EL ENCUENTRO

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El tiempo siguió su curso. Para Jimin los días pasaban como hojas de un cuaderno en blanco. Sentía como si estuviese viviendo una vida que no le pertenecía.

Sus padres decidieron viajar, obviamente Jimin iría con ellos. Pensaban que quizá le haría bien, descansar, alejarse de todo aquello que sin querer lo hacía intentar recordar cosas que solo lo dejaban con un intenso dolor de cabeza y más dudas e incertidumbre que antes. De esa manera terminaron en el pueblo natal de su abuelo a unos cuantos kilómetros de la ciudad donde vivían. Lo que se suponía que serían unos cuantos días, se convirtieron en semanas... y un poquito mas.los días pasaban como hojas de un cuaderno en blanco. Sentía como si estuviese viviendo una vida que no le pertenecía.

 Un año pasaría para que Jimin pudiese regresar de nuevo a la casa que compartía con sus padres en la ciudad en él que había crecido. Cabe mencionar que él seguía sin recordar absolutamente nada. Aunque el hecho de sentirse un completo extraño entre su propia familia había dejado de preocuparle de manera importante, había algo que no dejaba de rondarle la cabeza, era una idea rara, hasta cierto punto absurda... pero es que él sentía que su propia familia estaba ocultándole algo. Para empezar, era bastante extraño que hubiesen decidido alejarse de la casa en la que había crecido, si la idea era intentar recuperar su vida anterior, pese a que los médicos no daban ninguna esperanza, lo lógico era quedarse en aquel lugar en el que había pasado su niñez y adolescencia, donde estaban sus amigos y demás personas que lo conocían, pero al parecer su madre había sentido demasiada urgencia por marcharse. Eso no podía dejar de parecerle extraño.

Pensaban que quizá le haría bien, descansar, alejarse de todo aquello que sin querer lo hacía intentar recordar cosas que solo lo dejaban con un intenso dolor de cabeza y más dudas e incertidumbre que antes. De esa manera terminaron en el pueblo natal de su abuelo a unos cuantos kilómetros de la ciudad donde vivían. Lo que se suponía que serían unos cuantos días, se convirtieron en semanas... y un poquito mas.los días pasaban como hojas de un cuaderno en blanco. Sentía como si estuviese viviendo una vida que no le pertenecía.

Un día después de haber regresado por fin a su casa, Jimin decidió salir. Justamente ese fin de semana se celebraría en una plaza una especie de feria cultural. Se venderían libros, se mostrarían pinturas, que quizá estuviesen también a la venta y algunas cosas mas que pudieran resultar interesantes.

 Sus padres habían salido a un pueblo cercano a visitar amigos de la familia, Jimin por supuesto se negó a asistir argumentando que no se sentía del todo animado para salir, dijo que prefería quedarse la tarde entera viendo películas en su habitación y aunque no muy convencida su madre accedió a dejarlo solo. Tampoco es que fuera un niño que necesitara cuidados, pero a veces Jimin sentía que su madre se preocupaba excesivamente por el. Desde su regreso no quería que saliera prácticamente a ningún lado, de hecho ni siquiera había estado de acuerdo en que reanudara sus estudios de maestría en literatura, aunque en eso quizá podía tener razón, Jimin no recordaba absolutamente nada de literatura. Pero estar sin hacer nada estaba volviéndose completamente aburrido.

En cuanto tuvo oportunidad y sus padres se hubiesen ido, tomo su móvil, las llaves de la casa y salió. Tenía un coche, pero pensó que sería mejor caminar, observar las calles, las personas, quizá algo entre aquel mar de gente lo haría recordar... él aun no perdía la esperanza.

 La plaza era enorme y estaba llena de locales y personas, Jimin prácticamente no sabía por donde empezar a mirar. Había libros en cada lugar que se topaba, acetatos, pinturas, esculturas, aquello estaba como para pasarse el día entero mirando y aun así quedarse con ganas de más. Un pequeño puesto de libros usados llamó su atención. Si se supone que estudiaba una maestría en literatura, posiblemente reconocería algún libro. Se acercó

—¿Buscas un libro en especial? – una voz se escucho detrás de una montaña de libros.

 —¿Eh? No, nada en especial, solamente quería mirar – la mujer le dedicó una sonrisa y se concentró en regresar a su lugar los libros que las personas ociosas movían de su sitio.

Jimin siguió avanzando entre los estantes de aquel puesto hasta que un libro en especial llamó su atención.

—Demian – dijo en voz baja mientras estiraba su mano para tomar el pequeño libro del estante frente a él... aunque su mano chocó con la de alguien mas que se le había adelantado.

—¡Oh lo siento! Tú lo viste primero – la voz cálida y amable de un chico se escucho de pronto, haciéndolo levantar inmediatamente la mirada.

Frente a él se encontraba un joven quizá de su edad, vestía pantalón negro junto una   playera blanca tenía la sonrisa mas hermosa que Samuel había visto en su vida, además de aquellos ojos que se hacían mas pequeños al sonreír.

 La sonrisa de aquel chico se borró inmediatamente después de ver como Jimin presionaba ambas sienes con las manos y es que al momento de verlo, un intenso dolor lo había hecho incluso sentir mareado. Intentó calmarse respirando con algo de dificultad.

—¡Por Dios! ¿Estas bien? Lograrás que me de un infarto – el chico desconocido sostenía a jimin del brazo, mientras él intentaba pararse derecho – El libro es todo tuyo, no necesitas intentar asustarme.

Unos segundos de silencio y una escandalosa carcajada se escuchó por parte de ambos. Samuel se incorporó por completo y el chico soltó su brazo. Se miraron por unos segundos que parecieron eternos hasta que Samuel se atrevió a hablar.

—Me llamo Jimin, mucho gusto... ¿Tú eres...? – el chico lo miró como dudando en responder, o al menos eso había sentido Jimin, aunque finalmente lo hizo. —Yoongi, me llamo Yoongi Pero me Puedes decir Suga – la misma hermosa sonrisa pintó sus labios. 

—Esta pregunta te va a sonar tonta quizá, pero ¿ya nos habíamos visto antes? Es decir ¿nos conocemos? – Suga alzó una ceja como analizando la pregunta.

 —Estoy seguro que si te conociera, no hubiese podido olvidarme de ti... así que no, no nos conocemos.

Aquel comentario le había sonado a Jimin como un descarado coqueteo, aunque era el pensamiento más raro que había tenido hasta el momento ¿un hombre coqueteándole a él? Eso si que era un muy buen chiste, lo mas raro aquí es que no le había desagradado, ni le había parecido fuera de lugar o algo parecido, hasta el momento, su sexualidad era algo en lo que Jimin no había pensado, pero en este preciso momento se daba cuenta que aquel joven frente a él le parecía incluso lindo, además de que le resultaba familiar a un nivel que asustaba, creía reconocer incluso su ropa, su mirada, su sonrisa, su forma de hablar, pero él decía no conocerlo, así que obviamente solo eran figuraciones de Jimin. 

 —¿Te gustaría que fuéramos a tomar un café? Digo si no estas muy ocupado – Jimin quizá estaba precipitándose demasiado con aquella pregunta, pero era la primera vez desde que había despertado en aquel hospital, que se sentía acompañado por alguien que le resultabas familiar, aunque este chico, Suga, no tuviese ni idea de quien era él, Jimin sentía que estaba con un viejo amigo y no quería desaprovechar eso. Unos segundos pasaron y unas cuantas muecas en el expresivo rostro de Suga hasta que por fin... 

 —Me encantaría.

Estaban por salir del local cuando una voz los frenó a ambos de golpe.

—¿Piensan pagar ese libro? – La voz de la vendedora se escucho al fondo.De nuevo una fuerte carcajada salion de sus labios de ambos chicos.Jimin aun sostenía el libro

Claro que si – respondió Suga. Se acercó a la vendedora extendiendo su mano con algunos billetes en ella – quédese con el cambio.

Salieron por fin y empezaron a avanzar en silencio, aunque no era de esos silencios incomodos, era silencio, sin mas explicación... CONTINUARA

Juntos Hasta La Eternidad(YOOMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora