Parte 2

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Cuando vuelve a abrir los ojos, le ciegan decenas de motas luz. Parpadea y separa los labios, pero no sale sonido alguno de su garganta seca. Se intenta mover pero se siente demasiado pesado y apenas consigue deslizar un dedo por el terreno húmedo bajo él.

Algo tapa las motas de luz y Kai ve por un momento la figura de un muchacho, un par de ojos y unos labios humanos que se acercan hacia él antes de volver a sumergirse de nuevo en la oscuridad.


**


Sueña.

Recuerda.

Viaja por los senderos de su infancia y se interna en bosques profundos. Ve la luna brillar como nunca en el cielo y baila con los espíritus de los árboles. Se ve cogido de la mano de Hakyeon y acunado por la esposa del viejo curandero de la aldea. Camina por un manto de estrellas y se baña en un río del color de la plata.

Se siente liviano, despojado del peso de su cuerpo y de sus pensamientos. Sólo observa, huele, toca. Se deja abrazar por la sensación y la brisa que trae voces del pasado.

En su sueño, atisba un rostro animal. Un par de ojos que le observan desde la protección de los árboles, siempre en la distancia. No oye sus pasos, simplemente siente su presencia, y cuando se gira, le encuentra ahí, con el pelaje del rostro del color de la savia de los árboles. Cuenta nueve colas agitarse en el aire.

Kitsune.

Cada vez que intenta acercarse a él, se desvanece en una neblina, como si nunca hubiera estado ahí. Inalcanzable.


**


La siguiente vez que abre los ojos, sabe que no está soñando. Le da la bienvenida el peso de su cuerpo, la sequedad en la boca, el picor en la piel. El bosque parece vibrar, lleno de sonidos de pájaros y espíritus que no es capaz de ver desde su posición. Tumbado, sólo atisba las copas de los árboles, el entresijos de ramas que tupe el cielo.

Se incorpora un poco, lo suficiente para aguantar sentado con la ayuda de los brazos. Se siente débil, como si no hubiera hecho uso de sus extremidades en semanas. Si se descuida, caerá de nuevo al suelo. Intenta mover los pies dormidos y se da cuenta de que tiene la pierna vendada. Se mueve un poco más y pasa los dedos por el curioso vendaje, tiras de alguna especie de planta que aprietan la pierna y hacen su función. No puede ver el estado de la herida, pero respira y no se siente febril.

Alguien le ha salvado la vida.

A su lado, se encuentra con un pequeño bol de madera lleno de un líquido transparente.

Agua.

La garganta se queja al instante pero, antes de llevarse el líquido a los labios, lo huele y asiente. El primer sorbo arrastra la sensación pastosa de la boca y calma su sed. Tose y vuelve a beber, notando como los músculos van despertando poco a poco.

Al terminar observa los alrededores. Está en un claro diferente al que recuerda. Éste es amplio y hay un pequeño lago de agua cristalina en centro. Justo encima, las ramas de los árboles se curvan y dejan un hueco libre. La luz de la luna se cuela por él e ilumina la superficie con un halo plateado parecido al de sus sueños.

Se mueve un poco más e intenta apoyar peso en la pierna vendada.

Demasiado pronto. La pierna se queja y se ve obligado a sentarse.

Un Kodama se deja aparecer junto al sonido de un risa.

—¿Te ríes de mí, pequeño?

Otra risa se le une, y luego otra y otra.

[kaixing] El bosque de los espíritusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora