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Medias blancas hasta medio muslo, que llegaban a taparse un poco con el suave y esponjoso suéter color rosa pastel, que le quedaba un par de tallas más grandes...

- ¿Podemos jugar, Daddy? Estoy aburrido... - dijo Ciel con una mirada inocente y una tierna sonrisa, mientras se sentaba sobre las piernas de Alois.

- No bebé. Estoy ocupado en este momento. - respondió Alois con un tono bastante seco, bajando a Ciel de su regazo.

El pequeño formó puchero en sus rosados labios y frunció el ceño. Su Daddy tenía ya muchos días sin ponerle atención, realmente se sentía solito: ya eran bastantes días sin mimos y besitos cariñosos. Bastantes días sin compartir una bañera llena de burbujas y caricias, y, aunque al principio se desconcertó, ya comenzaba a resignarse.

Rendido, salió de la oficina donde se encontraba y entró a su habitación para ver televisión. Aún esperando que el rubio le llamara para que se quedase. Sin embargo, eso no sucedió: un silencio invadía toda la mansión.

Ya indiferente por la situación, Ciel se arregló las medias, y acomodó un poco su suéter. Se dejó caer entre los mullidos almohadones, permitiéndose relajarse doblando ligeramente una pierna, logrando que su suéter se levantara un poco, pero no le importó; su Daddy no lo iba a ver en ese momento, y tal vez en muchos otros.

Aburrido, cambió los canales de televisión y, encontrando que no había nada interesante que ver, dirigió su mirada al techo, buscando algo nuevo con la esperanza de ver una araña nueva que significara un pretexto para poder hablarle a Alois y escuchar su voz hablándole dulce mientras lo abrazaba... Pero no; no había arañas y sabía que si le hablaba a su Daddy sólo por "nada, sólo te extraño", el mayor se enojaría por distraerlo de lo que fuera que estaba haciendo.

Ciel suspiró. Últimamente, Alois estaba muy tenso. Con cualquier cosa se alteraba, todo era motivo para molestarse y el mundo tenía la culpa de todo.

Comenzó a recordar un par de meses atrás, con todos los momentos pasionales que había tenido con el rubio. Todos esos amaneceres que veían juntos, únicamente cubiertos por blancas sábanas... Besos ardientes y embestidas deliciosas. Suaves mordidas y arañazos leves en la espalda del mayor, aderezados con dulces " te amo...". Una sonrisa viajó hasta sus delgados labios y una pequeña corriente eléctrica recorrió su piel, deteniéndose en su entrepierna.

Un cosquilleo comenzaba a hacerse presente bajo la suave tela de algodón de las bragas rosadas de encaje que el pequeño traía puestas. Las suaves facciones de su rostro cambiaron de expresión a una mezcla de confusión con algo de pánico. Inseguro, levantó un poco la orilla de su suéter... Sólo para asegurarse.

Como no queriendo ver, inclinó su cabeza hacia adelante, y enfocó su mirada en el pequeño bulto que comenzaba a aparecer entre sus piernas. Se sonrojó furiosamente y llevó de manera rápida sus manos a cubrir sus ojos. Se dejó caer hacia atrás, aún sin ver más: tenía un inicio de erección.

Y no era que le molestaran las erecciones... O bueno, tal vez un poco. Lo exasperante era no poder hacer nada para sentirse mejor, puesto que era una de las reglas de su Daddy: No debes tocar tus partes de princesa.

Lo malo de esa regla era la incómoda sensación entre sus piernitas.

Pasó unos minutos intentando ignorar el pequeño problema, pero no podía. Sólo con pensar que Alois se encontraba un par de pisos más abajo, sentía su deseo crecer, así como las pequeñas punzadas en su miembro.

Hey, Daddy! 🖤 [AloisxCiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora