Salieron de la tienda rápidamente con pequeñas risitas luego de haber adquirido semejantes objetos. La curiosidad de los tres chicos estaba al límite y no cabía duda la fascinación que mostraban en sus caras por la inquietud de querer probar luego aquellas herramientas que antes les hubieran parecido realmente sutras.
-No puedo creer que estoy siendo partícipe esto- exclamó Anne con risas entrecruzadas.
- Déjenme decirles que he visto un millón de videos porno donde usan estos utensilios y son de lo mejor, o eso parecen- señaló David.
Subieron por el ascensor y al entrar al departamento, no bastó más de un segundo para que Anne y David comenzaran a besarse apasionadamente. Ann sacó de la bolsa las esposas y tomando la mano de David lo esposó a la cama. Miró a Anne y le dijo:
-¿Lo haces tú o lo hago yo?
-Tú has visto más cosas- respondió la otra chica-inicia.
Fue entonces cuando Ann instaló el arnés en su pelvis. El chico inmediatamente se puso sobre sus cuatro extremidades, tal como un perro.
Anne trajo un aceite que había comprado discretamente en la tienda y lo empezó a desparramar por el ano de David, comenzando a hacer masajes circulares con el fin de que pudiera extenderse y que el miembro de goma pudiera entrar más plácidamente.
-Yo había pensado en esta situación y por precaución me hice un lavado rectal, para que no salgan cosas innecesarias de esto- señaló con una risa David.
Anne seguía masajeando el esfínter del chico y este comenzó a gemir sutilmente, mientras su erecto pene se hacía notar a pesar de la posición en la que se encontraba.
Fue entonces cuando Ann, que tenía el arnés con el consolador puesto, comenzó lentamente a introducirlo por el recto de su amigo.
-¿Te duele?- le preguntó.
-No, sigue y no te detengas.
El miembro de goma firmemente se insertaba en las profundidades del chico, Ann comenzó a hacer movimientos rítmicos de entrada y salida para tentar placer en David.
Los tres estaban excitados, eufóricos por ser invadidos salvajemente y llegar hasta la cima del placer.
Anne por otro lado, en una posición inimaginable comenzó a lamer el pene de David, dando caricias circulares con su lengua en el glande. Cada vez lograba introducir más el pene de su amigo en su boca, y siguiendo el ritmo de la penetración comenzó a hacerle sexo oral y dando pequeñas succiones para estimularlo más.
Ann seguía penetrándolo, excitada por los gritos que generaba en el chico.
Pasaron así quince minutos cuando de repente la boca de Ann se inundó en un líquido blanco y espeso con un sabor indescriptible. David lanzó un rugido porque había alcanzado la gloria gracias a las dos chicas que lo habían complacido.
Todos pensarían que luego de esto la sesión habría terminado, sin embargo, fue entonces cuando Ann exclamó:
-Anne ¿te sientes preparada?- y la chica solo atinó a responder con un largo beso francés y colocándose en la misma posición que su amigo había estado.
Ann tocó la vagina de su amiga y estaba completamente húmeda y lubricada. Comenzó con un juego previo acariciándole el clítoris y aumentando la excitación de la casta evangélica. Tomó con sus manos las caderas de su amiga y comenzó a introducir el consolador por aquella mojada vagina sin cesar hasta que lograra el clímax en Anne.
David por su parte, empezó a acariciar los redondos pechos de Ann besándolos y pasándole la lengua, succionando sus pezones y masajeándolos circularmente. Anne gemía, Ann gemía, ambas gemían.
El chico comenzó a introducir los dedos de una mano bajo el arnés que usaba Ann para lograr acariciar su clítoris, al mismo tiempo en que se besaban suciamente con las lenguas extendidas y mordiendo sus labios brutalmente.
Pasaron los minutos y ambas chicas comenzaron a agitar aún más su respiración, una cosquilla más intensa las acechaba en sus vaginas y se empezaba a apoderar de sus cuerpos. Ann cogió el látigo y comenzó a golpear a Anne en los glúteos:
-Más fuerte, más fuerte- señalaba la otra chica.
-¿Te gusta?- decía Ann mientras aumentaba la fuerza de sus golpes.
Los gemidos se hicieron aún más intensos y las dos chicas al mismo tiempo soltaron un grito desgarrador porque el mayor placer había sido alcanzado en su cuerpo desde el fondo de su vagina y clítoris hasta lo más externo de su piel.
Se separaron de sus posiciones, se miraron fijamente y se dieron un sutil beso entre los tres.
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TRES
RandomYa era costumbre que Ann, Anne y David pasaran día y noche de viernes y sábados hablando, comiendo y estudiando para todos los exámenes que los ahogaban cada semana. Dentro de la tormenta de lectura y comida, los tres curiosos amigos deciden aventur...