Capitulo II

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-Mira Croway, el flujo de gases a gran escala es más intenso a cada segundo, si miras hacia arriba verás la masa visible formada por gotas de agua microscópicas suspendidas en la atmósfera. ¿Sabés lo que significa?
Croway comenzó a ladrar y a agitar su cola en señal de alegría.
-¡Exacto! Mi canino amigo, esta noche lloverá. Y vaya que no será una pequeña lluviecita.

  Hice una breve pausa para admirar el nuboso cielo. Parecía que se venía el próximo diluvio.
-Lo siento muchacho, pero debemos apresurarnos para pasar por el mercado y llegar a casa con la ropa seca en mi caso y el pelo seco en el tuyo.

  Salimos del parque en dirección al mercado, donde compramos café, azúcar, 1/2 de manzanas y 1kg de carne. Luego caminamos apresuradamente hacia nuestra casa.

  A diferencia de Croway, no me encantan los días de lluvia, ya que significa poca movilización, menos tiempo en las calles y por ende poco avance en cuanto a mi trabajo.

  Aunque me parece productiva para cultivar el conocimiento y ejercitar la mente. En días así dedico especial tiempo a leer libros científicos y trato de aprender sobre diferentes culturas, releo periódicos tanto antiguos como recientes, estudio diferentes metodologías de investigación, las comparo y rescato las enseñanzas que ellas me dejan para mejorar mi propia metodología. En fin, busco informarme y aprender más sobre temas que a la mayoría de las personas les parecerían aburridos. De todos modos, no es mi prioridad contentar a nadie con mis acciones sino que, procuro la justicia y el bienestar de las personas. No me importan los aplausos ni los reconocimientos, al fin y al cabo en poco tiempo éstos se vuelven tan sólo recuerdos grabados en la memoria o cuadros llenos de polvo apilados en una estantería que nadie recuerda.
Lo que quiero lograr es que, si en un futuro, alguien me recuerda sea por el respeto y la verdadera justicia que siempre traté de trasmitir a lo largo de mi vida.

  Pocas veces expreso mis pensamientos como acabo de hacerlo. Y al decir verdad, creo que es mejor que continúe con el relato.

  Eran las ocho de la noche cuando, alguien tocó a mi puerta. No esperaba a nadie ese día, mucho menos a esa hora. Aún así, tomé la llave que reposaba sobre la mesa de la cocina, caminé hacia la puerta, saqué la traba, giré rápidamente la llave y al abrirla me encontré con el oficial Weitzman bastante empapado por la lluvia.

-Buenas noches Dr. Doyle.-dijo sacando las manos de su bolsillo para saludarme.

-Buenas noches oficial Weitzman.- respondí dándole un apretón de mano.-Puedo ayudarlo en algo?

La Última PiezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora