17 de agosto de 1998-Nueva York.
Jessica entró en la escuela de danza más nerviosa de lo que pensaba que estaría. Había ido a algunos castings y la verdad es que no había conseguido el resultado que quería y temía que ahora volviese a ocurrir, además se añadía el molesto problema que había sido ir hasta la Gran Manzana, el viaje la había agotado aunque solo había unas horas entre su ciudad natal y la gran ciudad.
En aquel lugar había unas diez chicas seguramente esperando su turno para el casting. Jessica se dirigió hacía la joven que se encontraba en la recepción y le indicó su nombre para que la tuviera en cuenta a la hora de llamar a las candidatas. Tardaría una hora en llegarle el turno aunque no tuvo mucha suerte en la prueba. Jess salió llorando del lugar, como en muchos castings a los que había ido la habían desechado nada más verla por su físico. Jessica no era la típica bailarina de ballet que pesa casi lo mismo que una niña de doce años. Ella era toda una mujer con sus curvas, pesaba poco pero tenía un pecho voluminoso al igual que sus caderas, aquello le traía muchos problemas en ese mundillo y la verdad es que ya no sabía como podría solucionar eso, había adelgazado cinco kilos para ir a ese casting, pero de igual forma no había servido de nada.
La joven caminaba con la cabeza gacha, intentando enjugarse las lágrimas cuando de repente chocó contra un joven, lo que hizo que el bolso de la muchacha se cayera al suelo desparramando todo lo que en él llevaba por la calle.
-Perdón.-dijo amablemente el chico.
-No pasa nada.-dijo en voz baja la joven mientras se agachaba a recoger sus cosas.
El chico se agachó para ayudarla y fue entonces cuando vio que estaba llorando. El joven se tomó la confianza suficiente para agarrar delicadamente la barbilla de la chica y levantarle la cabeza para que le mirara.
-¿Te encuentras bien preciosa?-preguntó el chico con tono dulce.
Ella terminó de meter el último objeto de su bolso, un espejo pequeño que por suerte no se había roto y movió la cabeza para apartar la mano del joven.
-Sí.-respondió de forma cortante y entre sollozos.
Aquella respuesta no convenció mucho al joven. La chica se levantó, se colgó el bolso al hombro y comenzó a caminar dejando al chico atrás. Él comenzó a andar tras ella.
-Es obvio que te ocurre algo.-dijo poniéndose a la altura de la muchacha. -A veces es bueno desahogarse y soltar todo lo que te preocupa.-continuó.
Jessica se paró en seco y se giró hacia él. El joven se quedó atónito, la joven estaba seria, tanto que parecía incluso molesta por las impertinencias que le estaba causando. Para su sorpresa no fue así.
-Pues que estoy cansada de que en ningún casting me cojan por mi físico. Ni siquiera les importa si bailo bien o mal, no me dejan ni demostrárselo.-
El chico la escuchó y después señalando la escuela de ballet que habían dejado atrás le preguntó.-¿Hablas de esa escuela?¿La de ballet?-
La joven asintió.
-¿Y por qué no te han cogido?-preguntó extrañado sin si quiera saber a que se estaba refiriendo la joven.
-Por mi físico.-contestó molesta la chica.
El joven la miró de arriba abajo sin entender aún nada.-¿Qué le pasa a tu físico? ¿Eres demasiado guapa para ellos?-dijo el joven bromeando para hacer que la chica se animara un poco.
-No.-respondió Jessica con una media sonrisa.-Estoy demasiado gorda.-dijo haciendo que se desvaneciera la ligera sonrisa.
-¿Gorda?-dijo extrañado el chico.-Estás perfecta.-continuó.-¡Eres perfecta!, mejor dicho.-
Jessica no pudo evitar sonreír ante aquellas palabras, el chico era bueno intentando hacer que se sintiera bien y eso no podía nergárselo.-Gracias.-dijo la chica de forma tímida.
-No tienes que darla, es la verdad.-respondió él.
La joven comenzó a andar y segundos después el chico la siguió. -¿Eres de aquí?-le preguntó el muchacho.
Jessica negó con la cabeza.
-¿De dónde eres?-preguntó el joven intrigado.
La joven se giró hacia él y le sonrió, pero no respondió a su pregunta.
-¡Qué mal educado soy!-dijo el joven poniéndose delante de la chica para cortarle el paso. -Me llamo Leon y ¿Tú?-dijo el chico.
Jessica le apartó y continuó caminando.
-¿No me vas a responder?-
-No.-dijo ella.
-Acabas de hacerlo.-
-Pues ya tienes lo que querías.-dijo la joven haciéndose la dura.
-Venga, dime tu nombre.-suplicó el joven poniéndose nuevamente delante de la chica.
La joven sonrió pero continuó andando sin decirle nada más. De repente se paró en seco y miró hacia el lado izquierdo de la carretera, esperando a que viniera algún taxi. Leon en seguida supo lo que estaba intentando la joven, así que sacó un papel de su cartera y escribió su número de teléfono.
-Aquí tienes. Es mi número. Llámame.-le dijo el chico tendiéndole el papelito.
Jessica sonrió y lo cogió.
-¿Me dices tu nombre?-insistió el chico.
-Cuando nos volvamos a ver.-contestó la chica, acto seguido alzó la mano para hacer parar un taxi que se acercaba a ellos. El coche se paró y la joven sin mediar palabra se metió en él. Leon se quedó atónito. Se suponía que si le había dicho eso era porque quería volver a verle. Sonrió y observó como el coche se llevaba a la chica más guapa que había visto nunca.