Indiferencia

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No saben que pasó, estaban tan enamorados, se juraban amor eterno y terminaron siendo víctimas de la más brutal y despiadada enfermedad, la indiferencia.

RyeoWook terminó de preparar el café, llenó su taza y endulzó el contenido de la bebida oscura con dos terrones de azúcar mientras hojeaba su agenda, su primer caso empezaba a las once, tenía tiempo suficiente. Escuchó varias cosas caer seguidas de una maldición, si su esposo se levantara más temprano tendría tiempo para desayunar tranquilamente y quizás, hasta para ver televisión.

—¡Es tarde joder! —le escuchó decir mientras colocaba todas sus cosas sobre la mesa —RyeoWook, ¿has visto las llaves de mi auto?
—No, seguro las dejaste en la habitación.
—¡Maldición!

Lo vio correr hasta la habitación que compartían y volver a toda prisa.

—JongWoon, ¿puedes pasar por Haku? Saldré tarde de la corte.
—¿Ah? Sí, sí, está bien, ¿a qué hora sale?
—A la una —su esposo seguía corriendo de un lado hacia otro—. Que no se te olvide.
—No se me olvida. No vendré a cenar, hoy tengo que velar en el hospital.
—Bien.

JongWoon cerró la puerta y su preciosa casa quedó en el habitual silencio de todas las mañanas. Estaba pasando de nuevo, JongWoon casi vivía en el hospital, cuando llegaba a casa y pasaba la noche como el día anterior, se iba temprano y no volvía hasta el día siguiente por la tarde, RyeoWook se enfrascaba en sus casos y no le prestaba atención a nada, y hubiese estado bien si no tuvieran a una tercera persona en sus vidas, hace seis años, cuando su vida profesional recién empezaba el cambio fue drástico, de ser simples estudiantes universitarios (que utilizaban la cama más para explorarse el uno al otro que para dormir) pasaron a ser hombres con un futuro prometedor en cada una de sus ramas. El sexo pasó a segundo plano, no, que va, a tercer plano, los besos y caricias aún estaban allí pero agotadas, disfrutaban más dormir, que de una casual conversación… al darse cuenta de esto, ambos decidieron adoptar a un niño, pero como no estaban casados no se podía, tuvieron que viajar en sus vacaciones a Japón para casarse, ya que en Corea aún no legalizaban el matrimonio homosexual. Estaban tan enamorados, que temían perderse el uno al otro por sus profesiones exigentes. Debieron esperar un año para poder demostrar su estabilidad económica para poder adoptar a un niño, no en Corea, sino igualmente en Japón, fue entonces que conocieron a Haku, de apenas un año. Se convirtió en la luz de sus ojos, lo adoraban y Haku los adoraba a ellos. Él fue la estabilidad que les costaba mantener, pero ahora, después de cinco años de la llegada de Haku, volvía a ocurrir y lo peor de todo, es que ya no les importaba, sus vidas se resumían a trabajo y Haku, no había un “nosotros” en su vida. JongWoon con sus preocupaciones, RyeoWook con las suyas.


El teléfono de RyeoWook sonó interrumpiendo su lectura, el caso que llevaba no era tan complicado, pero le helaba la sangre, un hombre había tenido la intención de violar a su hija de doce años, la niña se intentó defender, quiso asustar a su padre tomando un cuchillo pero las cosas salieron mal y terminó matándolo, su trabajo era convencer al jurado y al juez que había sido en defensa propia, la violación no se llevó a cabo, pero de no haberse defendido, la niña estaría muy mal parada. Su celular emitió un sonido molesto que le indicaba que tenía una llamada. RyeoWook lo tomó y en seguida contestó.

—¡Diga!
—¿En dónde estás?
—En mi casa. Tengo hasta las diez para estar aquí.
—No, tienes que venir ahora, el acusado quiere hablar contigo  dice que es urgente.
—Voy para allá.

Uno de los enfermeros del hospital recogió a Haku del colegio, JongWoon se encontraba operando un caso de apendicitis, nada del otro mundo, pero el paciente recién había entrado a emergencias, JongWoon no tuvo otra opción que pedirle favor a DongHae que fuese por su hijo al colegio. Ahora Haku caminaba en compañía de DongHae comiendo una barra de helado de yogurt.

—¿Cómo te está  yendo en el colegio?
—Bien hyung.
—Seguro que sí, eres un genio igual que tus padres. ¿Los pasos de quién seguirás de JongWoon o de RyeoWook? —el niño de seis años negó con la cabeza.
—Ninguno, odio que no tengan tiempo para sentarse a ver una película conmigo, mi mayor sueño es que estemos los tres juntos, solo una vez. —le mostró su dedo índice al enfermero.
—Haku, ellos trabajan mucho para dártelo todo —el niño volvió a negar.
—Yo no se los he pedido, yo no quiero juguetes, no quiero un teléfono, ni siquiera una bicicleta o unos patines, solo quiero ver una película con ellos, los tres —DongHae lo vio con pesar, tendría que hablar con JongWoon sobre eso.

DongHae no se convirtió en médico por esa razón, prefirió ser un simple y feliz enfermero que puede compartir días enteros con su familia, a ser un prestigioso Doctor que lo obligue incluso, a salir del país y volver el mismo día.
DongHae había sido amigo de JongWoon desde hace muchos años y vio el sacrificio que su amigo había hecho por estar donde estaba,  conocía a RyeoWook el mismo tiempo en que JongWoon y RyeoWook se conocían y había visto ese amor tan maravilloso desbordarse de sus ojos cada vez que se veían. JongWoon se sonrojaba cada vez que tenía a RyeoWook en frente, incluso cuando lo veía a distancia y aún siendo su novio y luego su esposo, el muy bobo siempre tenía detalles para él y DongHae siempre debía escuchar lo perfecto que RyeoWook era. JongWoon lo había amado con cada fibra de su cuerpo y por eso no entendía, como era que se habían vuelto tan indiferentes el uno del otro.

DongHae dejó a Haku en el área de niños del hospital. Espero a que JongWoon terminara de operar al paciente y cuando se hubo desocupado, entro a su oficina, era un desastre como solo JongWoon podía mantenerla. Miles de papeles importantes estaban regados por el escritorio y hasta en el piso, DongHae tomó una de las hojas y pudo leer el diagnóstico de un paciente de ocho años: Leucemia linfoide aguda… que terrible. Le extendió la hoja al doctor y este la tomó agradecido, ni siquiera se había dado cuenta que se le había caído.

—Haku está en el área de niños.
—Oye gracias, te debo una —JongWoon se recargó cansado sobre su escritorio, apretó con dos de sus dedos el puente de su nariz y soltó un fuerte suspiro.
—Te ves fatal.
—Me siento fatal. Apenas pude dormir ayer, y hoy me toca velar. Me duelen los músculos.
—KyuHyun volverá pronto, así que podrás tomarte unos días libres.
—No, el fue claro, no será médico de turno, se dedicará a su familia.
—Mnh… entonces deberían contratar más personal, más médicos generales y tú podrías estar aquí solo cuando sean operaciones delicadas. Te llaman incluso para atender una simple fractura y tú como idiota sales de tu casa y vienes hasta aquí.
—Es mi trabajo.
—No, la época donde enyesabas ya pasó, ahora eres un doctor de renombre, deberías…
—Las personas siempre necesitan ayuda.
—Hay un niño que necesita tu ayuda y lo tienes en casa, bajo tu mismo techo y le llamas hijo.
—¿Eh?
—Haku se siente triste.
—Lo recompensaré.
—No JongWoon, si piensas darle algo material olvídalo, él está harto de eso. Lo único que quiere de ti y RyeoWook es que pasen una noche con él, una sola jodida noche.
—Tengo mucho trabajo, mira mi oficina, es un caos. Cada vez que quiero arreglar algo, vienen más papeles o a alguien se le ha salido un hueso, o alguien viene con el hígado pudriéndose, o vomitando lombrices… DongHae, tengo vidas que salvar.
—Vale, yo entiendo eso, soy enfermero y mírame, el hijo que HyukJae y yo adoptamos no tiene el semblante de tu hijo, a él no podemos darle los lujos que tú y RyeoWook le dan a Haku, pero mi hijo es feliz. Pero de acuerdo, tú eres el doctor, sigue salvando vidas mientras en tu hogar alguien muere, ¿irónico no?

DongHae salió dando un portazo, JongWoon se quedó pasmado viendo la puerta cerrada, de pronto esta se abrió, creyó que sería DongHae pero era una enfermera.

—Doctor Kim, lo necesitan en la sala de urgencias inmediatamente. Un niño de seis años tiene incrustado en el cerebro una vara metálica.

Suficiente para que JongWoon sintiera que el mundo se le venía abajo, sin decir nada, corrió a la sala de urgencias.

DongHae llegó hasta el área de niños y pudo ver a Haku sentado en la esquina, solo, apartado del resto de niños, con una mirada triste, angustiada. Se acercó a él y se sentó a su lado.

—¿Quieres que te lleve a casa? —el pequeño asintió.

RyeoWook llegó exhausto a su casa, había ganado el caso y con ese uno nuevo. Le parecía tan interesante el expediente clínico que había conseguido de su nuevo cliente, este sufría de trastorno de personalidad múltiple, sin duda había asesinado a muchas personas, su trabajo trabajó en este caso, era el mismo, probar la inocencia del acusado, bueno, eso era imposible, pero con el historial clínico conseguiría la indulgencia de los barrotes por una habitación blanca y limpia. Ese tipo debía ser tratado con urgencia, pero no podía evitar la fascinación de sus cambios abruptos de personalidad, él tenía trece personalidades distintas y con él solo había mostrado dos, la de un niño ingenioso y la de un hombre calculador y perfeccionista. Maravilloso. Llamaron a la puerta y tuvo que interrumpir su lectura, cuando abrió se sorprendió al ver a DongHae y al bajar la vista vio a Haku.

—Haku mi amor ¿qué tal tu día? —lo abrazo y le dio dulces besos en la mejilla.
—Bien.
—Ve a ducharte y bajas para que cepille tu cabello y comamos.

Él niño sin decir más obedeció, RyeoWook invitó a DongHae a pasar, el enfermero sentía que no debía meterse en la vida de sus amigos, pero Haku lo preocupaba demasiado, además, los quería a los tres.

—Por favor, toma asiento, ¿quieres algo de tomar o de comer?
—Algo de tomar, gracias
—¿Una cerveza está bien?
—Sí, está bien.

DongHae pudo apreciar los lujos en aquella casa, no era la primera vez que estaba allí, pero cada vez había más pomposidad, era preciosa. También vio los papeles que yacían sobre la mesa de la sala de estar, RyeoWook tenía un nuevo caso, así que la atención hacía Haku sería menor. RyeoWook le tendió la cerveza y se sentó frente a él con otra, la cual bebió con calma.

—¿Un nuevo caso?
—Es fascinante. Mi cliente sufre de personalidad múltiple, es… —RyeoWook sonrió sin palabras, le apasionaba su trabajo —Alucinante.
—Debo imaginarlo. ¿Cómo están las cosas en la familia?
—¡Oh! Bien… sí… bien —RyeoWook pareció inquieto ante la pregunta.
—¿Y cómo va Haku en el colegio?
—¿Eh? Pues… bien… no ha dejado ningún curso, su notas del bimestre pasado fueron… muy buenas.
—¿Del bimestre pasado? —DongHae se indignó, su hijo era compañero de clases de Haku y sabía perfectamente lo que habían hecho, su hijo siempre le decía que Haku era raro, que no le gustaba Jugar con nadie, que no tenía amigos y prefería dibujar que jugar a la pelota —Digo… se acercan los últimos exámenes y tú hablas de los resultados de los anteriores… hicieron trabajos en grupo, pruebas objetivas,  algunas exposiciones, deben hacer una pequeña obra de teatro en ingles como examen final… RyeoWook, ¿lo sabías verdad?

RyeoWook no lo sabía, se mordió el labio avergonzado y pudo darse cuenta de su error, estaba descuidando a su hijo, su hijo por elección.

—Si las cosas con JongWoon están mal, si han discutido por algo y se han enfadado… —¡Joder! Ni siquiera había sido eso.
—Eso sería perfecto.
—¿Cómo?
—Una discusión habría sido perfecta, pero no Hae, ni siquiera a sido una discusión. No sé que pasa, de repente yo no le intereso, yo me enfoco en mi trabajo y no sé si llega a dormir, si ha comido algo en el día, no espero para cenar con él y tampoco permito que Haku lo haga, lo envío temprano a la cama porque tiene colegio al día siguiente, no lo superviso, yo… ni siquiera sé que hace en el día, DongHae, tengo miedo de perder a mi hijo.
—Haku de todas las cosas que quiere es una noche con los dos, no le importa que día sea, si mañana tiene colegio o no, él quiere ver una mísera película con ustedes. RyeoWook, voy a exagerar un poco la situación, pero tu hijo podría ser un delincuente que deberás salvar de las rejas en un futuro, o podría ser uno de los pacientes de JongWoon… están a tiempo de cambiar eso, la indiferencia es la peor enfermedad de todas, incurable cuando se ha establecido completamente, no permitas que tu familia se infecte de este virus letal, porque JongWoon no tiene la cura para eso. Nadie la tiene. Gracias por la cerveza, debo irme.
—Claro, gracias por tus palabras, saluda a EunHyuk de mi parte, y dale un beso a HyunKi.
—Gracias. Suerte con tu familia, y éxitos en tu nuevo caso.

DongHae abofeteó a RyeoWook con esas palabras, sus prioridades debían cambiar, la familia no era algo que se dejaba a la suerte, JongWoon y él lo estaban haciendo todo mal.

Al día siguiente RyeoWook despertó, el lado donde dormía JongWoon estaba vacío y frío, se mordió el labio al recordar lo felices que habían sido, lo enamorados que habían estado, ahora todo se había enfriado, ya ni siquiera sabía si lo amaba, pero de lo que si estaba seguro, era que Haku era lo más importante de su vida, ese bebé que llegó para iluminar sus días. No le haría daño con su indiferencia, lo que pasaba con JongWoon nada tenía que ver con él.

Se arregló como todas las mañanas y llevó a Haku al colegio, después, fue a hablar con su cliente, necesitaba saber todo sobre él si quería una solución factible para el caso, no podía ganarlo, ni quería, una persona enferma no podía ir libre por las calles matando a diestra y siniestra sin ser consciente de lo que hace, no, ese hombre debía recibir atención especial, y cuando muestre mejoría, tratar de llevar una vida normal, era lo único que podía ofrecerle a su cliente, pero lo difícil de este caso era precisamente eso, que trataban con un trastornado mental, por tanto, debía convencer al juez y jurado que sometiendo al hombre a un régimen psiquiátrico, este podría mejorar y vivir tranquilo sin causar  daño, porque bien la corte podía decidir enviarlo al manicomio y nunca dejarlo salir, o bien al momento de salir ir directamente a cárcel ya que con los crímenes que había cometido, fácilmente lo sentenciaban a cadena perpetúa. Debía jugar bien sus cartas.

JongWoon estaba cansado, lo único que quería hacer era dormir, había estado doce horas en la operación de aquel niño, un titubeo y podía ser letal. Gracias a Dios el niño se había salvado, era un milagro, había pasado por su mente la imagen de Haku en aquella camilla y una terrible angustia le había carcomido por dentro, pero gracias a Dios, no era así, su adorado hijo estaba en casa, seguramente en los brazos de RyeoWook, o inclusive ya dormido en su cama.

JongWoon se estiró cansado y bostezo, firmó un par de papeles que había leído con anterioridad y lanzó un suspiro de cansancio. La puerta se abrió y vio a DongHae entrar con un vaso de unicel, se lo tendió y lo bebió sin rechistar, supo entonces que el contenido del vaso era café, uno muy cargado.

—Hay un problema con la familia del niño que atendiste ayer.
—¿Cuál es?
—No pueden pagar la operación. El director del hospital se niega a que el niño permanezca aquí.
—¿Qué? Este es un hospital público.
—S… sí pero…
—¿Pero qué?
—Él dice que no tenías que haber operado al niño hasta saber que los padres podían o no pagar la operación, ya sabes, era una operación especial y esas si deben pagarlas.
—¡Ese maldito infeliz! —gritó JongWoon furioso.

Salió de su oficina y se dirigió en busca del director de hospital, no lo encontró en su oficina, ni en la de uno de sus colegas, tuvo que ir al área donde se encontraban varios pacientes y al no encontrarlo, se dirigió a cuidados intensivos donde sí lo encontró, a las afueras se encontraba la madre y el padre del niño llorando y suplicando al hombre que les permitiese pagar por plazos la operacione y tratamiento.

—Jang ShinHye sumbae.
—¿Eh? ¡JongWoon!
—Se puede saber qué sucede.
—Nada en realidad —el director del hospital se puso nervioso al ver a Jongwoon —Solo le explicaba a los señores que su hijo no podía permanecer más aquí.
—¿Se volvió loco? Si mueven a ese niño un milímetro  se muere —La madre soltó un grito desgarrador que hizo a JongWoon maldecirse por no tener tacto al decir las cosas. De pronto había mucha gente observando el dramático espectáculo, JongWoon se molestó aún más al ver incluso a sus compañeros de trabajo metiendo las narices donde no les incumbe, y criticando la falta de recursos de los padres para salvar la vida del niño, ¡Como si fuese cosa de ellos!
—No pueden pagar la operación, el tratamiento es muy caro y tampoco pueden pagarlo, tus manos JongWoon, tu conocimiento, tu destreza, tiene un costo muy alto, así que…
—A mi no me pague nada si es lo que le preocupa, es más, yo me haré cargo de todos los gastos del niño, la operación y tratamientos, todo lo cubriré, así que vuelva a su maldita oficina a rascarse la panza y deje de joderle la vida a los demás.
—¡JongWoon! —gritó el hombre furioso al verlo alejarse, pero al escuchar el grito del director se giró empezando a caminar hacia atrás extendiendo los brazos con júbilo.
—¿Va a despedirme? Adelante, inténtelo, le recuerdo que usted no tiene jurisdicción sobre mí. Póngale un dedo encima a ese niño y juro que se arrepentirá.

Volvió a girarse y abrió la puerta que guiaba a las oficinas principales. Su trabajo era salvar vidas, y dinero era lo que menos le importaba, tenía ahorrado lo suficiente para darle la vida que se merecía a Haku, y RyeoWook, él era el mejor abogado que había conocido jamás, si, dinero era lo que menos necesitaban.

Los días transcurrieron sin ningún cambio en casa, Haku había terminado exámenes así que ahora podía dormirse tarde por las vacaciones de fin de curso, pero se había levantado temprano al escuchar alboroto, se levantó descalzo y vio a su padre RyeoWook hablando por teléfono mientras preparaba su habitual taza de café, su padre JongWoon corría de un lado para el otro diciendo palabrotas, metiéndose un zapato a la carrera y buscando sus llaves, lo había escuchado llegar a las tres de la mañana y ahora lo veía prepararse para ir otra vez a trabajar a las seis de la mañana, el niño hizo cuentas mentales, notando que había dormido menos de tres horas.

—¡Papá! —JongWoon se detuvo frente a su hijo, anudó su corbata mientras se acuclillaba frente a él.
—¡Oye! es temprano para que te levantes, estas de vacaciones, aprovecha y duerme hasta las once o doce.
—Duerme conmigo.
—Pero tengo que ir a trabajar —el niño negó, abrazo a su padre por el cuello, RyeoWook vio la escena sin despegar el auricular del teléfono de su oído.
—Te amo papá.
—¡Oh! Cariño yo también te amo, pero debo ir a trabajar.
—Tú siempre trabajas, no comes bien por eso estás tan delgado —RyeoWook cortó la llamada y escuchó detenidamente lo que su hijo estaba diciendo—. Siempre corres porque alguien te necesita ¿y qué hay de ti?, ¿Quién corre cuando tu lo necesitas?
—Bebé… yo… debo ir a trabajar.
—¡NO QUIERO! —gritó empezando a llorar, abrazando aún más fuerte a su padre.
—¡Haku! —le habló RyeoWook al escucharlo gritar—. Tu padre tiene mucho trabajo, suéltalo. No tarda en venir HyeYong y podrás jugar con ella.
—No quiero a una estúpida niñera, quiero a mis padres.
—No digas palabrotas Haku —le regañó RyeoWook, JongWoon se puso tenso. Le dio un beso en la frente a su hijo y sonrió.
—Te prometo que hoy volveré a casa y dormiré contigo. ¿De acuerdo? —el niño se ahogó con su llanto y entre fuertes suspiros asintió.
—¿Y veremos una película con papi?, ¿los tres?
—Me parece estupendo, ten lista la película y las palomitas, vendré a las seis ¿vale?
—Vale.

El día lo paso con HyeYong, la niñera, jugando y riendo por sus locuras, a las cuatro de la tarde llegó RyeoWook, quien se dedicó a trabajar el resto de hora que le quedaba antes que la niñera se marchara, a las cinco HyeYong se fue, RyeoWook le dio una ducha a Haku, fueron al supermercado que no quedaba tan lejos a comprar las palomitas, alquilaron una película, compraron bebidas, un pastel de chocolate y un galón de helado. La noche sería increíble
Y así dieron las nueve y JongWoon no llegó, llamó a RyeoWook disculpándose, había llegado un paciente con tres impactos de bala y el femur atravesándole la piel, justo antes de salir y tuvo que quedarse. RyeoWook dijo que estaba bien, que no había problema, trabajo era trabajo y había que cumplir, Haku y él vieron la película, se comieron las palomitas y el helado ellos solos. RyeoWook creyó que a Haku no le importó, que se había acostumbrado a que su padre rompiera todas su promesas igual que él, no pudo darse cuenta la desilusión y el dolor del niño.

Al día siguiente, RyeoWook salió antes de lo normal, su caso empezaría a las ocho, así que HyeYong llegó antes, ya que había hablado con RyeoWook la tarde anterior.

Haku se veía muy triste, así que como buena niñera, decidió alegrarle el día y le ofreció llevarlo al parque a jugar. Haku llevó su balón, nunca soltó la mano de su niñera, tenían precaución al cruzar la calle y evitaban perros grandes, no querían ser atacados por estos. Al llegar al parque, Haku se sentó junto a su niñera.

—No Haku, mira al niño de allá, ve a jugar con él —el niño negó —vale, dame el balón, yo jugaré contigo.

Haku le tendió el balón pero el juego era tan aburrido, su niñera lanzaba fatal, el balón siempre terminaba yéndose en diagonal y era siempre ella quien iba a traerlo, tan lenta y pasota que no daban ganas de nada.

—¡Eh! Haku mira, te meteré un gol.

HyeYong lanzó el balón tan fuerte y con tan mala puntería que se extravío.

—¿Dónde cayó?, ¿lo has visto?
—No, ¡lo has perdido! —el niño acusó alarmado
—¡Vale! Seguro tu papá RyeoWook te compra otro.
—No, ese me lo compraron los dos.
—¿Y? Te pueden comprar uno mejor —el niño negó.
—Ese me lo regalaron los dos —repitió.
—¡Agh!, ¡vale, vale crió! A buscar el balón, pero no te apartes de mí, con que lo hagas yo te mato, cuando lo veas avísame que yo voy por él.

Fue en un descuido de HyeYong, Haku siempre era obediente y si le decía no te alejes, no se alejaba, pero ese día se alejó, vio el balón a mitad de la calle, la niñera escuchó su nombre y palideció al ver al niño a media calle mostrándole que había encontrado el balón, pero su susto no había sido por ver al niño tan lejos de ella, sino al ver el auto que se aproximaba a gran velocidad con un conductor distraído que iba viendo algo en su móvil.

—¡HAKU!

Pasó en cuestión de segundos, la niñera corrió tan rápido como pudo mientras las lágrimas nublaban su vista, el corazón le latió tan de prisa y gritó aterrada al ver el impactó…


—Será un gran caso Wook, estoy seguro que lo ganarás.
—Gracias SungMin.
—El juez ya no tarda en venir. Tu cliente se ve nervioso.
—No es para menos, de mi trabajo depende su futuro.

De pronto el teléfono de RyeoWook sonó, SungMin negó, no podía contestar, no cuando el juez estaba a tres minutos de entrar a la corte, pero no podía ignorar la llamada de HyeYong, ella sabía que no debía interrumpirlo a menos que fuese urgente. Así que tomó la llamada ignorando el gesto molesto SungMin.

—Dos minutos —le escuchó decir.
—Sí, sí —le respondió—. ¿Diga?
—Se… seño… señor Ki…Ki... Kim… —RyeoWook se angustió al escuchar la voz de HyeYong en ese estado, incapaz de hilar una palabra.
—¿HyeYong qué ha pasado?
—Ha… Ha… Hak…
—¿Haku?, ¿Le pasó algo a Haku?
—Lo atrop… está… lo siento.
—¡Carajo HyeYong! habla claro, ¿Qué le pasó a Haku?
—Lo atropellaron.

Las piernas de RyeoWook temblaron y su corazón latió con furia, se puso pálido y sintió que se debilitaba. Cortó la llamada y se dio prisa en tomar sus cosas.

—¿RyeoWook a donde vas? El caso, RyeoWook el juez ya va a entrar —sintió la mano de SungMin tomarlo por el antebrazo, RyeoWook negó y se soltó con brusquedad.
—Es mi hijo.

Y simplemente salió corriendo antes de que el juez entrara.

JongWoon se estiró en su escritorio, bostezó y se dispuso a tomar sus cosas, se iría a casa, iría por una película y palomitas, debía compensar la noche anterior, y de paso le compraría el pastel de chocolate que tanto le gustaba a su hijo y quizás, también helado. Antes, cuando se desvelaba con RyeoWook nunca solía faltar el helado, aunque le encantaba comérselo directamente de la piel de su novio ahora esposo. Su vida era como la había soñado, se había casado con la persona a la que más amó en la vida, tenía el trabajo que deseaba, una muy buena posición económica, y un hijo al que adoraba con el alma y por desgracia, estaba perdiendo a su bebé y a su único amor. Era un imbécil pero el decidió salvar vidas. Tomó las llaves de su auto pero la puerta abriéndose abruptamente lo hizo tensarse, pero no, esta vez se negaría, su único deseo era estar con su familia en esos momentos.

—JongWoon te necesitan en cuidados intensivos —DongHae temblaba y contenía las lágrimas, JongWoon no lo notó.
—Lo siento DongHae, me voy a casa, mi hijo me espera.
—Maldita sea JongWoon… es Haku… tu hijo… está en cuidados intensivos… lo atropellaron —JongWoon palideció— ¡Sálvale la vida a tu hijo maldita sea!

RyeoWook corrió por los pasillos del hospital, derrapó varias veces pero no se detuvo, la angustia que sentía era inexplicable, vio al final del pasillo a HyeYong sosteniendo el balón que le habían comprado a Haku y corrió hacia ella, quien lloraba sin consuelo, RyeoWook la tomó por los hombros y la agitó varias veces para hacerla hablar. Ella le contó todo, entre gritos, sollozos, angustia y desesperación.

Esperaba que JongWoon saliera y le diera noticias, había pensado positivamente pero a pesar de eso su cuerpo temblaba de angustia, su mundo se detuvo al escuchar el grito brutal que desgarró la garganta de su esposo, mil cosas caer dentro de aquella habitación donde no le permitían el paso, DongHae salió de aquella habitación seguido de varios enfermeros. DongHae se detuvo frente a él con lágrimas en los ojos. RyeoWook negó mientras sus lágrimas descendían con dolor, otro grito lo agobió y lo obligó a gritar también.

—¡NO! Mi bebé ¡NO!

RyeoWook cayó al piso golpeando su pecho, DongHae lloró más fuerte al ver la escena, la niñera cayó sobre una silla y abrazó sus piernas mientras lloraba con desesperación.

—¡HAKU! —gritó JongWoon al ver como la vida de su hijo se iba de sus manos.

El auto le había pasado encima destrozándole el tórax, incrustando una de sus costillas en su corazón. Había salvado demasiadas vidas, tantas que no podía contar y la más importante… la vida que le importaba aun más que la propia, se le había ido de las manos, gritó y golpeó todo cuanto pudo, se mordió las manos castigándolas por su inutilidad, maldijo su incompetencia, el haber titubeado, el cansarse, el llenarse de miedo, el sentir en un momento crucial… escuchó la puerta abrirse y vio a RyeoWook entrar viendo a su pequeño sin vida, gritó tan fuerte que ocasionó una convulsión de dolor en JongWoon quien como loco volvió a golpear la pared con sus puños. RyeoWook cayó al piso mientras gritaba y se maldecía por no estar con él, por no haberlo aprovechado. Las palabras de DongHae atiborraron la mente de cada uno sintiendo que perdían la conciencia, el dolor taladró cada parte de su ser, las lagrimas les quemaron el rostro ardiente y la culpa los destruyó.

—Perdón Haku, perdóname —susurró ya sin fuerzas. JongWoon se acercó a su esposo, lo tomó del rostro observando como reflejo su propio dolor, se vieron en los ojos del contrario, después de mucho tiempo se volvían a ver realmente.
—Lo siento RyeoWook… no he podido… no pude… salvarlo… Ha sido culpa mía
—No… ha sido culpa de ambos, si le hubiésemos dado lo que pidió, una noche juntos, los tres… si le hubiésemos demostrado más cuanto lo amábamos… hubiésemos estado allí, en casa, los tres, riendo con él, viéndolo crecer. JongWoon quiero morir con él, no podré vivir con este dolor.

La indiferencia es la enfermedad más cruel y despiadada que el ser humano puede padecer, la indiferencia destruye lentamente y apenas lo notas porque el daño no es para ti, es para quien te rodea pero como estás tan sumido en tu mundo, aunque alguien más te lo diga, seguirás igual. La vida tiene que darte un golpe fuerte para que abras los ojos y puedas ver, lo que has dejado pasar.

Tres años después.

RyeoWook camina hacia donde yace el cuerpo de su hijo y aquel balón que tanto significó para él, si HyeYong no le hubiese dicho cuanto significaba aquello para su bebé, el nunca lo habría sabido, porque había sido un pésimo padre. Lleva un ramo de rosas rojas, tan vivas como los ojos de su niño, el que recuerda, al que amo tanto. Pudo ver una figura que conoce bien, él acaricia el epitafio con una dulzura incansable, parece notar su presencia, y le sonríe.

—JongWoon… también has venido.
—Vengo casi todos los días.
—También yo.

Ambos guardan silencio tratando de tragar el nudo que aprisiona sus gargantas, y es que a pesar de los años sigue doliendo, no logra sanar de ninguna forma. Creyeron que separarse sería la mejor opción para afrontarlo a pesar que se habían separado, no se divorciaron porque solo había sido una terapia , una terapia que no les funcionó.
RyeoWook puso un bufete de abogados, se encargaba ya solo de firmar papeleo, no volvió a enfrascarse en ni un solo caso, se dedicó a tratar de sanar su dolor. JongWoon dejó de ejercer como médico y se dedicó a componer canciones, canciones tan llenas de melancolía que los artistas de hoy le daban vida. Sus vidas ahora eran patéticas, según quien les viera, de ser todo unos genios en su trabajo, pasaron a ser… nadie. Pero ahora estaban tranquilos, agotaban sus pensamientos en el pasado, morían por dentro imaginando a Haku enamorado, casado, con hijos… algunas veces aún le escuchaban reír y es que la culpa era una perra desgraciada que no les dejaba vivir. Dolía tanto.

—Bueno, te dejo a solas con Haku…
—Gracias… Feliz… día.
—Gracias... Igualmente.

JongWoon caminó dos pasos lejos de RyeoWook y se detuvo, giró a verlo y vio dos lágrimas descender de su rostro angustiado.

—Puedo esperarte… quisiera… beber contigo un café. ¿Quieres? —una dulce sonrisa se formó en el rostro de RyeoWook. Ambos trataban de contener ese grito brutal que pugnaba por salir de su pecho.
—Sí quiero —apenas logró susurrar.
—Te espero, tomate el tiempo que desees.
—¿Por qué no te quedas JongWoon? Haku quería una tarde juntos… los tres.

JongWoon sonrió y dejó también que las lágrimas lo delataran, corrió hacía RyeoWook y lo abrazó mientras lloraban, escuchó a RyeoWook contener un grito en su pecho.

—Perdón RyeoWook, no pude salvarlo, titube, tuve miedo, me cansé, perdón.
—No JongWoon, eres humano y sientes como todos… No pidas perdón por algo que no fue tu culpa. Yo debería ser quien se disculpara por ser un pésimo padre.
—No RyeoWook, quizás no fuiste el mejor padre del mundo, peri fuiste el padre de Haku, y eso nadie lo podrá cambiar.
—No le di todo el amor que pude.
—Yo tampoco se lo di, cometimos errores como cualquier otro padre.
—Crees que Haku nos perdone.
—Creo que él es ahora feliz, viendo que estamos loa tres juntos de nuevo. Él nos ha perdonado RyeoWook, y te ama.
—Nos ama.


El abrazo y las palabras reconfortaron a ambos, entonces JongWoon lo besó, dulce y tierno, como cuando le confesó sus sentimientos y RyeoWook lo aceptó, se besaron como se habían besado mil veces, con el amor que tanto los distinguió y que dejaron de sentir en un momento, el amor se había dormido pero ese día volvió a despertar, JongWoon acarició las mejillas de su esposo en medio de un beso placentero, un beso que les dio calor a sus fríos cuerpos, le dio sentido al latir de su corazón, les dio color a sus mejillas pálidas…

Y los años pasaron y a pesar que del dolor de la perdida de Haku aún era grande, esta vez podían soportarlo mejor, juntos, como al principio.

Fin.

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N/A:  Ya sé… me odian, pero yo a ustedes las amo.

¡Agridulce! YeWookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora