De alguna manera conseguí llegar al apartamento, aunque no tengo idea cómo. Cuando abrí la puerta, encontré a Oniria sentado en uno de los bancos de la cocina, acariciando a Milo que ronroneaba sobre la mesa. No pregunté que hacía ahí o cómo había entrado. Me daba completamente igual.
Me acerqué a Oniria y él me observó en silencio. Alargó una mano y la pasó sobre mi mejilla limpiando las lágrimas heladas por el frío de afuera. Me tomó de la cintura y yo me dejé llevar hasta que sus labios se encontraron con los míos.
Ya nada importaba.
Habían veces en las que dudaba que Oniria fuese realmente mi mellizo. No es porque no nos pareciéramos, había algo más...algo que no calzaba, aunque no estaba seguro de qué era ese algo. Luego me sentía ridículo por haber considerado eso. Obviamente era mi hermano, había estado junto a él casi toda mi vida.
Justo ahora, la idea no me parecía ridícula en absoluto.
Sus manos de pianista me había quitado el abrigo y se habían colado debajo de mi camisa acariciando cada centímetro de mi piel, mientras me besaba ferozmente. Casi había olvidado cómo eran sus besos. Había pasado tanto tiempo...quizás nunca me debí haber ido de su lado, él era la única persona que jamás me había abandonado.
Cerré los ojos olvidándome de Peter...del mundo, de todo.
Cuando los volví a abrir el apartamento había desaparecido y nos encontrábamos de pie en una playa con el mar a unos cuantos metros de nosotros. Se sentía tan real...el sol...las aves...el sonido de las olas rompiendo...la arena...la brisa con olor a sal. Siempre con Oniria las alucinaciones eran tan reales que casi parecían verdaderas.
—¿Te gusta?—preguntó rozando mi oreja con sus labios. Asentí en silencio.
El sol se estaba poniendo. Las nubes se habían teñido de colores creando hermosos celajes que contrastaban con el tono celeste del cielo. Oniria sabía que me encantaban los atardeceres.
Nos sentamos juntos en la arena, y Milo, que también se encontraba allí, se acurrucó en mi regazo con un maullido.
Había muchas cosas que ahora comprendía. La más importante..."Quién" era Oniria. ¿Mi hermano? Supongo que eso dependía del punto de vista. El sol ya empezaba a tocar el horizonte.
—Lo entiendes ¿verdad?—susurró Oniria entrelazando sus dedos con los míos. Su mirada estaba llena de tristeza.
Asentí. No lo comprendía todo, pero si lo necesario. El sol estaba bajando a una velocidad increíblemente lenta...seguramente iba a tardar horas en ocultarse.
—¿Sabes lo que va a suceder cuando el sol de oculte?
Volví a asentir.
—Necesito que aceptes o si no no voy a poder...—su voz se quebró. Inspiró profundamente antes de proseguir—¿Estás seguro de que quieres hacerlo?
Me reí sin humor.
—¿Acaso tengo opción?
—Sí, si la tienes—respondió.
—No, no la tengo y tú lo sabes. Nací para esto ¿no?—Era extraño como de repente toda mi vida tenía sentido aunque Oniria no hubiese dicho nada para explicarlo, no era necesario.
—No quiero...no quiero hacerte daño—murmuró él.
—No me vas a hacer daño.
—Voy a robarte el alma Leonardo—dijo con voz tensa.
—Lo sé...
—Pero...pero tu vida y Pet...—Le coloqué un dedo sobre los labios interrumpiéndolo.

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Oniria
Fantasy¿Qué es la vida sino un sueño? Después de dos años de vivir en Inglaterra junto con su amigo Peter, el misterioso hermano de Leo, Oniria, aparece de la nada haciendo que la vida de Leo de un giro inesperado. Leo toda su vida se ha cuestionado su pro...