Invierno
Capítulo dieciocho
Votos de amor
La relación entre el príncipe Diamante y Amethys floreció como la primavera, que con su algarabía de colores pintaba la llanura junto a la villa.
Las estaciones se sucedieron unas a otras y Amethys tuvo la oportunidad de conocer a los otros dos hermanos que estuvieron de visita al dar inició la estación que representaban, y fue invitada a visitarlos en sus refugios.
Ellos no podían permanecer mucho tiempo en el castillo del invierno; así cómo cada una de las estaciones se debilitan entre ellas,de la misma forma afectan a sus señores.
Para Esmeralda, la primavera, el invierno era su peor enemigo,a Zaphiro el señor del verano le turbaba el otoño y para su hermano Rubeus la primavera era casi mortal. Y esa era la razón por la que Zaphiro no le permitió a Diamante ayudarlo con Luna aquella vez. El verano causaba estragos en el señor del invierno, como bien pudo comprobar Amethys cuando la estación cálida tocó a las puertas del palacio.
Por veinte días el príncipe Diamante padeció con altas temperaturas y de un humor insoportable, aún así Amethys no se apartó de él y le cuido durante todo el tiempo que padeció aquella tortura.
Cuando las lluvias del verano arreciaron, el señor del invierno mejoró y después el otoño llegó y todo volvió a la normalidad.
Cuando los copos de nieve comenzaron a caer de nuevo, Amethys fue envuelta por una nube de romance. Miradas discretas cuándo creían que el otro no se daba cuenta, roces de manos que los hacia sonrojarse y de un momento a otro completaban sus frases. Bailaban bajo la luz de la luna en el lago congelado, jugaban guerrillas con bolas de nieve contra los soldados de hielo, recorrían la montaña en trineo compitiendo con la manada de Luna... Incluso cocinaban el uno para el otro bajos las protestas inútiles de Tulpen el cocinero.
Los días eran demasiado cortos para los dos enamorados y las noches muy largas porque permanecían separados.
«Entonces,¿qué es lo qué pasó? ¿Por qué sentía que se estaban alejando? Se preguntaba Amethys, mientras sentía que las lágrimas corrían por su rostro.
Lágrimas lentas y dolorosas, de profunda desolación.
—Estás encantadora,querida — dijo la señora White mientras arreglaba los volantes de su vestido azul turquesa; el vestido favorito de Diamante, aquel que escogió él mismo para que usará la primera vez que estuvo en el palacio y que ella por caprichosa se negó a llevar solo para molestarle.
—Aquí estás. Fui el afortunado en venir a buscarte.
El señor del otoño entró en la habitación contrastando con el decorado. Como siempre, vestía de rojo y dorado.
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invierno
FantasyEn edición: Romance y fantasía. Amethys Lord nunca imaginó que el día de su boda sería el más horrible de su vida... Cuando el señor del invierno, uno de los cuatro demonios que habitaban la montaña llegó a la pequeña capilla de Endless snow reclamá...