querido novio.

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Gumball despertó, se duchó y se vistió con una playera blanca, pantalones color rosa y unos botines negros. Se puso un beanie igualmente rosa y después de desayunar, se fue a la escuela.

Le gustaba apartarse de las "situaciones reales", por lo que se iba caminando de su casa al colegio, aunque en algunas ocasiones era inevitable y su mayordomo lo llevaba en limosina. Las veces en las que era llevado en tal vehículo, era más rechazado por los alumnos, quienes le lanzaban miradas de odio y hacían comentarios no muy agradables.

Esta ocasión tuvo la suerte de irse él solo.

Sacó su celular y colocó los audifonos para reproducir una canción de the neighbourhood, cuando de repente, alguien le tomó de los hombros.

―Buenos días, mi príncipe― dijo detrás del aludido.

El pelirrosa volteó los ojos y suspiró, tratando de sacar una sonrisa, pues era hora de iniciar su plan.

―¡Hola, novio mío!― sonrío y apretó la mejilla de Marshall.

El vampiro se quedó boquiabierto y anonadado por lo que el chico le había dicho.

―Wow, Gumball ¿Todo bien?
―¿Por qué no habría de estarlo, Lee?
―Pues ya sabes, lo que me dijiste fue algo― rascó su nuca― inusual.
―¿Tiene algo de malo el demostrarle amor a mi novio?

El mayor estaba sin palabras.
Creía que todo se trataba de un sueño.

Fue cuando llegaron a la escuela y el pelinegro volvió en sí.

―Bueno Marshall, tengo química y tú tienes matemáticas, suerte y ten un lindo día― dijo amistoso y sonriente. Quería sonar lo más convincente posible.

Se dio la media vuelta y comenzó a avanzar.

El vampiro sólo veía de lejos como el menor se alejaba y desaparecía entre la multitud.

Estaba confundido con respecto a la situación, pero para ser sincero, le era tierno el que el chico le hablase por primera vez en mucho tiempo de una manera cálida y agradable.

―Al menos el día de hoy no tendré que fingir más― dijo para sí mismo mientras se dejaba caer en el asiento del laboratorio. Dio un largo suspiro y recargó la mano en su mejilla.

Sacó su cuaderno de química y colocó la fecha. El profesor llegó minutos después y comenzó a escribir la práctica en el pizarrón para que los chicos copiaran (si lo requerían) y comenzaran a trabajar.

Mientras el príncipe escribía, su celular vibraba en la mesa. Trató de no darle importancia hasta que después de muchos zumbidos decidió tomarlo y ver de qué se trataba.

"Hola querido novio. Luces muy guapo con tu bata de laboratorio".

El chico se sorprendió y leyó el mensaje una y otra vez, confundido.

"¿Cómo conseguiste mi número, Marshall?"

Respondió.

"Lo conseguí el día que te conocí, pero no quería mandarte mensajes hasta que estuviera seguro de que no te incomoda"

Suspiró molesto.

"No me incomoda, Lee, pero en estos instantes tengo química y mi profesor es un hijo desidjdnd"

"Hey, princesa ¿Sucedió algo?"

El profesor había logrado ver al pelirrosa con su celular, por lo que molesto se lo quitó y lo sacó de la clase.

―Maldición

Se sentó en las bancas cercanas al laboratorio a esperar a que el profesor le devolviera su dispositivo móvil una vez terminada la clase.

―Maldición, estúpido Marshall

Bufó con la nariz.

Lo habían sacado de la clase y dejado sin su celular. No podía ocurrir algo peor.

"Tsst"

Escuchó un sonido a lo lejos.

Al parecer, alguien lo llamaba.

Y al parecer, ese alguien era Marshall.

Volteó hacia la izquierda y se encontró con el mayor quien le hacía señas y emitía ruidos con su boca.

"¿Ahora qué quiere?" pensó molesto y se dirigió hacia él.

―¿Qué te sucedió princesa?, tu último mensaje fue algo como sndnsnns― trató de imitar lo que le había escrito.

―Por tu culpa― dijo señalándole con el dedo el pecho― me sacaron de la clase y el profesor se quedó con mi celular, esa práctica valía el 20% de la evaluación y ahora sacaré un ocho ¿sabes lo que significa? ¡deshonra! Mis notas son las más altas de la clase y ahora-

El pelinegro había colocado su dedo índice en los labios del chico para así callarlo.

"Ahora entiendo por qué todos lo detestan" pensó "es un chico bastante engreído... pero sigue siendo tierno".

―Tranquilo ¿okay? Guarda silencio un poco, rosita. Yo trataré de arreglar las cosas

―¡¿Arreglar las cosas?!― gritó histérico levantando las manos al aire ―Marshall, el profesor se quedó con mi teléfono celular ¡y he perdido el 20% de la evaluación! ¿Cómo lo arreglarás si mi maestro es-

La puerta del laboratorio se abrió.

―¿Sí, Gumball?― habló el profesor quien había salido. Miró molesto al chico quien sólo se encogió por la vergüenza que sentía.

―¡Profesor Humbert!― exclamó el pelinegro y se acercó a él.

Ambos se quedaron hablando un par de minutos y el pelirrosa sólo observaba cómo el semblante del profesor pasaba de estar serio a tener una sonrisa en el rostro.

―Mañana puedes entregar el reporte de la práctica, Gumball... Pero ya no te quiero ver con esto― dijo mostrándole su teléfono para después lanzárselo y el chico atraparlo.

―G-gracias...― se sonrojó.

El profesor se metió de nuevo al laboratorio y el mayor se le acercó.

―¿Cómo hiciste eso?― preguntó con pena.

El vampiro sólo rió y le alborotó el cabello.

―Todavía puede obtener su diez, su real majestad― se inclinó haciendo una reverencia.

El pequeño apretó sus labios y desvió la mirada.

―Bueno, ahora sí debo entrar a matemáticas... Me alegra que aún guardes el horario que te di― sonrió.

El menor se sonrojó un poco.

―Nos vemos, dulce príncipe― besó su mano, dio la media vuelta y comenzó a avanzar para dirigirse a su salón.

―¡A-adiós, querido novio!― le gritó para agradecerle lo que había hecho.

El pelinegro se detuvo un segundo y le volteó a ver con una sonrisa en el rostro para después irse a su clase.

Algo extraño sintió el príncipe en el pecho.

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⏰ Última actualización: Mar 19, 2018 ⏰

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