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— Mamá, ¿crees que pueda mudarme con Math?

Mi madre escupe en el acto el café que bebe igual que las caricaturas, ensuciando la mitad del mantel y el queso en su impulso.

— ¿Qué?

Pregunta tomando una servilleta y limpiándose la boca. Me levanto por un paño, ella me sigue tosiendo de una manera preocupante.

—Calma mamá, levanta los brazos, yo limpio, espera.

Corro a la cocina por algo para limpiar. Sigo escuchando a mi madre toser. Cojo un paño y salgo. Le veo sentada en la mesa tomando el resto de café que le quedaba.

—Perdona Su, eso me sorprendió—dice apenada mientras me ayuda. —No te disculpes.

¿Tan raro es que viva con mi mejor amigo?

Me siento en la mesa al acabar de arreglar el desastre.

— ¿Por qué quieres vivir con Math?..

La cara de mi madre se enciende. Una sensación repentina de incomodidad me revuelve en la silla. Tenía la cara. La cara que pone cada vez que piensa que me gusta un chico.

— ¿No es obvio? Math me lo sugirió—respondo apenada sin razón.

— ¿Fue Math?

Los ojos de mi madre se abren como platos.

—Sabía que éste día llegaría. ¿Por qué no me lo dijiste antes?

¿Qué?

— ¿Cuándo me dirían que eran novios?

Estallo en risa.

¿Cómo puedes creer eso?

—Por Dios mamá, ¿cómo crees que me gustaría el idiota de Math?

Mi madre me mira seria y vuelve a su color natural.

—Si el río suena, es porque piedras trae, cariño—responde sirviéndose más café de la cafetera.

Ruedo los ojos molesta.

—También puede ser una botella de plástico que choca con algo—respondo para molestarle—en fin, ¿qué piensas?

Alza la vista de su café y bebe con calma. Me mira seria.

— ¿Cuál sería el propósito de eso? —dice seca. — Es tu primer año de universidad Su, no te alcanzará el tiempo, además, ¿qué comerás?, ¿quién lavará tu ropa?, ¿y si te enfermas?

Vuelvo a rodar los ojos.

—Mamá, estoy sola desde los nueve años, además yo sé...

Me detengo. Mi madre se ve dolida. Aun se sigue culpando.

Mierda.

—Sé cómo hacerme de comer, y la ropa, Math tiene una lavadora, es como una chica, y lo sabes. Solo sería en la semana, sábados y domingos estaríamos juntas.

Mi madre sonríe triste y asiente. Tomo inútilmente su mano.

—Math no quiere que me siga empapando, esa es su gran razón—le digo rodando los ojos— ¿puedes creerlo?

Mi madre ríe. Suspiro aliviada. No me gusta verle triste. No me gusta que recuerde cosas tristes.

—Bueno, si Math quiere arruinar tus caminatas bajo la lluvia, lo acepto, puedes mudarte con él.

Abro los ojos sin creerlo.

¿De verdad quieres arruinarme mi caminata?

— ¿Es en serio? —Asiente— ¿solo quieres alejarme de mi bendición? —niega con la cabeza. —De una gripe querida hija.

Una noche sin lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora