II

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Siniestro delirio amar a una sombra.
La sombra no muere.
Y mi amor
sólo abraza a lo que fluye
como lava del infierno:
una logia callada,
fantasmas en dulce erección,
sacerdotes de espuma,
y sobre todo ángeles,
ángeles bellos como cuchillos
que se elevan en la noche
y devastan la esperanza.

Alejandra Pizarnik

II

Escuchó los gemidos de ella y los suspiros de él. Apenas una sonrisa se dibuja en mi boca, es amarga, pero los escucho y no tengo como combatir la desolación en mi alma. Es una beta que no puede darle un bebé, ahora que "estoy con él", pero con la que se divierte esta noche, falta poco para mi celo, aunque he perdido la noción del tiempo, sé que quizás han pasado veintinueve días, me lo dice la luna llena; lo puedo sentir mientras mi respiración se detiene al escuchar el orgasmo invadir de ecos esa silenciosa casa. Ahora ella va a morir, no me obligará a mirar, de nuevo, no desde la última vez.

— ¡Ayuda! ¡Ayuda, por favor! — grita mientras pasa a mi lado, estoy tirado cerca de la puerta del sótano. No hago nada. Es hermosa. El mundo perderá otra mujer hermosa y yo, un omega sin encanto ni luz estoy sentado mirando al frente mientras sus gritos se vuelven agónicos quejidos. Cierro los ojos y tomó aire. No quiero saber más, ¿por qué a no la ayude, ni le suplique a Sangwoo que se detuviera?

Nadie me ayudó a mí, nadie me miro en la calle cuando en mi primer intento de huida él me golpeaba contra un coche, huelo a omega y por lo tanto mi alfa puede hacer conmigo lo que quiera. Incluso hacerme perder a mi primer bebé, apenas de tres meses. Nadie se detuvo a escucharme cuando en un intento desesperado les pedía que no me dejaran con aquel monstruo. Parecía más sencillo ignorarme, parecían un montón de muñecos a control remoto mientras yo trataba de proteger a mi hijo nonato. Parecía que todo era una farsa y la realidad no era esa.

Sacudo la cabeza y me arrastró lejos del olor a muerte, cerca del olor a sexo de las sabanas llenas de sudor y fluidos. Siento náuseas y sigo mi camino hasta la cocina para quedarme en un rincón. Tengo frío, pero al mismo tiempo un calor peculiar me hunde en el sopor. Oh... hay luna llena. La veo desde la ventana, su luz fría invade el lugar. Sangwoo está frente a mí, con una mirada feroz, como un cazador saboreando a su próxima presa; me miro las manos y puedo sentir como se liberan las feromonas, el dolor del nudo.

— No... — le digo con la voz temblorosa, con mi cuerpo vibrando contra mi voluntad ¿Por qué? ¿Por qué no puedo escucharme a mí mismo? Es porque me escuchó, que deseo esto. Huele a sangre.

Gateo de manera lenta hasta quedar frente a él, ha llegado desnudo hasta a mí. Acaricio la longitud de sus piernas con adoración, tengo hambre. Mis manos temblorosas llegan hasta la base de su miembro, pero aún hay rastros de esa chica beta, parece ver la duda en mis acciones, en mis facciones que se han vuelto de desagrado ante la expectativa de meter en mi boca aquello que ha estado en ella, dentro de ella.

— Hazlo... — ordena.

— No... — me atrevo a responder, pese al dolor. Me toma del cabello con violencia.

— Te he dado una orden.

— Me niego a hacerlo cuando has estado dentro de ella. Ahora es un cadáver, pero hueles a ella todavía.

El miedo ha dejado de inundarme, puede que pasen dos cosas, una es que me viole, la otra es que obedezca a mis deseos, podría suplicar y él no tendría opción ¿Por qué no jugamos a lo mismo y ver qué pasa? Pero antes de pensarlo me abofetea de manera certera. No. Él no tiene ese instinto tan despierto, se domina a la perfección. Me empuja contra el piso y golpea mi cabeza una vez contra la superficie, me siento aturdido.

— Cuando te ordene algo, tienes que obedecer ¿entiendes? — me dice en un susurro tétrico que me eriza la piel. No digo nada. Es seguro que tendré que tragarme de nuevo la agonía —. Te hice una pregunta — me arranca la ropa de manera brusca — ¡Habla! — grita desesperado. Tengo los ojos cerrados. Estoy hundido en la obscuridad.

