[SEGUNDA PARTE]

303 36 6
                                        

Jungkook

La adrenalina aún corre por mis venas tratando de procesar lo recién ocurrido, mi pierna duele a cada paso que doy, pero necesito salir de aquí. No sabía dónde estaba y mucho menos hacia dónde ir, seguí avanzando con cautela, intentaba no arrastrar los pies para evitar hacer tanto ruido, pero me estaba costando. Tras girar en una esquina adentrándome a un nuevo pasillo, vi que había una puerta estilo reja bastante oxidada y notablemente vieja, me acerqué y tomé los barrotes con ambas manos, los agité un poco para comprobar si estaba cerrado sin saber que había un guardia a un lado. Éste apareció asustándome, llevaba consigo una lámpara y me sonrió dejando a la vista su podrida dentadura, noté que la lámpara también contaba con paralizador, miré detrás de él buscando algo que me sirviera, no tenía ganas de ser electrocutado, noté que la reja estaba cerrada con una cadena y un candado, para mi suerte éste estaba por dentro. Mi cerebro empezó a trabajar a la velocidad de la luz, ignorando la punzada de dolor me agaché sacando de mi bota la navaja que antes había sido enterada en mi pierna.

—¿Muy valiente? ¿Por qué no vienes aquí y nos arreglamos?— mi plan ya estaba en marcha, si tengo suerte, este hombre tiene el orgullo más grande que su barriga.

—No tienes idea de lo que acabas de hacer pequeño bastardo— sacó un conjunto de llaves —Acabas de firmar tu muerte.

El guardia con deficiencia intelectual metió las manos entre los barrotes tomando el candado y metiendo una llave, antes de que abriese enterré la navaja en su brazo haciendo que soltara la lámpara, deslicé lenta y tortuosamente la cuchilla hacia abajo cortando más a su paso a la vez que tomaba el paralizador, el guardia abrió la boca soltando un alarido de dolor por lo que sin pensarlo ni un segundo metí el paralizador ya encendido en su boca, la carga eléctrica hizo que sus ojos se abrieran más de lo normal y las venas de su cuello y sienes se hicieran más notorias. No me detuve hasta que cayó al suelo inconsciente. Apagué ambas funciones de la lámpara y proseguí a quitar el candado, la adrenalina complicándome esa simple tarea; guardé las llaves en mi bolsillo trasero y continúe caminando, no sin antes retirar la navaja del brazo ajeno. Tras girar varias veces en diversos pasillos, al fondo vi una puerta de emergencias, escuchaba voces cerca así que apresuré un poco el paso. La puerta se abrió y por acto reflejo me escondí detrás de unos contenedores que estaban debajo de las escaleras que se encontraban a un lado de la puerta. No estoy en condiciones para defenderme.

—Maldito muchacho— se quejó alguien.

—Ni me lo digas, vamos a terminar en bolsas si no lo encontramos.

Salí una vez sus pisadas dejaron de escucharse. Me acerqué a la puerta e intente empujarla pues no contaba con pomo, bufé frustrado notando que sólo se abría por fuera y rascando mi nuca comencé a subir la escaleras, tenía los músculos tensos y el dolor en mi pierna era hasta cierto punto molesto y cada vez más insoportable. No sé cuantos pisos subí, pero pasé varias puertas más hasta que llegué a una donde estaba en completo silencio. La abrí lentamente y asomé sólo mi cabeza, notando que era un pasillo de un hotel, bastante extenso si me lo preguntas. Salí con cuidado, no quería llamar la atención. Cojeando me dirigí a cualquier lugar, realmente no sabía qué se supone que tenía que hacer ahora, quizás me vaya a desmayar por falta de sangre o me encuentren por estar vagando por los pasillos y muera.

Estaba tan hundido en mis pensamientos, despidiéndome mentalmente de mis seres queridos que no me percaté cuando pasé frente al ascensor hasta que este se abrió con su característico sonido al abrirse las compuertas. Giré mi rostro encontrándome con el rubio de aquella sala con sus ojos abiertos en una expresión de sorpresa. Me tomó rápidamente por el antebrazo antes de que pudiera escapar.

—¡Suéltame!— empezó a tirar de mi, adentrándose al pasillo por dónde venía.

—¡Cállate!— soltó en un susurró—Si no cooperas te entregaré yo mismo.

«SURE»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora