Parte 1

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He trabajado la mayor parte de mi vida...si es que esto se le puede llamar vivir. Es irónico realmente, ustedes por mientras no pueden entenderlo, pero no se preocupen, dentro de un rato me presentaré y van a entender la ironía de mi comentario.

Bueno, a lo que iba; he trabajado todos los días en un horario de 24/7  desde más tiempo del que puedo recordar.

Durante estas jornadas he visto de todo: atropellados, suicidios, accidentes, enfermedades, y mis menos favoritos, los niños. Ellos son almas puras que siempre me reciben con la mejor de las sonrisas, pero con los ojos llenos de pena. Esa es la parte que odio de mi trabajo: los niños. Ellos no merecen las desgracias del mundo.

Siento que ya debería presentarme, ustedes deben estar preguntándose quien soy y que hago: Hola, soy la muerte. Si, esa misma; aunque no soy exactamente como me representan; es cierto soy un mero esqueleto, pero tengo un ente bastante corpóreo.

Lo sé, es difícil de entender; creo que la mejor definición que puedo darles es que soy una mezcla de la Muerte Europea y la Mexicana.

Sin embargo, mi trabajo sigue siendo el mismo. Llevo el alma de los recién fallecidos hacia el otro lado, ya sea el descanso y la paz tan deseada, o el sufrimiento y olvido eterno; todo depende de cómo fuiste cuando estabas vivo.

Como he trabajado todos estos años, he tenido todos los posibles días laborales, desde los mejores hasta los peores, incluso días en los que en el hospital no murió nadie (sumamente raros siendo honesto, para mi desgracia como trabajador, para mi favor como ente con emociones y empatía por la vida humana), pero como todo quien que trabaja, he tenido un día que fue el peor día. Un día que fallé... cometí un error.

¿Quién invitó a la muerte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora