II

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Viktor y Yuri, dueños de la floristería que está frente al cementerio intercambian una triste mirada cada día primero del mes, desde hace tres años, cuando divisan a ese chico de chaqueta negra, ese chico de miradas y sonrisas tristes, ese chico que siempre les compra flores, cruzar la calle y acercarse a una sencilla lápida, donde las horas se disuelven entre sus soliloquios, llantos y risas, hasta que la noche acaece sobre él y el guardia, quien también lo espera cada primero, lo despierta y le obliga a irse.

La primera vez que lo vieron quedándose ahí todo el día y abrazar el aire en varias ocasiones, ninguno de los dos pudo contener sus lágrimas.

Mucho menos cuando se acercaron hasta la tumba y vieron lo que ésta rezaba:

"Yuri Plisetsky".

—¿No es él el chico que salió en las noticias hace poco? —pregunta Viktor, con mucha dificultad para que la voz no se le quebrase del todo. —El que iba con su novio en una motocicleta cuando un maldito ebrio los chocó.

—Sí, es él. Tenía sólo diecisiete, era el día de su cumpleaños... —responde Yuri, ya con las lágrimas rodándole sin tregua por las mejillas, mientras buscaba el abrazo reconfortante de su pareja.

— Sólo espero que puedan volver a estar juntos alguna vez.

El chico rubio, sentado sobre el eterno escalón de mármol y observando con una sonrisa llena de paz a la pareja frente a él, toma algunos pétalos de las rosas que estaban al pie de su sepulcro y convierte su aliento en brisa, dejando así caer los pétalos sobre ambos, a modo de respuesta.

Lo estaremos.

A TU RECUERDOWhere stories live. Discover now