Aquel Demonio

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—Intenta, Jack. Toma esto.

Lyon me pasó la piedra reluciente y yo, sin pensarlo dos veces, la agarré.

—¡Rayos, está ardiendo! —La solté al instante.

—¡NOO! —el grito de Lyon retumbó mientras la piedra caía. Me lancé para atraparla, pero ya era tarde—. Se disolvió en el piso...

—¿Qué has hecho, Jack? —me miró Lyon, su rostro era puro terror.

—Relájate, nada grave, solo se rompió y... —No terminé de hablar cuando mi vista se nubló, sentí mi conciencia esfumándose y caí en un abismo de visiones escalofriantes. Batallas épicas, guerreros luchando contra criaturas diabólicas, bestias de fantasía que jamás había presenciado, y una oscuridad, densa e implacable, devorando todo a su paso.

Abrí los ojos de golpe. Estaba en una especie de cueva, atado a una silla con cadenas, el calor era insoportable y un fuerte olor a azufre invadía el ambiente.

—Dime tu nombre... —una voz susurró en mi oído derecho.

—Ja... Jack — dije temblando.

—¿Le temes a la muerte? —el susurro se deslizó esta vez por mi oído izquierdo.

—¿Quién... eres? —pregunté, luchando por mover mis brazos, tratando de liberarme.

—Soy el alfa de las pesadillas, el eterno, aquel que prevalece, el dueño del poder, el emblema de la gloria. Soy el mal que todos temen nombrar, la sombra que todo lo invade, la corrupción personificada... Poseo mil rostros. Llámame como quieras, pero primero responde, ¿le temes a la muerte?

La pregunta se clavó en mí como una espada. Confundido, sin entender respondi —Sí, temo a la muerte. Soy joven todavía.

—Excelente respuesta... Entonces, ¿no deseas morir, cuéntame, ¿anhelas acaso la vida eterna?

—No... No, simplemente quiero irme de este sitio —respondí, intentando sacudirme literalmente me estába meando encima.

—¿Así que quieres irte de aquí? Tú sólo desealo rindete ante mi, arrodillate ante tu REY. Yo puedo darte lo que sea que ansíes.

—No quiero estar atado, ¡libérame ya! —exclamé y, como por arte de magia, las cadenas se disolvieron. ¡PUUF!

—¿Qué tal si deseas la vida eterna? Dalo por hecho, pídelo y será tuyo —el hedor a azufre se intensificaba y el calor se volvía insoportable. El miedo me consumía.

—¡LO QUE QUIERO ES SALIR DE AQUÍ —grité con todas mis fuerzas.

El murmullo creció y una voz insistía: —¡Pide otra cosa!

—LYON, ¡NECESITO QUE ME AYUDES! —empecé a clamar buscando salvación.

—Él no te oye, aquí nadie más te oye. Ahora estás en mi jodido reino.

Cerré los ojos y comencé a rezar en voz baja; entonces, la risa comenzó, creciendo en intensidad hasta convertirse en un eco siniestro en la penumbra.

—ANÍMATE, DESEA... DESEA. DESEA LA INMORTALIDAD, ¡JACK! ÚNETE A MI, SERAS INMORTAL, ¡¡¡CONQUISTEMOS ESTE PODRIDO MUNDO JUNTOS!!!

Me puse de pie de un salto y emprendí una carrera a ciegas. A pesar de correr y correr, siempre terminaba en el mismo lugar, cerca de esa silla que parecía condenarme a su lado.

—¿Que dices? —la voz del demonio destilaba burla, mientras Jack se debatía con su destino.

—Mi "NO" es NO. No pienso unirme a ti, ni ahora ni nunca —replicó Jack, con una firmeza que sorprendió al ser sombrío.

El Destino de Jack: La Batalla EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora