Al llegar al poblado de Moderlia, nos encontramos con un cartel en el que ponía lo siguiente:
POBLADO DE MODERLIA: PROHIBIDA LA ENTRADA A GENTE QUE NO TENGA PIN.
— ¿Tu sabes de qué va esto? —miré a Nikola, él se encontraba igual de confuso que yo. Me acerqué a una máquina que había al lado de la puerta del poblado. La maquina tenía una gran pantalla y solo tres teclas: una con lo que parecía un cero, otra con el dibujo de un uno y la otra tecla, un poco más grande que las otras dos, que era de color verde y con un símbolo de un visto.
—La única solución que se me ocurre es pasar de entrar a Moderlia e ir andando al siguiente poblado. —suspiré mientras miraba en el mapa cuál era el pueblo más cercano a Moderlia.
— ¿Crees que aguantaremos lo suficiente? —Nikola miró su mochila para ver cuanta provisión le quedaba.
—Solo hay que tener esperanza. —guardé el mapa de nuevo y empezamos a caminar hacia Natura, el poblado que estaba más cerca de Moderlia.
—He oído que en Natura la comida es exquisita, así que aunque no tengamos muchas provisiones comeremos bien ahí. ¿Cuántos reales tienes? Puede que la comida sea más cara por ser un poblado conocido por su gastronomía. —vi como Nikola sacaba de su bolsillo un pequeño estuche, lo abrió y se puso a contar.
—17 reales, no tengo mucho tampoco.
—Bueno, a mi me quedan 43 reales, así que en total tenemos 60. Ten, guarda tú todos los reales en el mismo sitio. —saqué mi cartera y él se encargó de meter cada real en su estuche de cuero.
Empezamos a caminar de nuevo, sin siquiera haber descansado. Siempre caminábamos en silencio, yo no era un chico de muchas palabras y el silencio no me era molesto. Nikola, en cambio, disfrutaba hablando con las personas y odiaba estar en silencio, pues para él todos los silencios resultaban incómodos; lo notaba en su forma de mirarme mientras hacíamos camino, intentando siempre buscar un ligero contacto visual para que uno de los dos se sintiera obligado a decir algo, siempre era él el que acababa cediendo y hablando.
— ¿Eres de Dives? —comentó el rubio mientras continuábamos andando.
Yo solo asentí para contestar su pregunta, estaba algo cansado y si empezaba ahora a hablar, perdería fuerza. A veces pensaba si a Nikola le pasaba lo mismo, pero viendo lo que llegaba a hablar mientras caminábamos tomé la decisión de que, si también le pasara, se callaría durante todo el camino.
—Lo he supuesto por tu vestimenta, comparada con la mía pareces un ricachón, y tampoco es muy normal saber usar la espada si no eres de Dives. He oído que sois un poblado bastante rico. —se paró y sacó una de las botellas de agua de la mochila, bebió, me la extendió y yo la agarré para beber también.
— ¿Cómo sabes eso de mi poblado? —le di un trago al agua y se la devolví, él la guardó— ¿Eso también te lo ha contado algún anciano de la posada? —reí un poco.
—Más o menos. —soltó unas pocas carcajadas.
El silencio volvió a nosotros de nuevo. Y así seguimos durante horas, callados, hasta que Nikola me mandó a parar, poniendo su mano delante de mí y, con la otra, indicándome que me callara.
No entendía nada hasta que me señalo delante de nosotros donde había, a lo lejos, algún tipo de conejo. Nikola agarró su arco y una flecha, colocó la flecha y tensó la cuerda del arco, se quedó así por unos cuantos segundos pero, antes de que pudiera soltar la flecha para que impactara en el conejo, el animal se desplomó al suelo inmediatamente. Nikola aflojó la cuerda del arco y colocó la flecha en su sitio.
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Odisea: La Zona Árida.
Aventura-¿Por qué huiste? -ella se sentó a mi lado, yo permanecí unos instantes en silencio mientras miraba, concentrado, la pobre hoguera que iluminaba nuestro alrededor. -Ese poblado me hacía sacar lo peor de mí. Llámame loco, pero huí para buscar un camb...