El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (Segunda Parte)

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DON QUIJOTE

DE LA MANCHA

(SEGUNDA PARTE)

Miguel de Cervantes Saavedra

ide e tne se rp aL

i c n ó r o c a re d n o p s e

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http://www.donquijote.org

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Segunda Parte

CAPÍTULO 1: De lo que el cura y el barbero pasaron con don Quijote cerca

de su enfermedad

Cuenta Cide Hamete Benengeli, en la segunda parte desta historia y tercera salida

de don Quijote, que el cura y el barbero se estuvieron casi un mes sin verle, por no

renovarle y traerle a la memoria las cosas pasadas; pero no por esto dejaron de

visitar a su sobrina y a su ama, encargándolas tuviesen cuenta con regalarle,

dándole a comer cosas confortativas y apropiadas para el corazón y el celebro, de

donde procedía, según buen discurso, toda su mala ventura. Las cuales dijeron que

así lo hacían, y lo harían, con la voluntad y cuidado posible, porque echaban de ver

que su señor por momentos iba dando muestras de estar en su entero juicio; de lo

cual recibieron los dos gran contento, por parecerles que habían acertado en

haberle traído encantado en el carro de los bueyes, como se contó en la primera

parte desta tan grande como puntual historia, en su último capítulo. Y así,

determinaron de visitarle y hacer esperiencia de su mejoría, aunque tenían casi por

imposible que la tuviese, y acordaron de no tocarle en ningún punto de la andante

caballería, por no ponerse a peligro de descoser los de la herida, que tan tiernos

estaban.

Visitáronle, en fin, y halláronle sentado en la cama, vestida una almilla de bayeta

verde, con un bonete colorado toledano; y estaba tan seco y amojamado, que no

parecía sino hecho de carne momia. Fueron dél muy bien recebidos, preguntáronle

por su salud, y él dio cuenta de sí y de ella con mucho juicio y con muy elegantes

palabras; y en el discurso de su plática vinieron a tratar en esto que llaman razón

de estado y modos de gobierno, enmendando este abuso y condenando aquél,

reformando una costumbre y desterrando otra, haciéndose cada uno de los tres un

nuevo legislador, un Licurgo moderno o un Solón flamante; y de tal manera

renovaron la república, que no pareció sino que la habían puesto en una fragua, y

sacado otra de la que pusieron; y habló don Quijote con tanta discreción en todas

las materias que se tocaron, que los dos esaminadores creyeron indubitadamente

que estaba del todo bueno y en su entero juicio.

Halláronse presentes a la plática la sobrina y ama, y no se hartaban de dar gracias

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