— ¡Taxi!
Después de varios intentos, por fin un taxi frena.
—Buenas noches—sonreí amablemente al conductor, este me devuelve la sonrisa.
—Buenas noches. Hace frío, ¿cierto?
—Bastante—respondo terminando de subir al asiento trasero del auto.
— ¿Para dónde señorita?
Le doy la dirección; el automóvil avanza.
Atravesábamos el centro, cuando se escucha un ruido horrendo que sacude la tierra. Me aterro, y por instinto apoyo mis manos en el asiento delantero. El automóvil derrapa, y veo como el conductor se golpea la cabeza con el volante, quedando inconsciente. Mi cabeza daba vueltas, y mi respiración estaba agitada.
Maldición.
— ¿¡Señor!? —le muevo para ver si reacciona, pero absolutamente nada ocurre.
Mierda.
Comienzo a desesperarme. Miro a mi alrededor en busca de ayuda, pero nada, solo veo a personas igual de desorientadas que yo.
— ¡Señor! —me volteo hacia él al escuchar cómo se queja.
— ¿Qué ocurrió? —el hombre estaba claramente desorientado.
—Me encantaría poder decirle...pero no lo sé.
Necesito averiguar que fue eso...
Salgo del vehículo. Luego de asegurarme que el hombre estaba bien más allá del golpe, empiezo a caminar para cerciorarme de que nadie necesitase atención médica urgente. Camino unas calles, y por suerte, no encuentro a nadie con daños graves.
Suspiro de alivio, y camino hacia una pequeña niña que escucho llorar pidiendo ayuda. Sus ojos color miel me recuerdan...a él.
Fue hace tanto tiempo, y aún no lo supero, jamás podré...
— ¿Qué ocurre princesa? —me agacho a su altura, ella sube la vista mirándome fijamente. Esos ojos me penetran. Mil recuerdos me vinieron a la mente. Sentía, que si no desviaba la mirada lloraría, así que lo hice.
— ¿Qué tienes? —ella solo se queda en silencio y baja la mirada. — ¿Y tu mami?—sigue sin decir una sola palabra. — ¿Estás pérdida? — pregunto recibiendo solo silencio de su parte. —Si no me dices nada, no puedo ayud...—soy interrumpida por un sollozo de la niña.
—No sé qué pasa, no sé dónde estoy, no sé nada... y no encuentro a mi mami—no me aguanto y le abrazo dejando que llore en mis brazos.
Pobrecita...
—Te ayudaré a encontrar a tu mami, si quieres—limpio una de sus lágrimas, y ella para de llorar haciéndome sonreír.
La tomo de su pequeña mano, y empezamos nuestra búsqueda. Luego de unos minutos de caminata, y preguntar, la niña se desanima. Según me dijo, su madre estaba cerca, y cuando pasó eso, ella se asustó y no supo qué hacer. Hubo un momento en el que ya no logró ver a su madre, y empezó a caminar buscándola, pero solo se perdió, y alejó más.
Miro de reojo a la pequeña. En su rostro, solo hay una expresión triste, ¿cómo culparla?
A nuestro alrededor, todo sigue igual, no hay más que personas intrigadas e igual de confusas, llamando por teléfono y maldiciendo a ratos.
—Ya la encontrar...—me detengo cuando choco con una mujer de ojos verdes. Se nota la desesperación en ella.
¿Qué le pasará?
—Disculp... —intento disculparme, pero la mujer no me presta atención, su mirada yace en la niña. No entendí que pasaba, hasta que veo a la pequeña saltar a los brazos de la mujer quien la recibe de brazos abiertos. No pude evitar sonreír, la mujer se para y toma a la niña del rostro preguntándole y cerciorándose de que la niña está bien. Comencé a alejarme, pues, mi cometido se logró y ella ahora está bien.
— ¿Quién eres? —giro hacia la mujer, la cual me sonríe.
—Summer Adams—le extiendo mi mano—un gusto.
—Karen Bardsley—estrecha su mano con la mía—en verdad te agradezco. Ella se alejó un poco, y cuando todo ocurrió la perdí completamente de vista. La busqué, pero no la encontraba por ningún lugar, hasta ahora... en verdad, muchas gracias—se apresura a decir notablemente agradecida y apenada.
—Tranquila, no fue nada—le dedico una sonrisa y me alejo.
Cuando siento unos brazos pequeños rodearme, volteo y me encuentro a la niña abrazándome susurrando un gracias. Le devuelvo el abrazo. Me es tan agradable, era como si le estuviera abrazando a él. Nos separamos, y la sra Bardsley me sonríe.
—Vamos Elyse—la niña corre hacia su madre.
Elyse, qué hermoso nombre...
La alegría con la que Elyse corre hasta Karen me hace recordar a mí de niña, corriendo hacia mi madre luego de jugar con Math, o incluso tras discutir con él.
Cuando tenía problemas, o me sentía feliz, ella siempre fue mi todo, claro que tengo a muchos seres que amo, pero mi madre siempre estuvo a mi lado, haciéndose la fuerte cuando yo lo necesitaba.
Una inmensa preocupación me estruja el corazón al pensar en mi madre y Math, necesito saber que están bien.
Como si me hubiesen leído la mente, el móvil suena. Me apresuro a contestar.
— ¿Su? —la voz de Math se escucha del otro lado.
—Idiota, ¿estás bien? ¿Sabes algo al respecto? —Las palabras salen intentando inútilmente mantenerme calmada.
—Su...estoy bien, pero necesito que vengas rápido—hizo una pausa—es tu madre—mi corazón se acelera y las lágrimas me amenazan con querer salir.
— ¿Mi madre? ¿Qué ocurre Math? Dime que está todo bien.
—Solo ven rápido, y cuídate por favor—él cuelga la llamada.
El celular cae de mis manos, y siento como mis pies tiemblan. Quería dejar salir mi preocupación en lágrimas, pero tampoco debía adelantarme.
Miro al horizonte, ya no había sol, la luna y las luces iluminaban las calles desiertas. Comienzo a caminar hacia mi casa, cada vez más rápido, cuando me di cuenta, estaba corriendo. Tan solo quedaban unas cuadras. Solo pensar en algo malo me destrozaba.
¿Mi madre? No ella...
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Una noche sin luna
ActionSummer Adams, es una hermosa joven de cabellos color fuego, quien está comenzando una nueva etapa en su vida. Su ingreso a la universidad de medicina enciende lentamente su apasionada alma, la cual estuvo retraída durante muchos años. Nada parecía f...