Suplicas

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The four season's
(Libro 1)

Invierno

Capítulo cinco

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Capítulo cinco

Súplicas

Esa noche y la siguiente,la gente del pueblo no dejó de visitar a su padre, para suplicarle que convenciera a Amethys de marcharse a la montaña.

El señor Lord escuchaba en silencio sin opinar nada,a todos les parecía tan fácil pedirle que se deshiciera de su hija como si fuera un simple bulto estorboso.

Mientras tanto, su hija los espiaba oculta entre las sombras de la planta alta,escuchando a aquellos que alguna vez la consideraron una buena hija,buena amiga y vecina despotricar en su contra.

-Padre,¿qué vamos a hacer?- bajó a preguntar Arthemys una vez que sus vecinos más rezagados se retiraron -,sólo quedan dos días. Mañana ya no podremos salir. La tormenta arrecia cada vez más. Y eso sin contar qué Narcissus está muriendo lentamente.

-No lo sé. Lo que hizo ti hermana no tiene perdón.

Una lágrima se le escapó a Amethys,mientras un nudo le oprimía la garganta. Jamás se imaginó que su propio padre la llegaría a repudiar de esa manera.

-Debemos convencerle de entregarse - se apresuró Arthemys a responder.

-¿Y sí lo qué dice es verdad? ¿Y sí ella no hizo nada?

Su hija lo miró con desconfianza,mientras que a Amethys le volvía a latir en el corazón la esperanza.

Su padre dudaba.

-Pero padre,¿cómo puedes dudar? Te consta que muchas veces dijo que ella sí se atrevería a pedirles algo.

-Pero eso era antes, cuando eran niñas y jugaban a desquiciarme.

-No lo sé padre. Amethys siempre ha sido tan... Rebelde y voluntariosa. Ya no sé qué creer.

-¿Y qué puedo hacer yo Arthemys? Ella también es mí hija. ¡No puedo solo...entregarla a ese demonio! el señor Lord se soltó llorando.

A Amethys le pareció que su padre envejecía diez años de golpe.

(...)

Aquella noche,la tormenta de nieve había ido empeorando. El pueblo se estaba congelando lentamente. El frío calaba hasta los huesos y ninguna fogata era suficiente para aplacar el intenso frío que se colaba hasta el último rincón de cada vivienda en el pueblo de Endless. Mientras tanto, Narcissus seguía luchando contra la muerte mientras ardía en fiebre,temblando y estremeciéndose en los sueños de Amethys.

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