado encontrándose con tu asiento vacío, suspira y se frota los ojos. Aún después de no haber dormido porque se pasaron terminando su trabajo juntos, sus rubios cabellos seguían arreglados perfectamente desarreglados en una coleta baja.

—¿Laurent? —me encojo de hombros—. Mañana es veinte. —recuerda emocionada y yo sonrío.

—¿Ya pensaste en algo? Podrías llevarlo a cenar —una sonrisa maliciosa se forma en mi boca—, sí, a un restaurante lujoso, él adora los makis, ¿no es así?

—¡Sí, sí! Y puedo estrenar ese vestido color champagne tan lindo que me compré. Eres la mejor.

«Lo sé.»

—No es nada prima. —le guiño el ojo.

**

Al día siguiente me levanté lo más temprano que pude (8:30 am) y me dispuse a prepararles el desayuno, tenía tal vez unos diez minutos antes de que despertarán, así que abrí el yogurt griego que había comprado ayer y lavé algunas frambuesas y moras frescas. Seis de cada uno para cada tazón, también exprimí un par de naranjas, luego lo puse en una bandeja y se los llevé directo a la cama.

—¡Feliz aniversario!

«Ojalá y sea el último.»

—¡Oh por Dios, Icíar! No te hubieras molestado, eres muy dulce —exclama Gigi sentándose en la cama y ocultando quién sabe qué debajo de la almohada, seguro tú sabes qué. Tú solo te atinas a agradecer y comer.

Las consecuencias de mis jugadas de ayer se hicieron esperar hasta la tarde, a eso de las siete, Gigi salió de mi habitación con su hermoso vestido, tacones altos y el maquillaje que me hizo hacerle.
Tú estabas con un polo blanco, un blaiser azul marino y tus jeans más decentes. El cabello lo traías mojado y podía reconocer tu perfume a cientos de kilómetros de distancia, ese aroma fuerte es causante de mis delirios.

—Wow, amor, no te lo tomes a mal pero... ¿por qué tanta elegancia? —no puedo evitar rodar los ojos ante tu comentario.

—Iremos a cenar —te dice Gigi sonriente. Y yo me recuesto en el marco de la puerta de mi habitación porque se viene lo bueno.

—Sí, eso ya lo sé —Al Millars— A Delmonico's —hablan al mismo tiempo y yo evito soltar una carcajada.

—Espera, ¿qué? Ya hice la reserva en Millars.

—¿Millars? Ese restaurante es carísimo. —enarcas las cejas, pareces muy sorprendido.

—¿Iremos a cenar con tus padres?

—¡Sí! ¡Nos están esperando, cerraron el restaurante solo para nosotros!

—Entonces vamos a Delmonico's.

—Gigi, ¿cuánto te costó la reserva?

—No es importante, vamos. —ella se dispone a salir y tú la tomas del brazo.

—Gigi. —dices con voz severa.

—Cien dólares.

—¡¿Qué?! Entonces vamos al Millars.

—¡No! Yo quiero ir dónde tus padres.

—¡No! ¡No quieres! Ni siquiera te gusta la comida que preparan, ¡no comes más que ensalada! —Ella te mira incrédula y te da unos minutos para que te retractes. Pero no lo haces. Y no puedo evitar sonreír.

—Entonces me iré sola a Millars. —Gigi se cruza de brazos.

—Entonces me voy donde mis padres.

—Qué lo disfrutes.

—Lo haré. Icíar, acompáñame. —me ordenas, me pones esa mirada pícara que hasta ahora nunca había sido para mi y yo sonrío para mis adentros.

—Ah no, a mí no me metan en sus problemas. —retrocedo hasta entrar a mi habitación y cierro la puerta. Salió mejor de lo que esperaba.

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⏰ Última actualización: Oct 16, 2017 ⏰

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