Capitulo 1

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Llegada

Siento el cuerpo entumecido y las piernas acalambradas por haber estado sentada en la misma posición durante horas. Un viaje largo y tedioso, que me llevo tres días para realizar, teniendo que tomar mas de un vuelo o ruta para arribar al lugar país mas recóndito de la tierra. Tan perdido y diminuto que solo las aerolíneas de comercio hacen vuelos hasta un lugar cercano a la frontera, con comida, productos y demás importaciones nada extravagantes que el mísero país se digna a pagar. Ya que por lo que pude averiguar, en este lugar es casi inexistente el comercio internacional. Dejando mas que claro que mis ahorros y yo tuvimos hacer obras y maromas para llegar aquí, quedando casi en la ruina, vale resaltar.

Le doy al sujeto de la avioneta su paga y camino con mi equipaje saliendo de lo que parece ser mas un sembradio que una pista de aterrizaje. Coloco las gafas de sol en el puente de mi nariz y frunzo el ceño por el agobiante calor.

Según mi reloj son las 9:47 minutos de la mañana, por lo que tendré que esperar unos minutos para que el jeep de La Casa de Miss Dallea, una posada que un contacto arregló para que me alojara, pase por mi como acordamos mediante correo hace una semana. La dueña del cutre lugar, de la forma mas directa y descarada me dijo que si quería una habitación en su distinguida posada debía pagar por adelantado todos sus servicios. Y por todos sus servicios se refería a todos, así no tuviera necesidad de usarlos. Así que por la misma razón me encuentro sentada en lo que parece ser el tronco de un árbol cortado, esperando que me recojan. Porque por ningún motivo le regalaré mi dinero a esa vieja usurera, ni que lo crea. Aquí me quedo esperando por sus exquisitos servicios que valen un ojo de la cara.

Por enésima vez cuento el dinero que traigo conmigo, billete por billete, queriendo que se multiplicasen. Con lo que tengo debería alcanzarme para viajar a la capital pasado mañana, comer alguna cosa, averiguar por donde empezar y pagar a algún pobre diablo que lleve mi equipo. Suspiro y trato de espantar todo pensamiento negativo. Arriesgue mucho viniendo a este lugar, teniendo en cuenta que ningún descubrimiento se ha hecho en estas tierras y nadie en su sano juicio a querido invertir su tiempo y dinero en un lugar tan apartado del resto del mundo. Pero fue una decisión que tome estando consiente de los riesgos, pues una tierra inexplorada tiene mucho que ofrecer y descubrir; las posibilidades de salir con las manos vacías son bajas, casi inexistentes. Y a esos pensamientos me aferro cuando una vocecilla en mi cabeza insiste en que actúe por desesperación.

Esta es mi ultima oportunidad.

Guardo el dinero a la vez que escucho el rugido de un motor hacerse mas nítido. Un jeep negro notablemente viejo pero en buenas condiciones, con una M y una D pintadas en las puertas delanteras se para justo al frente; dejando una nube de polvo a mi alrededor. Casi al instante dos sujetos bajos con aspecto sumiso y asustadizo se bajan, mirándome de hito en hito si dignarse a emitir palabra. Bufo y me pongo de pié. Uno tiene que hacer todo por uno mismo.

  -Tu- señalo al que bajo del lado del conductor- ¿Cuánto tardaremos en llegar a la posada?- con un gesto de cabeza le indico al otro que se haga con mis cosas y las meta al auto. -Con cuidado que ni trabajando toda tu vida me pagas alguno de mis instrumentos.

  -En 30 minutos estará instalándose, señorita- apenas y logro escuchar su respuesta. ¿Señorita? Pero que modales mas de antaño, no me extraña que este país sea tan invisible.

Luego de verificar que las dos maletas con mi equipo y mis dos mochilas estuvieran bien puestas, me monto en la parte trasera y dejo los ojos bien abiertos aunque el cansancio del viaje este haciendo mella. Quién sabe que mañas raras tendrán estos de por acá. Me juego todo en este viaje, así que tengo que andarme con cuidado, ser astuta e inteligente. Para nadie es un secreto que los turistas son un blanco perfecto para las estafas y extorsiones, qué si no lo sabré ya. Muchos han querido verme la cara, pero lo que no saben es que bajo esta piel morena y tostada por el sol, se encuentra una mujer mañosa y bien difícil de engatusar. Cuando se viaja tanto hay que saber apañárselas sola, sea el país que sea o el idioma que sea. Un punto olvidado en el mapa no sera nada.

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