¡Y como no acordarme si llegaste al local en pantuflas y short! - exclamó en tono de burla.
-No mujer, de tiempo atrás ¿De verdad que no te acuerdas de mí? - Susana estaba sorprendida ¡Jamás había tratado con un extranjero y menos un tipo como él!
- ¿Quién eres & qué quieres? - dijo seria a punto de colgar.
- Ya te lo dije, Soy Mark Fischer y lo único que quiero es reanudar nuestra amistad.
- ¿Reanuda? ¡Si yo no te conozco! - alzó la voz.
- Susana, tranquila. Mira veámonos el día que descanses en el centro comercial ¿Te parece? Y ahí hacemos memoria juntos. - Fischer hizo énfasis en la última palabra, lo cual le provocó un escalofrío a Sus.
- No, no creo que sea posible eso. -
- Sólo dame unos minutos, no pido más. Estoy seguro de que, si me conoces, pero de ser lo contrario, te dejaré en paz. - Susana permaneció callada por unos segundos, no quería arriesgarse, pero tampoco quería quedarse con la duda de quién era esa persona.
- Vale, está bien. - Aceptó ella con desconfianza. - ¡Pero ni se te ocurra llamarme! Yo me comunicaré contigo. -
- No has cambiando nada, mandona. - dijo él con alegría.
- ¿Qué? - Aún alterada cortó la llamada pues el simple hecho de haberla tenido le causaba escalofrío.
En toda la noche trató de conciliar el sueño sin éxito alguno pues buscaba algo en su mente que le ayudará a recordar algo de dónde pudo haber conocido a ése hombre de tan perfectas características, pero no hallaba nada.
Así pasaron dos días en los cuales Susana no durmió por la intriga de no saber quién era.
Era un viernes soleado, el ambiente de afuera estaba cálido, un día bastante agradable. Susana vestía unos jeans negros ajustados y una camisa de Rotting Christ sin mangas, estaba ligeramente maquillada con su cabello graciosamente acomodado de lado. Se encontraba esperando a Mark pues ya habían quedado a verse marcando 11:45 debajo del reloj que había en la plaza del centro comercial principal de Houston. A cada minuto que pasaba les rogaba a todos los dioses que no le fuera a pasar nada malo.
Emeritus paseaba por los establecimientos del centro comercial junto antes de ir a una cita importante agendada para la tarde de ese día. De pronto, la sorpresa lo abordó al ver aquella mujer de pecas y cabello rizado sentada a unos escasos metros de él. Avanzó hasta ella y cuando estuvo lo suficientemente cerca, se detuvo pues otro hombre se había acercado por lo que decidió sentarse frente de ellos para observarla.
Parecía que se llevaban bien, vaya que se conocían de años. Tal vez eran pareja o un amigo muy íntimo, pero son duda alguna no era del agrada de Emeritus, el cual no soportaba la idea de que alguien más hubiese probado de ella antes que él.
Poco después de veinte minutos decidió retirarse pues no podía llegar tarde a su cita.
-Déjame ver si entendí ¿me estás diciendo que tu nombre te lo has cambiado por lo que tu padre le hizo a tu madre? - indagó Susana y él asintió - ¿Y tu nombre era?
- Nathan. -
De pronto en la memoria de Susana hizo clic al escuchar su nombre. ¿Cómo pudo haber olvidado a su amigo de la infancia? No cabía la sorpresa en ella pues de aquel niño flaquito de delicadas facciones, miope y sin chiste no quedaba absolutamente nada. Era todo un hombre.
-Nathan! - dijo Susana de llorar. Abrazó fuertemente a este mientras hundía su rostro en el cuello de él. - ¡Hombre te creía muerto! ¡Oh Nathan! ¿Sabes? pensé lo peor cuando supe lo de tu madre, de verdad lo lamento.
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He is the way.
FanfictionSusana es una chica de 23 años que está perdidamente enamorada de su frontman favorito, el Papa Emeritus. Esta historia ha sido hecha a partir de vivencias (no mias) mezcladas con mi imaginación. Dejo a su criterio discernir qué es cada cosa redacta...