Sueños truncados.

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~Capítulo 5~

[Pasado]

Luego de follar como nunca lo habíamos hecho, nos fuimos hacia mi recámara y tomamos una ducha rápida de manera individual, no porque yo lo haya querido, sino porque ella dijo que era la única manera en la que nos ducharíamos sin volver a ensuciarnos y acepté solo porque necesitaba hacer algo, sin que ella lo supiese aún.

Al fin te reportas — bufó Jacob y no me agradó su forma de hablarme.

— Según entiendo, no tengo que reportarme ante nadie, imbécil — espeté y lo escuché reír.

Ya, cálmate viejo.

— Necesito que compres dos vuelos para mí y hagas todo lo necesario para que pueda llegar a las islas Malvinas en dos días.

¡Wow! ¿Viaje de negocio o placer? — preguntó y el imbécil tenía suerte que White me tuviese de buen humor.

— Eso no te importa idiota, solo has lo que te pido y ya.

Bien, bien, ya no insisto, solo dime para quien es el otro vuelo, aparte de ti y antes que digas que no me importa, necesito esa información para los vuelos — aclaró y negué, aunque no podía verme.

— Para Isabella y quiero manejar esto como un pequeño secreto, espero puedas mantener tu boca cerrada hasta que yo lo anuncie — advertí y bufó — esta noche quiero que todos vayan a Elite, celebráremos nuestra despedida y, por cierto, no compres el retorno solo la ida.

¿Estás seguro?

— Te lo estoy ordenando ¿no? — bufé con fastidio, a veces Jacob se pasaba de idiota.

Bien, está hecho — informó y colgué justo a tiempo cuando Isabella salió del cuarto de baño.

Tenía una enorme sonrisa en el rostro, tan enorme que creí que no cabía en su rostro y era capaz de iluminar toda mi habitación, un suspiro escapó de ella al vernos a los ojos y acepto que era un cabrón con mucha suerte, al saber que esa sonrisa la había puesto yo, en ese hermoso rostro.

— Vístete rápido, si no, no respondo — advertí mientras llegaba a ella y besé su frente.

— ¿Tenemos prisa?

— Sí, quiero que nos vayamos a nuestro apartamento — y se sentía jodidamente bien, decir nuestro.

Mi motocicleta fue la encargada de llevarnos hasta allá y aunque había follado a Isabella tanto como quise y dejé de hacerlo sólo porque la vi débil, cuando llegamos a nuestro espacio, mis ganas por ella despertaron una vez más, había extrañado mi apartamento y sobre todo después que el espacio tenía su marca y me recordaba que ese, ya no era solo un apartamento de soltero, donde iba para encontrar tranquilidad, sino que se había convertido en mi lugar favorito, luego que ella aceptara vivir allí conmigo.

La dejé entrar primero y luego de entrar yo y cerrar la puerta, la abracé por detrás, besé su cuello y rocé mi pelvis en su redondo trasero para que sintiera mi erección.

— Ya te dejé descansar un poco, es momento de continuar — susurré y vi como su piel se erizó — tengo unas ganas locas de ti.

— Yo igual — respondió y sin esperar tanto, la llevé hasta la recámara, pero la desnudé en el camino.

Ella hizo lo mismo conmigo y cuando al fin la tumbé en la cama, estaba totalmente expuesta para mí. Su coño rosado y limpio de vellos quedó frente a mí y no pude resistir la tentación de comérmelo como si se tratase de un melocotón maduro, jugoso y el más dulce que había probado, los gemidos que salían de ella volvían locos a mis demonios y solo deseaba hundirme en ella, pero antes quería que se corriera en mi boca y mientras chupaba, mordía, lamía y la follaba con mi lengua, logré que gritara mi nombre, lo hizo con intensidad, así como tanto me gustaba. Se sentó sobre la cama y con astucia me haló hasta unir su boca con la mía, ella quería saborearse a través de mis labios y eso me calentó y me puso a punto de erupcionar como un puto volcán, sus besos eran adictivos y cuando estaba tan excitada, me besaba como una diosa y tomaba el control de la situación, como si tuviese años de experiencia, pero no, independientemente de lo que había pasado entre ella y el hijo de puta de mi primo, lo que ella hacía conmigo, era porque yo se lo había enseñado y por lo que había visto en las películas, que fue lo que me confesó en una ocasión y daba gracias a quién inventó esas películas, porque mi chica había aprendido tan bien, que lograba desquiciarme en cuestión de segundos, tal como en esos momentos, cuando se subió en mi regazo y se penetró ella sola con mi polla, estaba húmeda, muy húmeda y todo eso era mío, mío así como ella lo era, su deliciosa cadera comenzó a moverse de manera circular y como un maldito novato, comencé a jadear.

Corazón De Fuego® (Muestra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora