- Mi Sombra -

PARTE 2 Capítulo 4: "Luciérnagas" parte 1

Estaba cansada de caminar demasiado pero nada es suficiente si se trata de alejar a Ayleen de las personas que más quiero, aunque me pregunto porque no me está siguiendo pero nada me sorprende porque sé que Ayleen siempre tiene un plan para cada ocasión.

Ya estaba atardeciendo y había un camino en el bosque, decidí tomarlo para ver hacía donde se dirigía, camine alrededor de un kilometro y llegue a lo que parecía ser un cementerio, por primera vez en mucho tiempo no sentía tanta paz, camine un poco más y me senté en dos tumbas muy similiares a las de mis padres, un recuerdo de ellos llego a mi mente y una lagrima rodo por mi mejilla mientras sonaba la canción que ellos solían cantarme "las luciérnagas alumbran la montaña dando luz a las sombras"...

Al principio creí que todo esto provenía de mi mente, pero la canción se escuchaba cada vez más fuerte y era la voz dulce y melodiosa de una niña, me levante un poco alarmada, la voz se escuchaba detrás de un árbol, por un momento creí que era Ayleen jugando conmigo de nuevo, me acerque un poco y me encontré con una niña muy simpatica de al menos doce años de origen asiático, su cabello era lacio muy negro e increíblemente largo. Me sorprendío ver a una niña vagando sola en el bosque pero también me provoco tristeza verla en un estado tan crítico como una silla de ruedas.

Ella dejo de cantar y abrió sus ojos lentamente, estaba confundida pero mi curiosidad era mayor y le dije.

- esa canción es la que mis padres solían cantar para mí aunque nunca le encontré sentido alguno.
- bien lo has dicho, no le has encontrado sentido alguno mas no sabes si lo tiene.
- pero no es posible alumbrar las sombras.
- la realidad es que sí, pero solo para tu bien propio, si todos ilumináramos nuestras sombras estas desaparecerían, la verdad es que no puedes cambiar la naturaleza de algo porque ya tiene destinada una función.

Antes de que yo pudiera contestarle se acercó más y me observo detenidamente.
- tus ojos son grises...
- si, a pesar de que sea un color muy peculiar de ojos siguen siendo vacíos y sin vida; siempre creí que no eran míos porque ninguno de mis padres poseía tal color, aunque mi padre no paraba de decir que eran los ojos de su madre, pero yo sabía que no era cierto...

- tal vez no.
- ¿qué quieres decir? Pregunte.
- un antiguo mito dice que las personas que poseen el color gris en sus ojos son las únicas que han estado conscientes de su lado malo.
- ese no es mi caso replique.
- y tú, ¿quién eres?
- Alicia.
- me refiero a que si eres el Ángel o el Demonio.

En cuanto esa niña dijo eso me quede perpleja, no sé qué es lo que está tratando de decir, ¿conoce a Ayleen?, ¿ella tiene algo que ver en esto?, antes de que comenzara a hablar llego una joven rubia de ojos azules bastante atractiva y nos interrumpió.
- ¡Hiromi!, ¡¿Dónde te has metido?! Nos tenías preocupados a todos, te has vuelto loca, tu bien sabes que hay personas malas sueltas y que no dudaran en hacerte daño.
- perdón Sara, solo salí a caminar un rato. Ella es Alicia.

En cuanto la niña que al parecer se llamaba Hiromi me presento a Sara ella me observo con mucha desconfianza, pero no se quedó callada por mucho.
- no quiero juzgarte pero, ¿qué hace una joven como tu merodeando sola por el bosque?

No me quedo más que contestarle de una manera sincera y con un toque de decepción.
- he perdido todo lo que tenía y no me queda nada más que estar sola conteste.
- a nadie le gusta estar solo replico la joven rubia.
- yo nunca dije que me gustaba estar sola, solo no tengo otra opción.
- no quiero sonar descortés pero, ¿como sobreviviste tanto tiempo?, no te vez tan fuerte pregunto ella.
- es una buena pregunta por el hecho que ni yo misma se, solo te puedo decir que he pasado cosas mucho peores.
- ¡¿has estado presente en otros ataques además de este?!
- no, no exactamente.
- Alicia fue un gusto conocerte a pesar de ser estas las peores circunstancias.
- igualmente y siento que tenga que ser así.