Sangwoo no muestra ninguna delicadeza con mi cuerpo cuando su miembro, sin previa preparación se entierra en mi carne tibia y húmeda llenando el vacío, abriéndose paso; un quejido mudo escapa de mi garganta. Y estoy disfrutando de lo que su parte alfa me ofrece. No se necesita demasiado para quebrar mi voluntad. Sus manos me aprietan la cadera, no es el asesino, tampoco el falso y amable hombre, es el animal, el instinto primario. Dominado por el deseo y la lujuria. Siento como poco a poco se deshace el nudo y el calor intenso; mi respiración se acelera, mis mejillas están húmedas con mis lágrimas. Está golpeando el punto correcto cada vez que se mueve, un dulce vaivén que me hace gemir, eleva el sonido de mi voz y me pierdo en las respiraciones erráticas de él... él...es todo lo que importa ahora. Más, tómame más, lléname.

— Sa- Sang... woo mmhh... — lo llamó en voz baja, trato de alcanzar su rostro, pero eso parece despertarlo del trance de apetito sexual.

En un movimiento siento como quedó de nuevo vacío y me da la vuelta. Otra estrategia para no saber con quién se acuesta. Sólo un cuerpo donde descargar su instinto carnal. Mi mejilla mallugada se frota contra el piso cuando me embiste con fuerza, me centro en la luz que está sobre mi mano. Trato de no hacer ruido, pero es demasiado placentero y siento como mis piernas ya están húmedas, probablemente he llegado, pero deseo que me inunde, que sea mi cuerpo su deseo más grande y sepa que nadie más podrá liberarlo como yo. Que ingenuo. Eso es lo que hace conmigo ahora mismo. Su cuerpo se mueve de manera menos constante y más fuerte, tiene una mano sobre mi espalda, siento como aplica más fuerza con cada movimiento hasta que su éxtasis me inunda los sentidos. Sus dientes se entierran de manera dolorosa en mi piel, la siento arder. La coordinación perfecta de placer y dolor.

Es todo. Sangwoo en ese momento es todo. Su voz, su piel, la sensación de su esencia en mis entrañas. Estoy lleno de él. Al fin...

El problema con mis celos es su coordinación con la luna llena; parece un ritual que podría llevarse a cabo en cualquier lugar. Cuando siento que el calor se libera, vuelve con fuerza y me vuelvo puro deseo, necesidad del miembro de un alfa. No. Quiero a Sangwoo, que deja en cada encuentro su marca en mi cuello. Son días. Tres días en los que no comemos, ni dormimos, somos pura lascivia. Dos cuerpos unidos, sin contactos innecesarios.

Despierto en la cama, totalmente siendo yo. Soy dueño de nuevo de mi cuerpo. Al fin, mi instinto se ha alejado. Él está en la cocina, no sé si molesto o satisfecho. Nunca tiene quejas de mí, por eso siempre asumo que he hecho bien mi papel de omega en la cama; dando lo que necesita, lo justo y necesario e incluso un poco más. Me duele el cuerpo completamente, cierro el puño, mi muñeca tiene una marca y supongo que ha sido mi castigo o una huella del descontrol de Sangwoo.

— Ven a comer — escuchó su voz en la entrada. Es frío. Me levantó con dificultad. Debo darme prisa para no enfadarlo. Me visto apenas con un esfuerzo sobrehumano y siento como tiemblan mis piernas —. Tardas demasiado.

— Lo siento... — le respondo.

— No he olvidado — dice con un tono neutro que es más atemorizante que el amenazador.

— Yo tampoco — no puedo ver su expresión, pero nuestra conversación es demasiado ambigua y asumimos que hablamos del inicio de mi celo, pero yo le reclamo más por mis bebés perdidos y el próximo en camino.

El hombre que tengo frente a mí come de manera tranquila, trato de levantar la cuchara, pero se me resbala cuando apenas la tomo. Debe ser la muñeca. La muevo despacio y, efectivamente, duele cuando trato de hacer un círculo. Me he concentrado tanto en mí que no notó el tiempo que me ha estado mirando.

— Es resultado de todas las hormonas que dominan cuando el omega entra en celo y el alfa despierta su instinto.

Toma el resto de la bebida y se levanta de la mesa. Estoy sonriendo. Me desea, ahora estoy llorando. Eso significa que no tengo escapatoria. Nunca la he tenido. Soy en extremo fértil, así que la concepción está asegurada. Crece, mi niño, ven al mundo y dame una razón para vivir. 

Cadenas naturalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora