Nadie hacia ni un movimiento, los ojos de los soldados se concentraban en su espalda. Esperaban su orden.
Habían pasado una semana de viaje para llegar hasta este lugar, sabían lo que tenían que hacer pero aun así sus corazones latían fuertemente.Su suspiro se escuchó como un grito que resonaba por las paredes de la cueva maldita.
-Ábranla.
Los hombres contaron hasta tres y con pujidos y gemidos tiraron de la enorme piedra que hacia de puerta y guardia. Él calculaba que medía al menos tres metros y medio con un grosor de un metro, y estaba llena de letras antiguas y sellos, hechizos, o eso le habían dicho los brujos que Cecil le había obligado a llevar. Y de mucho le habían servido. Cuando uno de sus hombres tocó la puerta sus palmas se habían abrazado totalmente. Los brujos se habían quedado toda la noche en círculos, cantando y haciendo las cosas que ellos hacen. Había dejado a un hombre cuidándolos todo el tiempo, todos sabían que los hechiceros eran criaturas traicioneras, por eso se había enterando de que durante la noche habían sacrificado a uno de ellos. Alecxander aun podía ver la sangre en el suelo, manchas de dedos que se aferraban a lo que pudiera haber a su alcance, huyendo.
Después salieron y se dirigieron a donde Alecxander estaba. El líder, un hombre delgado y alto, con la cara tatuada le había dicho
--Hicimos todo lo que pudimos. Ahora es trabajo de ustedes mover la piedra.
Los soldados jalaban las cuerdas amarradas a la puerta con todas sus fuerzas pero aún así el movimiento era mínimo. Pasaron dos horas para que pudieran recorrerla lo suficiente para que entraran. Que clase de ser habían encarcelado aquí. Cuanto miedo tenían que necesitaron asegurarse de que lo que pondrían aquí nunca saldría.
Y ahora él iba sacarlo.
--Suficiente.
Daba ordenes mientras se dirigía a la entrada de la cripta.
--Preparen sus armas, quiero a los arqueros en la primera linea y a los hechiceros en la segunda. Siete entran conmigo, cinco detrás de mi y al final dos con el ataúd de piedra.
El líder se adelanto corriendo a su lado.
--¡General! Si me permite, creo que lo mas indicado es que vaya acompañado de uno de nosotros. La puerta tenia maleficios extremadamente fuertes, no dudo que dentro de la cripta haya mas sorpresas. Si algo le pasara al general, el maestro Cecil pondría nuestras cabezas en picas.
Alecxander se detuvo y volteó a mirarlo.
--Claro. Usted entra después de mi.
El líder asintió con una reverencia.
Muy bien.
--Aquí vamos.
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BlackWitch
RandomHace mucho, mucho tiempo, existían cuatro grandes reinos aliados que se impusieron a los demás. Gobernaban desde los cielos hasta los mares mas profundos. Nadie podía ganarle al poder de los cuatro reinos unidos. Llenos de soberbia los reyes y reina...