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III - "Reloj, agujas, muerte"

Al encontrar su aura sonrió de lado y volvió a desaparecer y re apareció atrás del monje; Este sin abrir los ojos, aún arrodillado ante la figura del hombre tallado en madera, saludó a la intrusa.

-Te he estado esperando.-Murmuró casi contento de su llegada.-Sentía cómo mi final llegaba, él me lo ha dicho.-Akami, aunque no sabía bien el porqué, dejó que el hombre hablara, quizá por respeto a él, quizá porque eran sus últimos momentos de vida.-Déjame decirte una cosa antes de que me mates Akami.-Ante el silencio por parte de la chica, el hombre siguió hablando.-Cada vez que el destino quiere comunicarse con una persona, se manifiesta a través de pequeñas luces azules, cada una de ellas representa un alma en paz, por lo tanto, cuanto más larga es la cadena de almas, más pura es tu alma, no importa si eres el ninja más temido del mundo, tu alma puede estar igual de pura que el alba misma.

>>Aunque está de más decírtelo, lo haré, nunca rechaces algo del destino, porque él lo tomará cómo una ofensa, y tú más que nadie, debe saber lo que es la tortura mental, cada grito, cada voz, eso que has vivido no es nada comparado con lo que vivirás si el destino se opone a ti; Cada visión que tengas, nunca las ignores, cada una de ellas tiene una enseñanza del futuro lejano o cercano, pero te servirá para saber qué hacer. El tiempo, oh cosa sagrada, nunca dejes que el tiempo te deje atrás, porque caerás a un abismo infernal. Si en algún momento tú sientes que ambos están en tu contra no hay nada más que puedas hacer, pero si los reconoces a ambos como un viejo amigo, no habrá nada que te pare.-El viejo sonrió aun sin abrir los ojos y sacó algo de su bolsillo.-Esto es un regalo de ambos hacia mi padre.-Murmuró abriendo por primera vez en todo el encuentro sus ojos, negros como el abismo del cual tanto hablaba, negros puros.-Él me ha dicho que este reloj te marca tu camino, a mí nunca me ha funcionado.-Sonó decepcionado.-Pero quizá a ti sí, cuando la aguja negra se pose sobre un número, una muerte de alguien cercano a ti es inminente, quizá esté a kilómetros o años luz de distancia, pero mientras tu corazón lo sienta cerca, será cercano. Si por lo contrario la aguja roja se posa sobre un número hay una muerte que puedes cambiar, todo depende de ti. Y La última aguja, santa y amada aguja blanca, ésta marca si has tenido éxito en tu intervención, si esta se posa sobre un número-el mismo que la aguja roja había marcado-has detenido una muerte inocente.-Calló unos segundos y volvió a hablar.-Solo debes tú descifrar a qué persona representa cada número y cuantas veces se repiten, hay solo 12 números, pero cada uno puede ser repetido las veces que el destino crea adecuado.-Sin más que decir posó el reloj de bolsillo en la mano de la chica.-No te entretengo más.-

Akami suspiró y con pesar, pues le había gustado el regalo por parte del monje, guardó el reloj y desenvainó su katana, atravesó el pecho del hombre dándole una muerte rápida e indolora, tras ver que el pulso del viejo se detenía, cortó su cabeza, pues la misión no estaría completa si no le llevaba la cabeza cómo la recompensa que era.

Cada palabra quedó marcada en su mente y corazón como si un fuego las hubiera marcado a medida que el hombre las relataba, miró por última vez el cuerpo del monje y salió de allí antes de que alguien la notase. Al llegar al punto en dónde estaba antes de matar a los guardias de la puerta, miró hacia atrás y cerró sus ojos en forma de respeto a Lee.

La noche caía sobre la copa de los verdes árboles en el camino de la azabache, había pasado solo un par de horas y faltaban unas pocas más para llegar a la cueva, cansada de tanto caminar, guardó la recompensa y se apoyó en un pequeño espacio entre los árboles para poder descansar un poco, no estaba tan lejos de la cueva, pero realmente estaba cansada.

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Akami abrió sus ojos logrando ver el cielo azul decorado con unas nubes blancas y esponjosas, por el cielo vio pasar una enorme ave de color blanco.