Un radical cambio de vida

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Nota de la autora: Espero que no se confundan, porque va a ser una historia de lo más complicada. ¿Saben? De esas cosas que se te ocurren una vez y te enredas tú misma, tratando de entenderlas. Pero de todos modos haré mi mejor esfuerzo jeje.

Gracias por pasar por aquí y espero me brinden su apoyo.

Muchos besos a mis consejeras y porristas de siempre: Ana Alejandra, Stephany, Debbie.

Nada de lo que está aquí, es mío. El sexy Severus y la inteligentísima Hermione, pertenecen a la diosa Jota Ká Rowling. Si ven algún personajillo raro, es mío.

Ojalá y lo disfruten mucho.

Yo no soy muy buena diseñando cosas, así que si alguien me regala una portada ;). Voy a leer tutoriales de todos modos, como mis amigas dicen que aquí es más fácil todo :).

Capítulo 1: Un radical cambio de vida

Severus Snape.

Su mirada no era la misma de siempre, no era ese esposo amoroso al que conoció durante tantos años, aunque extrañamente lucía como él.

Ni siquiera recordaba la última vez que lo había visto tan enfadado o tal vez intentaba simplemente no pensar en lo peor de su pasado, pero definitivamente que algo estaba mal.

Parecía un demonio, totalmente vestido de negro y con una mirada capaz de incendiarla, si fuera posible, en cualquier momento. Con cada músculo crispado por el enojo y las manos fuertemente cerradas en puños. Se encontraba lívido y todo en sí, era una figura que le causaba un terror indescriptible.

Se llevó una temblorosa mano a la mejilla y notó que sangraba. En aquellos cinco años y medio que llevaban de casados, Severus Snape jamás se había atrevido a levantarle una mano y mucho menos a amenazarla como lo estaba haciendo en aquel preciso momento.

¿Por qué su feliz vida se había transformado en una pesadilla?

Estaba segura que todavía quedaba algo en él, de ese hombre amoroso que solía ser, así que no estaba dispuesta a rendirse.

Su visión se nublaba de a momentos por el tremor de todo su cuerpo y las lágrimas que continuaba derramando, pero no se rendiría. Continuaría intentando hacerle entrar en razón.

Intentó impulsarse con los codos, en aquella cama en la que habían compartido tantos momentos felices juntos e implorarle para que recapacitara, pero eso pareció ponerlo mucho peor y en el mero momento en el que acarició su rostro con sus manos para que la escuchara. Cada músculo de su rostro pareció crisparse y como si sus manos pudieran transmitirle algún tipo de enfermedad. Como si le dieran asco de solo sentir su toque en alguna parte de su cuerpo.

La devolvió al colchón de forma tan violenta, que sintió dolor de cabeza con el solo rebote de su cuerpo en el mueble.

— No me complique más las cosas de lo que ya son, Granger.

¿Granger? ¿Desde cuándo había dejado de ser Hermione para él? Y peor aún… ¿por qué había cambiado tanto de la noche a la mañana?

— ¿¡Es que acaso hay otra mujer!? ¿¡Es por eso, Severus!? ¿¡Actúas así, puesto que te estás revolcando con otra y quieres deshacerte de mí y de nuestro bebé en camino!?

— ¡Cállate! — siseó de manera amenazante, sosteniéndola por las muñecas y zarandeándola un par de veces. Solo quería echarse a llorar pero no estaba segura si no podía por el hecho de que continuaba repitiéndose que debía ser valiente y resistir o puesto que estaba muy en shock como para reaccionar. Su severa mirada le resultaba tan angustiante, que no podía ni sostenerle la vista por más de un par de segundos.

— Severus, amor, ¡por favor! —imploró tan fuerte como pudo, aunque sentía la garganta seca y los labios apretados, como si de pronto hubiesen lanzado un hechizo para sellarlos. Sentía náuseas, escuchaba un desgastante zumbido en los oídos y temía que su corazón terminara de salir rebotando desde su pecho y a través de su boca. — Piensa en todos estos años que hemos pasado juntos… ¡en el hijo que estamos por tener! — hizo una pequeña pausa, mirando a su alrededor por si fuese necesario invocar a su varita, aunque no se sentía realmente capaz de utilizarla para hacerle daño al hombre que tanto había amado y que continuaba amando a pesar de todo. — ¡Piensa en nosotros… por amor a Merlín!

— ¡Nosotros! — exclamó fuera de sí e imitando el tono de sus palabras. Escupía saliva y sus ojos se encontraban abiertos totalmente y como si hubiese dicho lo peor del mundo. Él también temblaba y su agarre comenzaba a tornarse errático y muy doloroso. Dejaba marcas púrpura en sus muñecas, debido a la presión que ejercía sobre ellas y no dejaba de preguntarse cómo sus huesos aguantaban tanto sin finalmente quebrarse. La mitad de su cuerpo la aplastaba y se le dificultaba mucho el respirar, sintiendo su pecho comprimido por las voluminosas túnicas de su marido y su propio peso. — ¡Ese endemoniado "nosotros" que lo empezó todo!

— ¿¡Pero de qué demonios estás hablando!? — demandó inmediatamente, con toda la energía que pudo, a pesar de su apabullante estatura y su descarada fuerza.

— Sólo te lo diré una vez y no lo repetiré. ¡Deshazte de ese bebé!

— ¡Jamás! ¡Ese bebé es el fruto de nuestro amor y no asesinaré a una criatura inocente! — Dio una profunda inspiración, tanto como pudo bajo el cuerpo de su alienado marido. — ¡No sé cuál es tu maldito problema, Severus, pero éste bebé es MÍO y nadie me lo va a quitar! ¡Ni siquiera tú, por el simple hecho de que estés ahora, revolcándote con otra!

— ¡Tú no sabes nada! — le gritó con una voz grave y aterradora, debido a la mordida que Nagini le había dado.

— ¡Entonces explícamelo! — le exigió, todavía forcejeando para liberarse. — ¡Dame una buena explicación para que te convirtieras en ese maldito murciélago que parece que siempre fuiste! — No le apartó los ojos de encima, a pesar de su penetrante mirada. — ¿Dónde quedó ese amoroso Severus que solías ser cuando nos casamos?

Le pareció por un breve momento que ese hombre seguía allí, cuando por un instante simplemente se quedó en silencio y la estudió por unos segundos. No supo por qué exactamente, pero algo le dijo en su mirar, que se sentía terriblemente mal por hacer lo que estaba haciendo y comenzaba a convencerse de que no estaba viendo cosas donde no estaban y que su esposo quizá tenía fuertes razones para despreciarla de esa forma tan horrible, luego de cinco años de hermosa vida juntos.

Pero y mientras pensaba en eso y trataba de recuperar un poco el aliento, ya que finalmente se había formado una pequeña brecha entre ambos y podía moverse aunque fuera solo un poco, Severus la soltó de forma muy déspota y se apartó de la cama prácticamente de un salto, ajustándose las túnicas y echándole una última mirada a la mujer que era su esposa, completamente desecha en lágrimas y con una mejilla sangrante y las muñecas totalmente moradas, para simplemente darse la vuelta y caminar con paso militar, la túnica ondeándole tras él y abandonando la habitación que antes compartían como marido y mujer, dando un sonoro portazo que no dejó de retumbar en los oídos de Hermione y tampoco en su destrozado corazón.

Ahí me dicen qué les parece la introducción. ¡Ya van a ver lo que pasará en el próximo capítulo!

Y por más que se resistan, la nación Snape los absorberá. ¡Muajajaja!

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⏰ Última actualización: May 27, 2017 ⏰

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