Me dieron ganas de defenderte de él cuando tus ojitos comenzaron a llenarse de lagrimas por sus palabras, realmente quería hacer que se callara, pero solo soy un cobarde que no se atreve a ponerlo en su lugar, aún.
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Me dieron ganas de defenderte de él cuando tus ojitos comenzaron a llenarse de lagrimas por sus palabras, realmente quería hacer que se callara, pero solo soy un cobarde que no se atreve a ponerlo en su lugar, aún.