¡ESCAPE!

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El viento soplaba con vigor alrededor de nosotros. Lyon se levantó, se sacudió el polvo de su ropa y, girándose hacia mí, extendió su mano diciendo: -Vamos, Jack, salgamos de aquí.-

Tomé su mano y me puse de pie. -¿Qué tienes en mente?- pregunté.

Lyon miró hacia el cielo, pasó sus dedos por su barba pensativamente, y entrecerrando un poco los ojos, contestó: -Voy a utilizar al dragón a nuestro favor. Puedo conjurar un hechizo para atraer su atención, pero tendré que ofrecer algo en pago.-

Mi mirada se ancló en Lyon: -¿Ofrecer algo? ¿Qué quieres decir?-

-Tranquilo, Jack, no es nada del otro mundo,- dijo Lyon mientras levantaba sus manos y con uno de sus ojos cerró, formó un triángulo con sus dedos apuntando al dragón, que se cernía en el centro de esa figura imaginaria. Después de unos instantes, empezó a susurrar frases en un idioma desconocido, casi místico. Al terminar, vi cómo de sus dedos surgía un triángulo de fuego azul que voló directamente hacia el dragón.

-¡ESTO ES UN SUEÑO INCREÍBLE!- exclamé emocionado.

-Parece que el hechizo ha surtido efecto,- dijo Lyon, observando el cielo y cubriendo el sol con su mano. -Bueno, Jack, así están las cosas: ese dragón vendrá pensando en devorarnos. Mientras tanto, nosotros aprovechamos el caos y nos damos a la fuga. ¿Qué te parece?-

Miré a Lyon, luego volví mi atención al cielo teñido de amenaza. Rascándome la cabeza, me senté en el suelo y repliqué. -Espera, no estoy seguro de haber entendido del todo. ¿Dices que ese dragón vendrá aquí?-

Lyon asintió con ansiedad muy nervioso. -Sí, vendrá.-

-Así que, para evitar que nos coma, debemos huir, ¿cierto?

-Así es,- confirmó Lyon sudando.

-¡PERO LYON, ESTÁS LOCO! ¿CÓMO SE TE OCURRE HACER ALGO ASÍ?- ¡ACASO SE TE TOSTO EL CEREBRO!

-Tranquilo Jack, estaremos bien. Creo que deberíamos empezar a correr. -Lyon Me mira, sonríe y con su dedo señala al cielo-

El viento se intensificaba a medida que la criatura enfurecida cortaba los cielos, acercándose a una velocidad que desafiaba a los sentidos. La tensión se palpaba en el aire mismo que agitaba a nuestro alrededor.

Intenté correr, sintiendo cada fibra de mi ser vibrar con la urgencia de la fuga, pero Lyon me detuvo con una firmeza sorprendente. -Espera, Jack -dijo, su mano presionando firmemente mi hombro.

-Saldremos de esta -afirmó, su voz serena a pesar del caos que nos rodeaba. Con un movimiento resuelto, Lyon cerró su puño y, como impulsado por una fuerza ancestral, ¡Pum! mis cadenas se rompieron con un sonido sordo, seguidas rápidamente por las suyas. -Listo, así correremos mejor. Andan...-

Pero su instrucción fue cortada en seco por un rugido que heló la sangre en mis venas. -Ah, el chillido tan penetrante -murmuró Lyon mientras observaba al cielo.

El grito de la bestia ahogaba mis pensamientos, haciéndome cuestionar nuestra suerte y gritarle a Lyon con desesperación. -¡Lyon, moriremos, MORIREMOS!

El estruendo amainó, dando paso a la acción. -Vamos, Jack, por aquí -indicó Lyon emprendiendo la carrera con determinación. Sin opción, lo seguí tan rápido como mis pies me permitían.

La prisión era un hervidero de pánico y terror, con gritos resonando desde todas direcciones. -¡Un dragón! ¡Un dragón! -clamaban aquellos que lideraban el lugar mientras las campanas de alarma repicaban con urgencia.

-¡PROTEGAN LA PRISIÓN! -ordenó uno, y tres figuras ominosas levantaron sus báculos hacia el cielo, invocando una cúpula de energía oscura que se cerró sobre la cárcel con una eficacia aterradora.

-¿Quiénes son ellos? -pregunté a Lyon en un susurro, mientras nos ocultábamos.

-Son magos, Jack -respondió con un tono que oscurecía la realidad de nuestro mundo-, pero no cualquiera, sirven a la oscuridad, maestros en el arte de la magia negra...

¿Por qué entonces la legión de las sombras se enfrenta a ellos? Si los dragones son criaturas malignas, ¿no deberían estar aliados? -la confusión se mezclaba con mi miedo.

Lyon me miró, con una expresión que reflejaba la complejidad de nuestro mundo. -No están atados a ningún rey -comenzó a explicar-, esas criaturas son tercas y poderosas. No pertenecen a ningún hombre, son parte de la Legión de las Bestias, las Indomables.

-¿Indomables? -preguntó Jack con el ceño fruncido.

-Sí, salvajes sin duda alguna -respondió Lyon, acariciando su gruesa barba.

De repente, un rugido ensordecedor rompió el silencio. "¡AHÍ VIENE!" gritó alguien a la distancia.

La criatura emergió a una velocidad vertiginosa, surcando el aire con una majestuosidad aterradora. Su cola impactó el domo protector de la prisión medieval, fracturándolo como si fuera de cristal. Aterrizó con tal fuerza que todo a su alrededor tembló, y soltó un chillido que reverberó en los oídos de todos los presentes.

-¡Agggh, maldito dragón! -se quejó Jack, llevándose las manos a los oídos.

Los magos no perdieron ni un segundo. Se agruparon y lanzaron una increíble variedad de hechizos; de agua y tierra, fuego y viento, una sinfonía de poder que nunca había sido testigo. Esferas de agua engulleron al dragón, e hilos de electricidad chispearon alrededor, creando una trampa explosiva que detonó en el aire.

Un silencio opresivo siguió a la explosión. Una gruesa nube de humo ocultaba la escena hasta que el viento la disipó lentamente, revelando la imponente figura del dragón, aún en pie, que lanzó otro rugido que parecía capaz de rasgar el cielo.

-¡RETROCEDAN! -ordenaron los magos.

Inmediatamente, ocho hechiceros se pusieron al frente, con sus bastones en alto, murmurando encantamientos arcanos. Cadenas llameantes surgían del suelo, con llamas de un color negro profundo, enlazando al dragón. La bestia pareció contenerse, apenas por un instante, hasta que sacudió sus titánicas alas, rompiendo su prisión etérea y levantándose una vez más.

El dragón escupió fuego con una violencia sin igual, calcinando a los magos más débiles, dejando sólo a los fuertes, a aquellos cuyos poderes podían resistir su ira devastadora.

-Sin duda alguna se divisaba el terror por todos lados-

-Bueno Jack, todo conforme al plan -dijo Lyon, observando la escena con una mezcla de satisfacción y nerviosismo -. Mira, todo está destruido. Es nuestra oportunidad para huir.

Los dos se escabulleron entre el humo y los escombros, sus corazones palpitaban cada ves mas, mientras dejaban atrás la desolación.

-¿Dónde estamos, Lyon? -preguntó Jack, con preocupación.

-Lejos de esa prisión. Ya casi llegamos al Bosque de los Lobos -aseguró Lyon.

-¿Lobos? Suena peligroso.

-Te llevarás bien con ellos, El otro Jack era muy amigo de ellos, los lobos son aliados -sonrió Lyon mientras se alejaban de esa prisión en escombros-

Antes de poder sentir alivio, una sombra colosal oscureció el terreno sobre ellos. Paralizados, alzaron la vista.

¡No lo podían creer justo al frente de ellos estaba ese dragon mirándolos fijamente con ese hocico humeante listo para atacarlos!

¡No lo podían creer justo al frente de ellos estaba ese dragon mirándolos fijamente con ese hocico humeante listo para atacarlos!

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Continuará...

El Destino de Jack: La Batalla EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora