I.

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"Gli occhi dell'innocenza."

Vivía en un lugar lleno de desperdicios y basura, había oído a su padre decir que era un "tiradero".

El pequeño solía pasear por entre la basura cada día, pues la gente solía dejar allí cualquier tipo de curiosidades que algunas veces resultaban muy interesantes; encontró, un día, una caja de madera llena de cigarrillos grandes y gordos con olor a chocolate, menta y vainilla, su padre le había dicho que se llamaban "Puros"; juntos crearon una historia de cómo habían terminado allí:

-Seguramente hizo enfadar a su esposa- dijo el padre
-¿Por qué?- el pequeño no conocía a su madre, su único recuerdo de ella era una mediana foto de forma ovalada que colgaba en una de las paredes de la casa. Era de las pocas veces que escuchaba la palabra "esposa", sin conocer realmente su significado o el significado de un matrimonio.
-No lo se, quizá rompió su vajilla favorita y ella quizo vengarse.

Por la mañana salía a jugar por allí, imaginando que era un pirata en busca de tesoros para su botín. Su padre mientras tanto, se encargaba de llevar sacos de basura a diferentes máquinas, una de ellas aplastaba el cartón, otra de encargaba de incinerar los deshechos.

Por las tardes ambos volvían a casa para comer. Luego de eso el pequeño se quedaba en casa para seguir aprendiendo el alfabeto y a leer, mientras su padre iba a terminar el trabajo.

Durante la noche, su padre volvía para cenar juntos y luego de eso jugaban un rato, observando los tesoros que el niño había encontrado. Mas tarde tomaban un baño en la parte trasera de la casa, algunas veces debían bañarse con agua fría. Finalmente se preparaban para dormir.

Esa era su rutina de cada día.

Hasta que su padre comenzó a salir los fines de semana por las tardes. Su hijo se preguntaba la razón de sus salidas contínuas, aunque nunca dijo nada para no molestarlo.

Una noche, su padre llevo a una mujer a la casa, ella era muy amable y dulce con él. Ese día cenaron juntos, el ambiente de tornaba muy cálido, tanto que podrían parecer una felíz familia; "¿así será tener una mami?" pensó el niño.

A partir de entonces, la pareja de adultos salían a pasear, dejándolo solo en casa hasta muy tarde; en realidad no le molestaba, le agradaba ver que su padre era feliz cuando salía a pasear con esa mujer.

Una mañana, mientras el niño paseaba como de costumbre, divisó entre los deshechos un objeto curioso que lo hizo sentir la necesidad de descubrir lo que era; comenzó a quitar algunas cosas hasta alcanzar lo que parecía un conejo de peluche, sus ojos eran grandes y brillantes, dándole un gesto de ternura.

Luego de sacudirlo algo más que un par de veces, se dirigió a su casa con la intención de darle un buen baño al peluche.

-Ésta es mi casa- le dijo- es toda de madera y no es muy grande, pero es cálida y nos protege de la lluvia- por alguna razón el niño sentía que ese conejo podía entenderlo, eso lo hizo especial- tenemos una mesa para comer; una chimenea, allí es donde papá hace la comida; un armario, aunque no tenemos mucha ropa; y por allá junto a la ventana esta la cama, es muy cómoda, antes debíamos dormir en el suelo hasta que papá encontró ese colchón- salió de casa una vez más para dirigirse a la parte trasera donde la pequeña familia solía darse un baño cada tercer día- no puedo calentar el agua; papi dice que el fuego es peligroso, así que tendré que lavarte con agua fría.

El niño sintió que se quedaría sin manos por lo helada que se encontraba el agua, a pesar de ello el conejo había quedado muy limpio y ambos se sentaron cerca de la chimenea para entrar en calor.

Cuando su padre volvió, el niño le mostró su conejo, "Es muy lindo", le dijo con una leve sonrisa, pero al observarlo bien notó algo extraño en sus ojos... era lapislázuli. Ellos tenían muchas deudas, claro que el pequeño no entendía muy bien acerca del tema, era lo que su padre llamaba "problemas de adultos".

Luego de una charla que había preocupado al pequeño, decidió contarle todo a su amigo conejo.

-Conejito, hoy papá me pidió algo importante- el niño se veía triste- parece que tus ojos valen mucho y papá le debe dinero a unas personas, me pidió que se los entregara...- no estaba muy seguro, pero le pareció ver que el conejo había cambiado su semblante y eso lo puso nervioso- ... está bien... le diré a papá que no puede llevarse tus ojos.

Pero su padre sabía que con eso no sólo podrían pagar sus deudas, sino que a demás podría hacer algunos cambios en la casa y comprar mejor ropa. Entonces se escabulló por la oscuridad nocturna hacía la mesa donde su hijo había dejado al conejo, buscó un cuchillo y con apoyo de la tenue luz de una vela cortó el hilo que sostenía las piedras... una a una hasta sacarlas. No esperaba la desagradable sorpresa que le esperaría después.

Guardó las piedras en una caja en el armario y salió temprano a cambiar las piedras por dinero...

Cuando el pequeño despertó, lo primero que hizo fue ir a buscar a su conejo, pero se lleno de gran tristeza y temor al ver lo que su padre había hecho.

-Perdona a mi papi.. - le pidió con lágrimas recorriendo por sus mejillas-seguro que no lo hizo con malas intenciones- el niño se mostraba temeroso ante el peluche, ya que este, sin sus ojos, lucía oscuro, malvado.

Las súplicas del pequeño por el perdón del conejo, a lo que su padre había hecho, parecían ser en vano. Sus palabras serían sólo un cascarón vacío de la víctima del crimen de un pecador.

Su padre estaba tardando en volver y él tenía hambre; cansado del llanto, se recostó en la cama para tratar de dormir otro poco y así apaciguar el malestar causado por la conmoción. Pasaron algunos minutos, cuando de pronto comenzó a sentir una picazón en sus ojos, el niño tallo su rostro cada vez con más violencia y desesperación. Sus ojos comenzaron a arder. El niño gritó con desesperación por su padre, no sabía lo que pasaba y solo acertó en llorar por el miedo. Sus ojos dolían, estaban hinchados y muy rojos.

Su padre iba llegando con un buen fajo de billetes en mano, felíz por que ahora podrían pagar sus deudas, pero al acercarse a su casa escuchó los alaridos de un pequeño pidiendo por ayuda. Corrió rápidamente para ver lo que ocurría, su hijo estaba tirado en el suelo cubriendo sus ojos con sus manos, se acercó para revisarlo y al ver lo que ocurría lo descubrió:

-Papá... no puedo ver nada...

El pago por su crimen había sido cobrado de manera cruel y su hijo, un alma inocente, era la viva imagen de su delito.

En su interior, el hombre sabía que el conejo lo había causado... estaba maldito. Su corazón se cegó de miedo y odio. Llevo lejos al peluche, dejándolo entre los escombros de lo que parecía alguna vez haber sido una catedral. No quería volver a verlo...

Y entonces... una niña lo encontró....

Mr. BunnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora