Did you miss me? (SHERLOLLY)

The Wake

11:25.

30 minutos antes.

Era tranquilo, demasiado tranquilo cuando Greg Lestrade observó a su amigo Sherlock Holmes salir de la librería deteriorado, su largo abrigo negro flotando detrás con el en el viento. Sally Donovan tampoco podía mantener los ojos de Sherlock, tenía una sensación de pavor morboso llenando la cabeza a los pies. Ambos se sentaron en silencio por un momento, observando la gran puerta de la librería cerrándose lentamente detrás de Sherlock. Tan pronto como la puerta se cerró, Lestrade recogió la radio de dos vías, solicitando la copia de las cámaras de seguridad, una vez más, su creciente ansiedad, había sido salido a flote media hora desde su última solicitud. ¿Y, si no hay una copia de seguridad?.  "¿Hay alguien ahí?" Lestrade dijo, su impaciencia crece se agotaba "¿Hola? Scotland Yard. Este es el inspector Greg Lestrade. ¿Alguien me recibe?" Silencio. Lestrade miró a Sally, exhalando fuertemente. "¡¿Qué diablos está pasando?!" Gritó, perdiendo el control por el pánico y el miedo.

"Greg Greg ...? Tenemos que empezar las evacuaciones. Greg?" Sally dijo, tratando de sonar calmada "Tenemos que empezar las evacuaciones ahora".

Lestrade se quedó en silencio por un momento. "Algo se siente fuera ... de verdad, tengo una sensación terrible ..." comenzó Lestrade.

"Sí ... sí . Yo también. Pero tenemos el deber" de Sally dijo mientras abría la guantera delantera y sacó dos pistolas Glock 17, la extendió una a Lestrade con cuidado. Se quedó mirando el arma de fuego por un momento, recuperando la compostura interior vacilante antes de tomarla en sus manos. "Estas personas necesitan ser evacuadas, están en gran peligro." Repitió a Sally, Lestrade sabía que era cierto, y que era su deber. Nada, ni siquiera el miedo podría ponerse en el camino ahora. Un nuevo sentimiento de coraje lleno a Greg Lestrade con él, saltó a el coche de policía, colocando la pequeña pistola en el cinto esperando y rezando no tener que usarla.

Por suerte para Sally Donovan y Greg Lestrade no muchas personas fueron encontrados por el dique, no hay teatro de madrugada, no hay vagabundos, no hay corredores o los turistas. Con el bombardeo en el puente de Westminster sigue sonando en los oídos de cada londinense, nadie parecía tener tiempo para la recreación. Lestrade miró los restos destrozados del lugar, el humo se había disipado ahora por lo que el alcance de los daños era evidente ahora. Muchos edificios a lo largo de la orilla oriental fueron atrapados en el incendio y ahora yacían muy dañados, algunos de sus ocupantes se trasladaron a una vivienda temporal, algunos estaban en el hospital y algunos ... estaban en un destino más permanente. Lestrade se dio cuenta de que una gran multitud se había formado en los dos lados de la orilla, las personas se reunían para rendir homenaje a los muertos y heridos. 'Es curioso cómo a veces en los eventos más solemnes la gente se unen' pensó Lestrade viendo a través del río en las luces brillantes de el London Eye que seguia brillando, así como las luces en las ventanas de las casas del Parlamento y el Big Ben , cuyo rostro brillaba todavía en esperanza para los londinenses de abajo.

Como Lestrade y Sally se acercaron a las masas de dolientes en la orilla oeste de Westminster vieron la extensión de la pena y el dolor de la gente de Londres. Muchos habían establecido coronas en la orilla del río y equilibrada sobre los restos de las paredes del puente. Algunas personas lloraban, algunos eran blanco de lo sucedido, perdidos en sus pensamientos y la desesperación. Algunos habían perdido a sus seres queridos, algunos no tenían. Muchos se habían reunido, Lestrade contó por lo menos un millar de personas. Él mismo y Sally no sería capaz de dispersarlos sin causar un gran alboroto. La gente de luto es mejor dejarla llorar, Lestrade sabía bien eso, pero estas personas no estaban seguros. Sin decir una palabra, Lestrade y Sally se dirigieron a las afueras de la multitud, y se detuvieron junto a la estación de metro de Westminster. Muchas personas estaban saliendo de la estación, muchas flores sostenian, coronas, algunos vestían de negro. Lestrade ni siquiera podía mirar a ellos; la ira se estaba construyendo en su interior, así como la perturbadora sensación de desaliento.