INFORMO... ESTA HISTORIA NO TIENE NADA QUE VER CON LA ANTERIOR... A LA OTRA LA SEGUIRÉ DESPUÉS DE ESTA, ESTARÁ NOMBRADA COMO 16.2.
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Aries (M) x Piscis (H)
La joven movía su cabeza de un lado hacía el otro sin detenerse a pensar lo que realmente estaba haciendo. Sabía que sentía amor, pero no pensó para nada que llegaría a tal punto de observar desde las sombras a ese chico que la traía loca desde primer año.
Piscis Pawlitzki.
Había sido su amor platónico desde que lo conoció. Esa amable sonrisa y esos ojos brillantes cautivaron todo el ser de la chica de manera inesperada desde el primer momento. Su voz cálida emocionaba hasta el interior de su corazón cada vez más, haciendo hasta lo que más temía, pero sin embargo era cosa de tiempo; ella se había convertido en una stalker profesional
Había estado acompañándolo siempre, de manera literal, pero su pudor no le dejaba ser capaz de entablar una conversación con él sin decir cualquier frase incoherente, como era en el caso que se conocieron.
La chica se encontraba organizando libros en la biblioteca de la escuela ya que se había ofrecido como voluntaria a eso, segundos después de lograban percibir los pasos de una persona adentrándose en la habitación. La muchacha retrocedía unos pasos al escuchar más de cerca las inesperadas pisadas. Quizás un profesor tendría que usar alguna computadora, o un alumno venía a buscar algo que se le habría quedado; de cualquier manera, se suponía que ella era la única ayudando ese día en la biblioteca.
Se alejó a leves zancadas del centro de la habitación y se acercó más al desconocido, logrando verlo de alguna manera. Una gran pila de cajas se encontraba entre sus brazos y estás cubrían su rostro. Al parecer era un chico cerca del metro setenta. No parecía ser muy dominante o algo así con relevancia, pues caminaba a pasos cortos, y, a pesar de eso, no tenía similitud con la inevitablemente torpeza de la joven que yacía observándolo desde hace segundos que parecieran ser horas.
Pegó un salto hacia atrás a causa de la impresión de ver cómo colocaba las cajas sobre el escritorio de la bibliotecaria de manera repentina.
La había puesto nerviosa sin siquiera contemplar su rostro. Necesitaba salir de allí rápido, antes de caer embobada a los pies del desconocido. Nunca fue buena socializando con personas en general; solía volverse bastante nerviosa sin razón aparente, le costaba confiar en las personas y a la vez eso le molestaba. Quería hacer algo por ella misma una vez en su enigmática vida de instituto que no había comenzado hace mucho.
Suspiró rendida. No podía hacer nada por ella misma aunque quisiera, y ya se había resignado a la idea.
Observó el la nuca del chico tensarse gracias al peso de entre sus brazos, que segundos después se esfumó y se relajó. Unos tonos cafes casi rubios se colaba en su nuca y todo su cabello. Algo inusual pero a la vez hermoso.
La pelinegra reaccionó de aquel trance gracias a ver el movimiento del chico, que alertaba que se daría vuelta y probablemente se encontraría con esa inesperada admiradora. La chica giró su vista hacia arriba al sentir un repentino movimiento en el estante donde se encontraba acomodando libros anteriormente.
—Oh no...—Susurró.
Lamentándose por no poner atención en lo que hacía, una pequeña pila de aproximadamente ocho libros cayeron alrededor de ella, provocando un estruendo. Afortunadamente ninguno la golpeó en la cabeza.
—Maldición—dijo para sí misma, probablemente el castaño ya se había percatado de su presencia.
El muchacho antes visto apareció a su costado mirando el desorden en el suelo y la mirada de la joven, que probablemente se había asustado.