Sábado

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David puso su dedo sobre el botón del ascensor, cuestionándose si estaba o no haciendo lo correcto. "Si no es ahora ¿cuándo?" Pensó justo antes de apretar la tecla para que las puertas se abrieran ante él.
Subió al igual que ayer hasta el piso 21, donde vivían aquellas dos chicas de la tarde anterior que le habían hecho sentir aquel inimaginable placer.
"Diecinueve", "Veinte", "Veintiuno". El ascensor se abrió y el muchacho salió del él con una inseguridad que le comía por dentro y hacía desprender gotas y gotas de sudor de su frente. Paso a paso, lentamente, comenzó a caminar hacia la puerta que tenía el número "504". Cuando estuvo ahí, a un centímetro de ella, permaneció así durante los próximos cinco minutos antes de poder dar un pequeño y tímido golpe para avisar a las habitantes de su presencia. Tuvieron que pasar dos minutos más para que una de las chicas pudiera atender la visita y dirigirse a abrir la puerta.
- David, hola- dijo Ann- te estábamos esperando, creímos que no vendrías.
- De hecho quería hablar de...- Ann lo interrumpió de inmediato señalando:
- Olvídalo- soltó una risita- fue una estupidez mi reacción.
Saliendo del baño apareció Anne, con una bata blanca que dejaba anunciar parte de su piel demostrando su desnudez bajo ella.
- David, hola ¿descansaste? Hoy tenemos mucho que hacer- señaló la chica- ¿sabes a lo que me refiero verdad ?- por la mente de David pasaron las más eróticas imágenes vividas la tarde anterior.
- Por su puesto- señaló- el exámen es en dos días y necesitamos aprobar para pasar de curso.
Ambas chicas se miraron con complicidad, soltando unas risas traviesas y acercándose lentamente al chico.
Ann se puso atrás de él y comenzó a acariciar lentamente su hombro, acercando su nariz al cuello de su amigo, arrojando su tibia respiración en su piel. Anne se acercó delante de él y tomó con brutalidad la mano de David, posándola sobre sus labios vaginales y haciendo movimientos redondos con los dedos de su amigo sobre su cuerpo.
El muchacho desconcertado, no tardó en hacerce parte de aquel nuevo episodio que sus amigas voluntaria y decididamente estaban comenzando. Acercó su otra mano a los pechos de Anne, acariciándolos suavemente.
La chica a sus espaldas llevó su cálida mano hacia el pantalón de David desabotonándolo y dejando al descubierto su pronunciado pene que estaba completamente erecto. Como si fuese completamente experta, comenzó a masturbarlo rítmicamente dejando que un transparente líquido viscoso saliera de aquella figura.
Estuvieron de este modo un buen rato, dejándose llevar no por sus mentes, sino por lo que sus cuerpos pedían a gritos.
Bastaron solo diez minutos para que los tres estuvieran dejando al descubierto su desnudez sobre la amplia cama de la habitación de Ann.
-Iré a buscar algo- señaló David con voz exhausta. Se dirigió hacia la sala principal donde sustrajo de su maleta un extraño objeto.
Llegó a la habitación y vio cómo sus dos amigas se complacían mutuamente. Ann estaba tendida sobre la cama con las piernas extendidas, mostrando su peluda vagina al exterior. Los dedos de Anne masajeaban el clítoris de su amiga suavemente, haciendo intermitencias sobre él con la lengua.
David se quedó apreciando aquella escena, impactado por el nivel de erotismo que allí existía.
Ambas chicas estaban tan concentradas que no se percataron del regreso de David, quien solo las miraba, solo veía la mutua actividad que había entre esas dos mujeres.
Primero se fijó en las manos, qué hacían las manos. La mano derecha de Ann tocaba los glúteos de Anne, dando fuertes y firmes golpes a palma extendida mientras ella respondía con un desgarrante gemido a cada uno de ellos. Con su mano izquierda, introducía dos de sus dedos por la vagina de su amiga, a una frecuencia tal como se mueve la aguja de una máquina de coser.
La mano dominante de Anne acariciaba ambos pechos de Ann, estrujándolos por la euforia y excitación que sentía. Más abajo, sus otros dedos entraban y salían de la vagina de su amiga, pero era un movimiento más lento, más suave y delicado. Tocaba las paredes del túnel a un ritmo sensual, que hicieron una catarsis en Ann. Un orgasmo.
-No pares. ¡Sigue, sigue! Más rápido- gritaba Ann mientras Anne introducía sus dedos. Una cosquilla extraña nacía desde el fondo de su útero para aproximarse a la punta de su vagina, donde exploto una bomba de placer que la hizo sentir como la mujer más afortunada del mundo, como la primera mujer en viajar al espacio y tocar las estrellas y que ya estaba completamente realizada y que no necesitaba nada más para poder vivir.

David se subió a la cama, estaba a punto de tocar a cada chica con una de sus manos, cuando un inmenso estruendo lo hizo saltar y al fin abrió los ojos. "¿Qué mierda ha pasado?" pensó, mientras veía que todo, o en realidad casi todo, había sido un sueño. El sábado fue un producto de su inconsciente que demostraba las ganas existían dentro de él por tener a ambas chicas entre sus manos.

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