19

723 115 58
                                    


Mingyu y Jihoon estaban recostados en el sofá mientras "miraban" una película que el mayor había exigido, y que después de unos lloriqueos acompañados de dolorosos golpes hacia el más alto, este había accedido a colocarla.

—No sé porque sigo haciéndote caso si siempre terminas durmiendo—Acarició el rostro relajado del castaño con las yemas de sus dedos. Aprecio cada detalle de él, grabándoselo de memoria para poder imaginar cómo sería el rostro del pequeño que venía en camino—Seremos unos grandes padres Jihoonie, puedo apostar mi vida a eso—Acarició el vientre con delicadeza, suspirando al sentir la suavidad de la piel de su novio—

Dejo de abrazarlo para levantarse del sofá y caminar hacia la habitación principal, ahí donde dormía la pareja feliz.
Tomó una de las fotografías que se colocaba orgullosamente sobre el tocador y presiono el marco con fuerza entre sus manos

—Tú no nos vas a separar, Seungcheol—Cubrió el rostro de su hermano con uno de sus dedos, fingiendo que el único que sonreía en aquella fotografía era su Jihoon, nadie más—Me lo arrebataste antes, pero ahora soy yo el que te lo está quitando a ti—Sonrió levemente y dejo la fotografía a un lado.

*

Jeonghan miro por última vez la puerta donde vivía su amante. Tenía lágrimas en los ojos, una carta en su mano y llevaba a sus hijos en un coche para bebé.
No quería hacerlo, pero era él o los bebés. No lo pensó demasiado, obviamente eligió que lo mejor sería abandonar a sus hijos en casa del padre de ellos, donde probablemente vivirían y serian educados por el chico que siempre odio.

Su suerte era maldita.

*

Jihoon abrió los ojos al escuchar el timbre de su casa.
Se sentó en el sofá y restregó sus ojos un par de veces antes de estirarse hacia la mesa de centro y mirar la hora en su celular.

12:47 a.m.

El timbre sonó nuevamente y el castaño solo rodo los ojos, pero se levantó del sofá y camino hacia la entrada.

Se extrañó al ver que debajo de su puerta había tres sobres; uno de color azul, otro de color rosa y otro de color blanco.
Colocó sus rodillas sobre el suelo y tomó los papeles lentamente, para luego ver tres nombres escritos en tinta negra sobre cada uno de ellos. 

Choi Seungkwan, Choi Yonsook y Choi Seungcheol.

"¿Esos son los nombres de los hijos de Jeonghan?"

"¿Choi? ¿Acaso no se apellidaban Yoon?"

Enarco una ceja y se levantó cuidadosamente para abrir la puerta.

Jamás se habría imaginado lo que se iba a encontrar, mucho menos si se trataba de un par de niños que lo miraban con los ojos llorosos y unos leves pucheros en sus bocas.

Miró el sobre blanco nuevamente y comenzó a leer con lentitud el contenido de la carta; no supo cuando fue que sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas, mucho menos sintió el peso de su corazón roto.
Simplemente se quedo en blanco.

Seungcheol lo habia traicionado. 



NO QUERÍA ENGAÑARTE →JICHEOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora