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Mi cabeza daba vueltas a su alrededor, observando como escribía, cada movimiento que hacía me volvía loco y a la vez nervioso, una mezcla rara que me provocaba cosquillas en el estómago.

Me causaba gracia la manera en la que sostenía su lápiz, su letra desprolija, al igual que su cabello, tan natural.

En un momento me miró, curiosa, sus ojos delicados se encontraron con los mios, los cuales estaban un poco cansados debido al gran desvelo de anoche.

Me pareció ver una sonrisa asomándose por esos labios, labios tan pequeños como sus uñas comidas y débiles.

El sonido de la campana anunció  la salida, las veinticinco personas que se encontraban encerrados entre las cuatro paredes comenzaron a alborotarse, rompiendo la tranquilidad de nuestros ojos.

Analicé la situación, me levanté, agarré la mochila y me la colgué en un hombro.

  — Hola— Exclamé en frente de ella, me miró, poniéndome nervioso y logrando que quiera salir corriendo de aquél lugar, pero no lo hice.

Destruyendonos//Gonzalo GoetteWhere stories live. Discover now