Jueves 25 de mayo de 2017.
12:34 am.Juraste que no volverías a escribir sobre ella, pero es una sombra... Es tu sombra, porque a donde quiera que vayas te perseguirá.
Y te dices a ti misma que las mariposas desprendieron de tu cuerpo meses atrás, pero al observar su silueta aproximándose con cautela –tal cual un depredador–, hizo darte cuenta de la realidad: Te había marcado de por vida.
Al verle, el lugar en donde te encontrabas se convirtió en un campo de batalla; miles de proyectiles salían de tu cuerpo, tenían un destino: Tu sombra. Intentaron detener la aproximación del atacante pero les fue imposible. Tu sombra estaba frente tuyo.
La temperatura subía y podías escuchar la detonación de las bombas en tu pecho. Era extraño estar en plena guerra y que nadie se diera cuenta, que nadie pudiera ayudarte. Jamás habrías pensado que las explosiones serían tan rápidas y dolorosas, a tal grado que hicieran desaparecer tus sentidos por unos microsegundos.
Lo mejor que podías hacer era aferrarte a lo más cercano que tuvieras y mantener tus manos ocupadas porque de no ser así, entonces comenzarías a temblar y eso te delataría. Y no podía ver tu debilidad, no después de todo el daño que te había causado. No podía darse cuenta de lo que provocaba en ti, porque entonces sabría que aún le querías. Sabría que con aquella estúpida sonrisa y aquellos ojos marrones –que alguna vez te miraron a las 3 de la madrugada– podría hacer que cayeras a sus pies nuevamente.
Entonces recuerdas ese beso que te marcó. Porque lo hizo. Te marcó. Para luego marcharse sin decir nada.