Llevaron a Joaquín a la sala de operaciones para una cirugía de emergencia, ya que intentó volar su cabeza. Sin mucho éxito claro esta, sino no habría historia... quizá eso haya sido bueno.
La cirugía en total tomó *3 horas*, pero que se veía con un futuro prometedor. El hombre salió bien de la sala y lo llevaron a una habitación privada en la cual sería custodiado por un guardia y un agente policial las 24 horas del día. Acompañé al victimario (¿o prefieren asesino, cobarde, alma bruta?) hasta la habitación para asegurarme de que todo estuviera en orden... como un medico en jefe adyacente y sobrenatural; aunque debo admitir que una parte de mi se decepciono al ver que no iba a ocupar mi justicia divina sobre él.
Una vez que Joaquín estuvo instalado, me acerque lentamente hasta su cama y le tome la mano. Aún tenia pulso y se sentía la vida correr por sus venas, expulsándome de ahí. Lo dejé estar y me fui a mi ronda diaria por la sala de oncología. Es un área muy deprimente, llena de personas con *escasas ganas de vivir*, pero que comparten los momentos más bellos. Mis favoritos de ese momento eran los Rodriguez, ellos eran una familia que siempre iban a visitar a su abuelo Sebastián y cuando lo hacían la enfermara los retaba porque, en sus palabras "Van a causarle a su abuelo un paro respiratorio de tanto reírse", pero en el fondo todos sabían que era una broma para hacerlo reír más.
Ese viejo cascarrabias, cada vez que me veía (ya que según el, él tenia un tercer ojo psíquico) me decía: "Hoy no, hermosa, hoy no... vuelve más tarde". Como me hace reír ese hombre...
Dios mío, olvide explicarse algo de suma importancia. Si, es cierto soy una criatura etérea como un alma, delicada como la Catrina, pero también tosca como me describen los europeos. Sin embargo, cuando me presento ante un recién llegado (suena mejor que decir un muerto, no creen?) me reflejo como una figura familiar y cercana, ya saben, para no causar tanto espanto (no es que sea fea), sino para que se sienten a gusto antes de ser llevados al otro lado correspondiente. Han habido casos de todos modos, en las que me presento en persona, sin cambios ni reflejos... en esos momentos me introduzco ante personas que nunca conocieron el amor, ya sea porque no lo experimentaron o porque no fueron capaces de sentirlo. Al final, cualquier caso es triste.
En el caso de Sebastián yo me presentaba como su esposa, Sofía, ya fallecida hace años. Cuando la conocí, en nuestra caminata hasta el cielo, ella me contó la historia con su marido: Se habían conocido en la playa en los años 50 y después de la horrible y desastrosa primera cita (Sofía se rompió la pierna al tropezarse mientras bajaba la escalera, y Sebastián debió llevarla en brazos a la sala de urgencias del hospital de Viña), ella pensó que jamás lo volvería a ver, pero al día siguiente el apareció en su cuarto con una docena de rosas para disculparse. Siempre me impresionan esas historias de amor, no parecen de la vida real, pero las almas no me pueden mentir, así que sé que son verdaderas y hermosas.
Después del oncológico (y tras llevar 3 almas al otro lado) volví a la Urgencia para ver como seguían los niños y si había algún cliente para mí. Habían llegado más niños del parque... algunos acompañando a sus padres.
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¿Quién invitó a la muerte?
FantasyLa muerte trabaja en el hospital llevándose el alma de los recién muertos a su descanso o sufrimiento eterno, pero en un momento de despite, el alma de un asesino se le escapa y así comienza la carrera más decisiva de la vida de la muerte