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 Una noche fría y pacífica. Una enorme mansión llena de gente glamurosa y excéntrica. Hombre y mujeres interactuando animadamente en esta noche de fiesta y diversión. La prensa esperando impaciente afuera en un intento de obtener la toma perfecta. Tratando de captar un pequeño, minúsculo, momento de la fiesta envidiable.

Mujeres con vestidos que se pegaban a sus curvas. Hombres con trajes elegantes que resaltaba su masculinidad. La noche apenas iniciaba.

Deliciosos platos que eran acompañados con música de toda variedad. Tomó otro trago de vino. Observó la enorme sala en donde se estaba llevando a cabo la enorme fiesta. Conocía a varias personas, y otros simplemente conocía de nombre. Platicaba y sonreía. Mikoto se había acercado a ella para saludarla alegremente. La recibió con los brazos abiertos y bromeó con ella. Fugaku se mantuvo al margen y solo le regaló una sonrisa de apreció. Ambos estaban contentos de volver a verla.

Tomó otro trago. ¿Cuántas copas llevaba tomando? Perdió la cuenta. A pesar del ambiente alegre y festivo que había en el lugar, no pudo evitar sentirse aburrida. Se sintió mal por eso. Tal vez si dejara de observar en silencio y comer y se acercará a conversar con los demás invitados podría disfrutar de la noche joven, pero ese no era su deseo. Deseaba que la fiesta terminara y que ella pudiera darle el regalo a Mikoto tranquilamente. Aún guardaba el regalo en su bolso.

Buscó con la mirada a Sasuke. No estaba. Tal vez por eso estaba aburrida y sin ganas. Era tradición para ellos competir por ver quién le daba el mejor regalo a Mikoto o a Fugaku. Casi siempre ganaba ella, pero por alguna razón, sentía que su racha iba a ser vencida hoy. Se puso alerta.

— Hinata, cuánto tiempo.

Sonrío. Se dio la vuelta y lo recibió con un fuerte abrazo. Hace mucho que no lo veía.

— Digo lo mismo. ¿Dónde está Izumi? —La buscó con la mirada. Trató de encontrar a una hermosa mujer de cabellera castaña con un bebé de dos años. La encontró con Mikoto. Sostenía a la bella niña de hermoso cabello ónix. Igual a su padre a simple vista, pero sus rasgos eran más a los de su madre.

— Madre no pudo evitar mimar a Bella. Ya la conoces —Se burló risueñamente—. Por otro lado, ¿y Sasuke? —Lo buscó con la mirada. Hinata simplemente se encogió de hombros, mostrando su desconocimiento.

— No sé, pero no me da buena vibra su ausencia —Frunció el ceño en una mueca desconfiada y temerosa. Cómica al punto de vista de Itachi.

— ¿Temes que te gane este año?

Hinata soltó una risa carente de diversión—. Imposible.

— Bueno, pues espero que mi regalo no los opaque este año —Le dio un suave toque en la frente y comenzó a caminar hacia su madre.

— ¿Qué? ¡Espera, qué preparaste! —Hinata lo persiguió preocupada. Con los años, se volvió tradición ver quién le daba el mejor regalo a Mikoto. Itachi, Sasuke y Hinata siempre reñían sin piedad cada año. Hinata casi siempre ganaba. Sasuke e Itachi cada año aumentaban la fuerza del ataque. Hinata ocupaba reforzar su defensa.

Por otro lado. En una discoteca llena de vida y diversión alocada, Sakura y Naruto festejaban sin pudor. Ambos ahogados en alcohol. Las luces segaban su vista. Ni podía ver con quién bailaba. Perdió de vista a Sakura después de octavo trago. No le importó.

¿Por qué estaba aquí? Sakura lo convenció. Recordaba que le estaban haciendo las uñas mientras él esperaba harto mientras jugaba con su celular.

Se tambaleó. Todo le daba vueltas. Su cuerpo, sudoroso y confundido, seguía el ritmo de la música. Sus manos acariciaron unas suaves curvas. ¿Con quién bailaba? No le importó y siguió divirtiéndose. Sintió que le tocaban el pecho. Sonrío. Siguió bailando ignorando las suaves caricias que le daban a su cuerpo entumecido. Subió por su pecho a sus hombros. Acarició su mentón y se de detuvo en sus mejillas. Sintió su respiración pegar en su rostro. Olía a tequila y vodka. No lo proceso y dejó que siguiera. Pero antes de que pudiera sentir algo más alguien lo tomó del cuello y lo arrastró por el lugar.

Jugando con fuego [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora