CAPÍTULO III

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MIN YOON GI

Aun puedo sentir el aroma de tu perfume cerca mío, recuerdo aquellas veces que te miraba dormir tan tranquilamente; tenías una respiración calmada y pacifica, inconscientemente sonreía al verte de esa forma.

Siempre solías despertarte con el más mínimo rose que te daba con las yemas de mis dedos a tus mejillas rosadas. Sabes... en esa parte también te parecías a mí, éramos como dos almas gemelas juntándose libremente.

¨Quiero dejarte ir, pero no puedo, me arrepiento de haberte conocido, pero siempre estabas a mi lado a pesar que yo no dije nada¨. ¨Me arrepiento por haberme enamorado de ti, así que no dejare tu mano porque yo nunca me voy a separar de tu lado¨. ¨Me arrepiento por pensar que te necesito junto a mí, pero sé que volveré a verte de nuevo¨. Muchas veces me he repetido las mismas palabras una y otra vez, pero mi corazón vacío sabe que ya no regresarás, sé que si aquel día no hubiera perdido el control aun te tendría a mi lado. A pesar que trato de aceptarlo no puedo porque todavia te extraño.

Ya no suelo dormir tranquilo como antes porque al despertar sé que no te veré al costado mío como solía ser todas las mañanas antes que te fueras. Cuando veo los polaroids que nos tomábamos pegados en la pared de nuestra habitación mí corazón se me estremece y mis sentimientos regresan, comienzo a llorar hasta quedarme de nuevo dormido como ya se me hizo costumbre.

Entre mis sueños escucho el teléfono del departamento donde solíamos vivir sonar, sé que no eres tú, pero puede ser algo importante y contesto desanimado.

Al otro lado de la linea escucho que me informan que te han encontrado, pero no son buenas noticias...

Después de escuchar las palabras provenientes del teléfono empiezo a correr hacia el lugar que me indicaron para comprobar si es cierto lo que dijeron, llego cansado y veo a tus padres. Tu madre esta arrodillada llorando junto a un cuerpo, me acerco lentamente rogando que no seas tú, destapo con miedo las sabanas blancas que te cubría y te veo sobre la camilla del amorgue. Miro tus mejillas sin el color rosa que tanto amaba, veo tu cuerpo lleno de moretones y heridas, eso fue lo que más me dolió. 

—Encontraron el cuerpo en una cabaña deshabitada, fue ultrajada y después la asesinaron a golpes  —habló el médico forense—. Esos fueron los resultados de los análisis, siento su perdida.

Me quedé sorprendido mirando a la nada, las lágrimas comienzan a salir, no puedo soportarlo más, el dolor es tan grande.

Salgo del morgue donde te encontrabas dejando a tu madre pidiendote que despertaras, tu padre está apoyando su cabeza en la pared con las manos sobre su cara llorando tratando de ocultar las lágrimas. Este no era un sueño era la realidad.

Siento culpa, culpa por haberte dejado sola en aquel lugar frió y desolado aquella noche después que veníamos de un concierto a las afueras de la ciudad.

Eres importante para mí, donde quiera que esté siempre has sido importante para mí, pero ahora que ya no estas no sé qué será de mi, tengo arrepentimiento por haberte dejado sola, pero no, no sabía que ese momento iba ser el final de todo.

¨No te vayas¨, tu dijiste, pero no te hice caso y te deje sola. Te veía ya afuera del auto del que te vote, estabas llorando, pero aun viéndote débil te deje sola hay en la nada.

Recuerdo la primera vez que te vi, al principio te odiaba, pero ese odia se convirtió en amor. Desdé que me conociste sabias que perdía rápido la paciencia, tal vez ese fue mi gran error. Solo si ese día no hubiera perdido la paciencia contigo probablemente seguirías aquí parada al costado mío. Todo era mi culpa, mi culpa, mi estúpida culpa.

Las lágrimas volvieron, salí afuera, necesitaba aire libre,  trate de secar mis lágrimas con mis manos, pero no pude, estas casa vez aumentaban más. Grite, grite como nunca antes lo había hecho.

A lo lejos pude ver un bar, entre sin pensarlo y pedí unos tragos para que borraran mi dolor, era amargo y doloroso, pero a pesar que tome todo lo que pude hasta el cansancio el dolor no se iba de mi corazón, sabía que no te gustaba verme emborrachándome, pensé que si lo hacía vendrías a mí y me regañarías, pero en ningún momento te vi.

Salí ya del bar votado por unos empleados, no quería irme de ahí porque quería que vinieras y me regañaras, pero jamás sucedió a pesar que espere por mucho tiempo. No se cómo llegué al departamento, abrí la puerta y escuché sonidos provenientes del cuarto, entre desesperado y te empecé a buscar por todos lados, pero no estabas, solo estaba tu ropa doblada y tus maquillajes ordenados sobre la cómoda. Cansado de aquel día me acosté sobre la cama y cerré los ojos.

A la mañana siguiente desperté pensando que todo era mentira, había sentido el olor de café proveniente de la cocina, me levanté corriendo pensando que eras tú de nuevo y sí, tú estabas hay preparando dos tazas de café, uno para cada uno, me dijiste que pasaba cuando sentiste que te abraza. ¨No te vuelvas a ir¨ hable sin querer soltarte.

Nos sentamos juntos en la mesa y tomé el café que me serviste, pero al rosar la taza con mis labios todo desapareció, me di cuenta que todo era una ilusión, tú estabas muerta.

Esto era un sueño, me levante de la cama viendo a mi alrededor, por un momento quise volver a tener la misma ilusión hace un rato, aunque todo después fuera a desaparecer. Algo que ya no volvería a suceder de nuevo.

Hoy era tu velatorio, me vestí con un terno negro, me miré por última vez en el espejo, recordé cuando me abrazabas por detrás y comenzabas a decir cuánto me querías, las lágrimas volvieron, rompí el espejo frustrado y salí del departamento para dirigirme al velatorio donde tu cuerpo descansaría en paz. 

Llegue y encontré a unos cuantos amigos de los dos, veía sus caras tristes, me acerqué a ellos y los salude.

Solo asentía con la cabeza cada vez que me hablaba, me alejé de ellos para dirigirme al cuarto donde te velaban, vi a tus padres arrodillados con la mirada baja, me quité los zapatos y entre, en ese momento comencé a llorar frente a ellos ¨lo...lo siento mucho¨, fue lo único que pude hablar, las lágrimas que salían no me dejaban pronunciar palabras.

Entonces vi tu foto dentro de un cuadro, al costado de él estaban tus frutas favoritas, aquellas que me pedias que compré en el supermercado. Te extraño, te extraño demasiado.

Salí del lugar, con las manos sobre mi cara, me quede parado ya afuera, seque las lágrimas que tenía y volví junto a los demás, mis amigos optaron llevarme a casa, dijeron que no estaba en condiciones para manejar solo.

Entre con ayuda de ellos, estaba deprimido, se quedaron un buen rato tratando de animarme, pero nada funciono, resignados se fueron, al decirles que quería estar solo, no quería que me molesten, estuve como media hora sentado sobre el sofá pensando en la nada, pero una idea vino a mi mente, decidido salí del departamento para dirigirme al estacionamiento donde dejaron mi auto, llegando abrí la maletera donde dejaba un bidón de gasolina en casos de emergencia, entre de nuevo al departamento, cerré la puerta con seguro para que nadie pueda entrar, me dirigí a la habitación y comencé a destapar el bidón dispuesto a echar por diferentes lados la gasolina. Saque de mi bolsillo el encendedor que me regalaste en mi cumpleaños y lo prendí, deseaba un cigarrillo en estos momentos, pero todos lo habías votado tú, entonces agarre un papel de tu blog y escribí sobre él.

¨Pronto estaremos juntos... mi primer amor¨

Lo doble en forma de un avión y lo aventé afuera de la calle por la ventana, en ese instante prendí el encendedor y lo lancé sobre la gasolina esparcida, dentro de unos minutos sentía mi piel arder, comencé a gritar, afuera escuchaba los golpes en al puerta, pero en ese instante todo se volvió negro, sentí en mi subconsciente unas leves quemaduras sobre mi cuerpo para después volverse solo pequeños peñiscos, la muerte había llegado a llevarme junto a ti. 

Cartas de suicidio - BTS [One Shoots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora