Querida luna,
Gracias por ser mi compañera en las taciturnas noches, dónde asomaba la cabeza para poder contemplar tu asombrosa belleza. Sigo sin entender cómo insensatos humanos se atreven a pisarte, ha dejar huella encima de ti. No imagino mis anocheceres sin el privilegio de poder conversar sin la necesidad de utilizar las palabras. Sólo miradas. No me hago a la idea de cómo alguien tan solicitada como tú, puede ofrecerle tiempo a alguien tan solitária como yo. Gracias por vivir el revestimento de mi piel, por ser el testigo de mis noches más frías.