Un peso para un taco

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-Joven, ¿no me podría dar un peso para un taco?- me preguntó una anciana mientras esperaba el camión de la empresa, busqué por inercia en los bolsillos de mi pantalón esperando  escuchar el sonido de alguna moneda, pero no encontré nada, así que le dije a la pobre anciana que no tenía dinero, ella con una sonrisa y un brillo en sus ojos me respondió - muchas gracias joven, que le vaya bien hoy y toda la vida- con una felicidad y una sinceridad que llenó de calma mi alma.
Mientras la anciana se iba retirando poco a poco con una dificultad muy marcada para caminar, yo seguía inmerso en mis problemas, ya no esperaba mi camión, estaba aferrándome a esa calma que la señora me regaló, y en un instante recordé que en mi mochila siempre guardaba las moneditas que me sobraban, así que las saque de la mochila, busqué a la señora y se las entregué diciéndole que apenas las había encontrado escondidas en mi mochila, la señora al recibir todas mis moneditas con lágrimas en los ojos me dijo -muchas gracias joven, ten un buen día hoy y siempre, tú mereces ser feliz toda la vida- al decir eso la señora, me sonrojé completamente mientras le agradecía los buenos deseos.
Ya de nuevo esperando mi camión en un instante se me ocurrió voltear a ver si la señora estaba aún donde le di las monedas, lo cual para mí fue una enorme sorpresa encontrar que no había nadie, ni en los alrededores, la señora no pudo haber caminado tanto en tan poco tiempo como para desaparecer de mi vista tan rápido, dicha situación me desconcertó, y mientras suspiraba deseándole un buen día a esa señora, un pensamiento fresco y certero golpeó mi cabeza y mi alma:
"Yo merecía ser feliz".

Cuentos de amor, brujería y muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora