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Incluso ahora sigo sorprendido. No termino de creerme cómo es que ha sido posible que todo esto ocurriera. Sigo levantándome en las mañanas, creyendo que de nuevo veré sólo vacío y escucharé silencio.
¿Lo notas?, a veces ese mismo pensamiento me hace perderme un par de minutos mirando a la nada, confundido, desubicado. Hasta he llegado a olvidar en ocasiones el cómo he llegado hasta donde estoy, lo que he hecho.
Hay muchas cosas que quisiera olvidar y, por desgracia, son de lo que mejor se resguarda en mi memoria: intactas, como si apenas hubieran ocurrido. Soy consciente de que las cosas que he hecho, que en su momento me propiciaron un orgullo que hoy está dirigido a otros sitios, no son algo que se vaya a borrar. Sin embargo, al menos puedo intentar enmendarlas.
Puedo asegurarte que me arrepiento, que haré cosas mejores, que no caeré en las mismas manías que por tanto tiempo hizo, sin que yo reaccionara en ello, mi vida tan miserable... y también la tuya. Lo que me lleva: lo siento, perdón, discúlpame. En serio. De verdad lamento muchas cosas (aunque muchas otras las haría de nuevo), pero en especial lamento lo que te hice a ti. Sé que no merezco tu perdón. Y a pesar de que entiendo que en su momento tú tampoco comprendías del todo, igual la culpa me invade cada que recuerdo.
Sé que te hice daño, mucho daño. Cosas que hoy desearía no haber hecho. Tantas palabras hirientes que no respondías, tantos golpes en batallas que tú no devolvías. Sólo tu sonrisa. Eso era lo único que me ofrecías, casi sin falta.
Casi.
Porque yo mismo me encargaba de borrarla, arrebatarte tu buen ánimo. Aún hoy me sigo preguntando: ¿por qué nunca desististe? Aunque agradezco que no lo hayas hecho, que no te rindieras en hacerme ver que había más que destrucción, cosa a la que me aferré como soporte para mantener en cierta forma mi escasa cordura.
Luchaste por mí hasta el final.
Y, para mi sorpresa, había más que hermandad y buena intención en tus actos: estabas enamorado de mí. Esa fue la primera gran sorpresa que me diste. Todavía hoy me pregunto cómo es que fue posible... ¿Qué demonios viste en mí?
Me alejé por ese mismo motivo. Aún recuerdo tu cara cuando te dije que lo sabía, tu miedo, tu inseguridad. Y como seguía en mi necedad de acabarte me burlé (soy un estúpido, ¿verdad?). Intenté hacer que no volvieras más, te dije todo cuanto se me ocurrió, hasta que por fin ciertas palabras dieron algo de resultado: "Nunca te amaré".
A parte de estúpido, soy mentiroso. Porque terminé amándote con tu lucha, con tus incansables intentos por hacerme feliz, de llegar a mi alma. Y te confieso aquí que lo lograste con muy notorios resultados. Esa fue mi segunda gran sorpresa: Me enamoré de esa sonrisa que, a pesar de todo lo que hice, seguía viva para mí.
Hoy al verla sólo me enamoro más. Me enamoro de tus risas, tus bromas, incluso de tu impresionante habilidad para organizar fiestas de manera instantánea y de tus comidas que en ocasiones se mueven de manera sospechosa, para luego ir a casa de Geno a robarle lo que tuviera en la nevera y huir antes de que lo notara (gracias a ello nos volvemos hábiles en otras cosas. Guiño, guiño).
Como sea.
Ya hablar de la tercera sorpresa sería innecesario. Es más que evidente cuál fue, si hasta me desmayé al enterarme (y cómo olvidar la cubetada de agua helada para hacerme despertar). Esa sorpresa hoy forma parte de mi alegría, mi felicidad.
Incluso hoy sigo inseguro de cómo llevo las cosas al respecto y puedo ver que estás en las mismas, cuando en las noches te remueves inquieto, preguntándote si haces las cosas bien. Ahí es donde pasamos esos agradables momentos: abrazados, dándonos ánimos, conciliando el sueño. Sintiéndote a mi lado y tú sintiéndome al lado tuyo, asegurándonos de que todo es real.
Y las preciosas vistas mañaneras: Tu rostro tan tranquilo al descansar, tu mirada somnolienta matutina, la primera sonrisa que me das al despertar. Verte en las mañanas se ha vuelto una necesidad para mí (un día, en que madrugaste para prepararme el desayuno, al no encontrarte me dio una ansiedad tan grande que casi destruyo la habitación. Esa vez la sorpresa te la iba dar yo a ti).
Siempre llenas mi vida de cosas inesperadas... y te agradezco por ello. Las grandes sorpresas cariñosamente contadas y las pequeñas diarias que ofreces sin falta. Todo tú me sorprendes y me maravillas, maldición.
Estoy loco por ti, no hay más que decir.
Concluyo abruptamente esto porque ya llegaron Geno y Reaper, lo noto en cómo exclamas sus nombres al saludarlos en el piso de abajo y los pasos apresurados de Reshy bajando las escaleras para ver a sus tíos que hacía rato no llegaban de visita (me pregunto si habrán traído a Goth).
Y no, esta carta tampoco te la daré. De hecho, creo que no te daré nunca ninguna: mi reinicio sería eterno. Esto lo hago para poder, en alguna forma, decirte todo lo que me propicias y todo lo que siento por ti... porque sigo siendo un Glitchy cabeza dura, ¿verdad? (inserte risas glitcheadas aquí).
Te amo, Freshy.
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874 Palabras.
Publicado - 25 de mayo 2017.
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896 Palabras.
Última edición - 02 febrero 2018.
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Sorpresas || ErrorFresh || One-Shot
Fanfiction"Siempre me llenaste de cosas inesperadas". Error comenta sobre su tiempo con Fresh, sobre las sorpresas que éste le ha dado desde tiempo atrás hasta su actualidad. Sorpresas que han marcado puntos importantes en su vida, y que le hacen reflexionar...