Dos cartas

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Brooklyn 1944

Después de otro día de trabajo, Grace volvió caminando a su casa con un extraño sentimiento.

Recordó que unas semanas después de que James se fuera a la guerra, Steve también lo hizo. No importaba cuanto había insistido y hablado con él, Steve no cambiaria de opinión.

Grace estaba realmente preocupada por su mejor amigo, Steve siempre ponía a los demás por encima de él, era demasiado bueno. No supo como aceptaron su solicitud de alistamiento después de que leyeran su historial médico. La guerra debía de ser peor de lo que imaginaba si necesitaban a tantos soldados posibles, aunque ambos muchachos lo ocultaran en sus cartas.

De todas formas le habían dejado las dos únicas personas que tenía en su vida. Quería y debía apoyar el sueño de su prometido y su mejor amigo, pero no podía dejar de pensar en cómo deseaba que ellos estuvieran a su lado, como siempre lo estuvieron.

Grace echaba de menos a James todos los días, cada minuto y segundo, miraba su anillo de compromiso con esperanza de volver a recibir una carta de él para aliviarle aquella angustia, como una de las últimas cartas que recibió de Bucker tan ilusionado por que le habían ascendido, también Steve le escribía sobre lo satisfecho que se sentía al formar parte de esa historia.

Un día llegó a casa, se preparó una taza de té y se sentó en el sofá imaginando que haría James si estuviera ahí a su lado. Lo más probable era que él digiera alguna estupidez para hacerla reír o haría algo divertido con Steve, como solían hacer, luego la acercaría a sus brazos para después besarla.

Inconscientemente Grace sonrió al recordar el sonido de la voz de James viniendo de la cocina, Brooklyn nunca se había visto tan gris y solitario como para ella ahora.

Limpió sus lagrimas y cerró las ventanas bloqueando el viento frio que la estremecía, alguien llamó a la puerta, su corazón empezó latir rápidamente, no solía recibir visitas y no tenia buenos presentimientos. Al abrir, había un hombre alto y grande de pie con uniforme militar.

-¿Señorita Foster?-

-Sí, soy yo- Respondió con voz quebradiza sabiendo lo que le esperaba.

-Lo siento por sus pérdidas- 

El hombre le entregó dos cartas antes de irse, en ese preciso momento su mundo se desvaneció por completo, cerró débilmente la puerta para llorar desconsoladamente manteniendo en sus manos las dos cartas que contenían la confirmación de lo que mas temía.

Solo espera hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora