Un fracaso que valió la pena

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Bryce 

 Alex, Max, Patrick, Mark y yo estábamos sentados formando un circulo. Todos con las piernas cruzadas.
Max parecía una fuente inagotable de palabras. Ya me estaba hartando con su historia sobre la chica de la bodega. Los demás lo mirábamos con la poca luz que se filtraba por las cortinas del salón. De vez en cuando, oíamos a los alumnos caminando por los pasillos. Nadie intentó entrar- gracias a Dios-. Patrick había robado la llave de una clase a uno de los de mantenimiento.
Si nos descubrían, estaríamos en serios problemas. 

Al final no pude soportarlo más. Me quité un zapato y se lo arrojé a mi mejor amigo. 

-Bla bla bla. Eres muy dramático ¿lo sabías? 

-Amo tu entusiasmo por mi historia, Bryce. Eres muy dulce al callar a la gente. 

-Shhhh. Si no se callan, nos van a descubrir- nos regañó Alex entre susurros. 

Ambos la miramos con cara de "si mamá".  

-Dijiste el comienzo ¡Y llevas más de hora y media hablando!- dije dirigiéndome de nuevo  a mi amigo. 

Max rodó los ojos. 

-Concuerdo con él- empezó Patrick- Nadie quiere la historia de tu vida, amigo. En cambio todos amarán la mía, pero ya que soy un alma generosa, dejaré que uno de ustedes cuente su historia. 

Así era él. Una persona egocéntrica y engreída, pero así lo queríamos. 

-¿Quién se anima?- continuó. 

-Yo quiero- dije sin pensarlo. 

Todos se me quedaron mirando, al parecer algo sorprendidos. Tragué saliva y empecé mi relato. 

-Jugábamos para ir a las semifinales. Nos había costado llegar hasta ahí- sin darme cuenta, había juntado mis manos mientras hablaba- Nos  preparamos durante todo el año, lo habíamos logrado. Pero yo... lo arruiné todo.

Mis amigos me miraban expectantes. 

Yo siempre he jugado baloncesto. Era mi pasión. Entrenaba todos los días.

-Nuestros rivales eran los tigres, de la academia Shurkane. El juego marchaba bien. Un tipo robusto, que parecía un gigante, tenía la pelota. Yo tuve la brillante idea de marcarlo y... volé por los aires. La cabeza me daba vueltas. 

-Y ¿qué pasó? ¿Hizo algo el arbitro?- preguntó Mark. 

Asentí. 

-Pero eso no es a lo que quiero llegar. Al levantarme, vi entre el público a una chica de cabello café, rizado. Y... no pude apartar la mirada. Sus ojos azules hicieron contacto con los míos. Avergonzado, desvié la mirada.

-¡Rinaldi! Deja ya de distraerte. ¿Puedes continuar?

Como respuesta tomé la pelota y se la pasé a Jack. Nos acercábamos a la canasta enemiga. Los Tigres luchaban por quitarnos la pelota, pero no lo lograban. Recibí la pelota de Brown. 

-¡Tu puedes Rinaldi!

-Salté para encestar. Pero... detrás del aro, se encontraba aquella chica, observándome. Les juro que yo en circunstancias normales habría encestado. Pero los cuatro sentidos me fallaron. Choqué contra el tablero. 

-Que idiota- soltó Patrick. 

Todos se empezaron a reír, casi en susurros. No podíamos hacer mucho ruido. 

Y si... tenía que admitirlo, fui un idiota, pero... valió la pena. Tu corazón no se rompe todos los días. 

-¡BRYCE! ¿Por qué demonios fallaste ese tiro?

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⏰ Last updated: Jun 24, 2017 ⏰

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El Club de los Corazones RotosWhere stories live. Discover now